Un camino de Fe

Evangelio del día

Reflexión al Evangelio de Hoy SÁBADO 10 de junio.

“Les aseguro que esta pobre viuda ha puesto más que cualquiera de los otros.”

SÁBADO 10  DE JUNIO NOVENA  SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO

BEATO JUAN DOMÍNICI 

Oh Dios, cuyo Hijo, para redimir al género humano de la esclavitud del pecado, tomó la condición de esclavo, concede a tus siervos que están cautivos, alcanzar la libertad que quisiste entregar a todos los hombres, tus hijos. Por nuestro Señor Jesucristo.

ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO DEL DÍA DE HOY

R/. Aleluya, aleluya, aleluya

«Bienaventurados los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos».

R/. Aleluya, aleluya, aleluya

Lectura del santo evangelio según SAN MARCOS

Marcos 12, 38-44

“Siéntate a mi derecha, hasta que ponga a tus enemigos debajo de tus pies.

En aquel tiempo, enseñaba Jesús a la multitud y le decía: “¡Cuidado con los escribas! Les encanta pasearse con amplios ropajes y recibir reverencias en las calles; buscan los asientos de honor en las sinagogas y los primeros puestos en los banquetes; se echan sobre los bienes de las viudas haciendo ostentación de largos rezos. Estos recibirán un castigo muy riguroso”.

En una ocasión Jesús estaba sentado frente a las alcancías del templo, mirando cómo la gente echaba allí sus monedas. Muchos ricos daban en abundancia. En esto, se acercó una viuda pobre y echó dos moneditas de muy poco valor. Llamando entonces a sus discípulos, Jesús les dijo: “Yo les aseguro que esa pobre viuda ha echado en la alcancía más que todos. Porque los demás han echado de lo que les sobraba; pero ésta, en su pobreza ha echado todo lo que tenía para vivir”.

P/ Palabra del Señor
R/ Gloria a ti, Señor Jesús

MEDITACIÓN

PALABRAS DEL SANTO PADRE

Así dice el Evangelio, echa en el tesoro todo lo que tenía para vivir. El Evangelio nos pone delante de este sorprendente contraste: los ricos, que dan lo superfluo para hacerse ver, y una pobre mujer que, sin aparentar, ofrece todo lo poco que tiene. Dos símbolos de actitudes humanas. Jesús mira las dos escenas. Y es precisamente este verbo —“mirar”— que resume su enseñanza: a quien vive la fe con duplicidad, como esos escribas, “debemos mirar” para no ser como ellos; mientras que a la viuda debemos “mirarla” para tomarla como modelo. (…) Jesús nos invita a mirar a la pobre viuda. El Señor denuncia la explotación hacia esta mujer que, para dar la ofrenda, debe volver a casa sin siquiera lo poco que tiene para vivir. ¡Qué importante es liberar lo sagrado de las ataduras del dinero! (…) Pero, al mismo tiempo, Jesús alaba el hecho de que esta viuda da al Tesoro todo lo que tiene. No le queda nada, pero encuentra en Dios su todo. No teme perder lo poco que tiene, porque confía en el tanto de Dios, y ese tanto de Dios multiplica la alegría de quien dona. (…) De esta manera Jesús la propone como maestra de fe, esta señora: ella no frecuenta el Templo para tener la conciencia tranquila, no reza para hacerse ver, no hace alarde de su fe, sino que dona con el corazón, con generosidad y gratuidad. Sus monedas tienen un sonido más bonito que las grandes ofrendas de los ricos, porque expresan una vida dedicada a Dios con sinceridad, una fe que no vive de apariencias sino de confianza incondicional. Aprendamos de ella: una fe sin adornos externos, sino sincera interiormente; una fe hecha de humilde amor a Dios y a los hermanos. (Ángelus 7 de noviembre de 2021)

SS Francisco

Sabemos que la oración sostiene a una persona para estar en comunión con Dios y poder hacer un buen servicio a los hermanos.”

Luego del caso de un escriba no lejos del Reino de Dios, el evangelista regresa a su antipatía contra esta clase social de Israel. Marcos presenta a los escribas casi siempre presente en las discusiones con Jesús, un grupo organizado, sosteniendo la tesis de la hostilidad de los escribas desde el principio (cf. Mc 3,22-30). El único caso en que al escriba se lo presenta de modo positivo es en el texto mencionado anteriormente. Lo que pasa para Marcos es que los escribas no son intérpretes de la Escritura, sino verdaderos y propios teólogos; nunca, salvo en el caso anterior, saldría de sus labios una cita bíblica. Incluso Marcos cita textos bíblicos que contradicen o hacen derrumbar las opiniones de los escribas (cf. Mc 7,6-7.10; 9,12; 1,36). Los argumentos que ellos proponen a Jesús provienen de su tradición de problemática moralista (cf. Mc 7,5), de sus nociones mesiánicas (cf. Mc 9,11; 2,35), de su concepción del honor de Dios (cf. Mc 2,6-7; 3,22; 14,64). Tal vez Marcos presenta una especie de anti intelectualismo, no sólo con respecto a los especialistas judíos de la ley, sino también con respecto a algunos teólogos cristianos que se presentaban en aquellos años.

Recordemos que la ascendencia davídica de Jesús fue siempre afirmada por la Iglesia primitiva. Entonces no se trata de ofrecer a los lectores de Marcos un material adecuado para utilizarlo en las polémicas con los escribas, sino de denunciar, como el mismo Jesús lo hace, la falsa ciencia de estos doctores, que estaban faltos de un verdadero conocimiento de la Sagrada Escritura. La objeción es que los escribas se perdían en un laberinto de sutilezas para demostrar la ascendencia davídica del futuro mesías, pero se paraban demasiado sobre este argumento mesiánico, dada su ansia de volver a tener un rey teocrático que los liberase milagrosamente del yugo de las autoridades romanas de ocupación. Jesús, sin embargo, quiere subrayar el carácter trascendente del mesías, cuya realidad va más allá de un pueblo determinado. Marcos observa que mucha gente lo escuchaba a gusto, contraponiendo de vuelta entre el pueblo y sus jefes religiosos-políticos. En Mc 10,47s., había puesto en boca del ciego de Jericó la invocación “hijo de David”, dirigida a Jesús, una invocación que después repite la gente que lo aclamaba a su entrada en Jerusalén (cf. Mc 11,10). Al decir “hijo de David”, denominaba al Mesías entre los escritos rabínicos. Es una forma de confesar su real humanidad. Sabemos que Jesús es verdaderamente Hijo de Dios, pero también verdaderamente Hijo del Hombre, es decir, verdadero y perfecto hombre, en todo igual a nosotros, menos en el pecado (cf. Hb 4,15).

Como hombre, Jesús tenía una atracción irresistible: pues era respetado (cf. Lc 2,52); con frecuencia la gente al oírlo quedaba fuera de sí, asombrada de la extraordinaria gracia que emanaba de sus palabras (cf. Lc 4,22); los policías, por ejemplo, enviados por los fariseos para tomar preso a Jesús, volvían cautivados por Uno que hablaba, como jamás nadie habló (cf. Jn 7,32); las mujeres y los niños (personas marginadas dentro de la estructura social de la época) se acercaban confiadamente a Él, rompiendo las barreras de los ojos severos y palabras de amenaza de discípulos y quienes estaban cerca (cf. Mc 10,13-15).

Cristo era un hombre perfecto: de vida interior y de profunda oración, como también su celo y acción; de rigurosa autoridad para consigo mismo y de gran misericordia con los demás; es humilde y grande en su mensaje; tiene madurez y sabiduría, y es juvenil, conocedor a fondo del alma humana; es tan bondadoso, que sobrepasa cualquier límite imaginativo alguno, con los miserables, con los pobres, con los amigos, con los que lo traicionan, es impresionante esta parte.

Si somos discípulos de Cristo, seguidor de Cristo, apóstol de Cristo, él debe ser nuestro Jefe, nuestro Líder, el verdadero Maestro (y no cualquier persona que venga con ideas renovadoras y fascinantes para la sensibilidad de la piel), a quien debemos escuchar para aprender de cuanto tanga que enseñarnos. Es decir, escucharlo con agrado, no forzado, sino con gusto y voluntariamente. Escuchémoslo en la oración, en las inspiraciones que el Espíritu Santo pueda depositar en nuestro interior, en la lectura de los libros que tratan de darlo a conocer, de ahondar en su acción redentora y santificadora, escucharlo en el Evangelio todos los días. Podemos también escucharlo cuando los hermanos nos hablan de Él, a través de cada sacramento, en donde se produce la donación de Cristo en cada uno quien lo recibe, por su Gracia. Sobre todo, vivirlo desde la cruz que nos regaló con sentido de Pascua, con sentido de Redención, que sería la llave para entrar posteriormente a la gloria.

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Pensamientos para el Evangelio de hoy

  • «Si queremos pedir que descienda sobre nosotros el reino de Dios, se lo pedimos con la potencia de la Palabra: que yo sea alejado de la corrupción, que sea liberado de la muerte y de las cadenas del error» (San Gregorio de Nisa)
  • «En disputa con los fariseos, Jesús mismo da al Salmo 110 una nueva interpretación. El verdadero Mesías no es el hijo de David, sino el ‘Señor de David’; no se sienta sobre el trono de David, sino sobre el trono de Dios» (Benedicto XVI)
  • «Jesús mismo confirma que Dios es ‘el único Señor’ y que es preciso amarle con todo el corazón, con toda el alma, con todo el espíritu y todas las fuerzas. Deja al mismo tiempo entender que Él mismo es ‘el Señor’. Confesar que ‘Jesús es Señor’ es lo propio de la fe cristiana. Esto no es contrario a la fe en el Dios Único (…)» (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 202)

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¡Viva María!

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