La Elegida por el Señor para revelar los deseos de su Santísimo Corazón
“El Corazón de Jesús es un tesoro oculto e infinito que no desea más que manifestarse a nosotros”.
Santa Margarita María de Alacoque
Santa Margarita María de Alacoque, cuyo nombre completo era Marguerite-Marie Alacoque, fue una monja católica francesa y mística del siglo XVII. Nació el 22 de julio de 1647 en Verosvres, Borgoña, Francia, y falleció el 17 de octubre de 1690 en Paray-le-Monial, también en Francia.
Margarita María experimentó visiones de Jesucristo desde temprana edad y, a los 24 años, ingresó a la Orden de la Visitación de Santa María en Paray-le-Monial. Durante su vida religiosa, afirmó haber recibido revelaciones y mensajes divinos de Jesús, especialmente en relación con su amor misericordioso y el deseo de establecer la devoción al Sagrado Corazón de Jesús.
Según sus visiones, Jesús le mostró su corazón herido por los pecados de la humanidad y le pidió que promoviera la devoción al Sagrado Corazón. Santa Margarita María dedicó su vida a difundir esta devoción, escribiendo cartas y tratados sobre el tema. Fue una ferviente defensora de la adoración al Sagrado Corazón de Jesús y promovió la práctica de la comunión reparadora los primeros viernes de mes.
Las revelaciones y enseñanzas de Santa Margarita María de Alacoque tuvieron un gran impacto en la Iglesia católica y contribuyeron a la propagación de la devoción al Sagrado Corazón de Jesús en todo el mundo. Fue beatificada en 1864 por el Papa Pío IX y canonizada en 1920 por el Papa Benedicto XV. Su fiesta se celebra el 16 de octubre.
Santa Margarita María de Alacoque es considerada una santa y una figura importante en la historia de la espiritualidad católica, especialmente en lo que respecta a la devoción al Sagrado Corazón de Jesús. Su vida y sus escritos continúan siendo una fuente de inspiración y devoción para muchos creyentes.

“Nuestro corazón es tan pequeño, que no caben en él dos amores; y habiendo sido creado sólo para el divino, no puede tener descanso cuando se halla con otro.”
En 1673, el Sagrado Corazón de Jesús se le apareció por primera vez. Tuvo el gran privilegio de contemplarlo tres veces más.
Solo se cuentan tres “grandes apariciones” con los tres mensajes que se dieron en esta ocasión:
1ª aparición:
Jesús, conservando a Margarita María durante largos momentos contra su pecho, le hizo descubrir “las maravillas de Su amor”. Sumergiendo el corazón de Margarita María en el Suyo propio, encendió en ella la ardiente pasión de la caridad hacia las almas que salvar.
2ª aparición:
Jesús se le apareció, ardiente como un sol, llorando la ingratitud de los hombres tras los dolores sufridos por ellos. Entonces pidió dos actos de reparación hacia su divino Corazón: la comunión cada primer viernes de mes, y la hora de adoración cada jueves por la tarde, en memoria de su agonía en el Getsemaní.
3ª aparición:
los mismos dolores que se evocaron durante la segunda aparición:
“He aquí el Corazón que tanto ha amado a los hombre y que no ha ahorrado nada hasta el extremo de agotarse y consumirse para testimoniarles su amor. Y, en compensación, solo recibe, de la mayoría de ellos, ingratitudes por medio de sus irreverencias y sacrilegios, así como por las frialdades y menosprecios que tienen para conmigo en este Sacramento de amor. Pero lo que más me duele es que se porten así los corazones que se me han consagrado”.
Jesús pide entonces instaurar una fiesta para su Sagrado Corazón, algo que extendió Pío IX por toda la Iglesia católica, en 1856.
Esta festividad tiene por objetivo reparar las ofensas cometidas contra la santa Eucaristía y el Sagrado Corazón.
Algo de los diálogos y experiencias preparativas
Un día, al caer gravemente enferma, mantuvo este voto rezando a la madre de Dios para que la sanara y así poderse poner el hábito de religiosa.
Esto mismo hizo cuando entró en el monasterio de la Visitación de Santa María de Paray-le-Monial en 1671. Aquí es donde su vida de joven devota se vería trastornada: iba a convertirse en mensajera de Cristo.
Ya de regreso, Margarita, que estaba muy enferma, y sin tener un remedio seguro, buscó alivio en la Virgen Santísima. Le hizo una promesa de que si Ella le devolvía la salud se haría una de sus hijas. Apenas hizo la promesa, recobró la salud. Dice Sta. Margarita:
“Recibí la salud, y una nueva protección de esta Señora la cual se declaró dueña de mi Corazón, que mirándome como suya, me gobernaba como consagrada a Ella, me reprendía mis faltas y me enseñaba a hacer la voluntad de Dios.”
Además de la salud, esta promesa logró en Margarita un profundo sentido de unión con la Virgen, quién, desde ese momento, empezó a dirigir toda su vida. Pero no sin dificultades.
“Apenas comencé a gozar de plena salud”, “me fui tras la vanidad y afecto de las criaturas, halagándome que la condescendiente ternura que por mi sentían mi madre y mis hermanos me dejara en libertad para algunas ligeras diversiones y para consagrar a ellas todo el tiempo que deseara…”
Recordará mas tarde Margarita
Reprendida por la virgen
La Virgen la reprende severamente cuando la veía dispuesta a sucumbir en la terrible lucha que sostenía en su interior. Estando en una ocasión rezando el rosario sentada, se le presentó la Virgen ante ella y le dijo: “Hija mía, me admiro de que me sirvas con tanta negligencia.” Y causaron tal impresión estas palabras en la vida de Margarita, que le sirvieron de aviso para toda su vida.

Pero la Virgen es también ternura y consuelo. Un día le dijo a Margarita:
“Nada temas; tu serás mi verdadera hija, y yo seré siempre tu buena Madre”.
Santa Margarita María hizo voto a la Virgen de ayunar todos los sábados y de rezar el oficio de su Inmaculada Concepción. Viendo su deseo de radical entrega, La Stma. Virgen le ayuda a alcanzar su meta.
En una ocasión Jesús le dijo:
“Te he elegido por esposa y nos prometimos fidelidad cuando hiciste el voto de castidad. Soy yo quien te motivo a hacerlo, antes de que el mundo tuviera parte en tu corazón… Y después te confié al cuidado de mi Santa Madre, para que te formase según mis designios.
Finalmente el Divino Maestro se le aparece todo desfigurado, cual estaba en Su flagelación y le dice:
“¿Y bien querrás gozar de este placer?- Yo no gocé jamás de ninguno, y me entregué a todo género de amarguras por tu amor y por ganar tu corazón- Querrás ahora disputármelo?”.
Comprendió ella que era su vanidad la que había reducido al Señor a tal estado. Que estaba ella perdiendo un tiempo tan precioso, del cual se le perdería una cuenta rigurosa a la hora de su muerte. Y con esta gracia extraordinaria, revivió en ella el deseo de la vida religiosa con tal ardor, que resolvió abrazarla a costa de cualquier sacrificio, aunque pasarían cinco años antes de poder realizarlo.
Vida sobrenatural.
Otra dificultad para Margarita fue el hecho de su propia vida tan sobrenatural. Pues sus superiores le indicaban que esas formas de espiritualidad no iban con el espíritu de la Visitación. Miraban con recelo sus experiencias como sujetas a la ilusión y al engaño. Y así dudaban sus superioras el permitir que Margarita hiciese sus votos de profesión y le mandaron que le pidiese al Señor que la hiciese útil a la santa religión por la práctica exacta de todas las observancias. Esto Margarita lo llevó al Señor y el le respondió:
“Di a tu Superiora que te haré más útil a la religión de lo que ella piensa; pero de una manera que aún no es conocida sino por Mi. Y en adelante adaptaré mis gracias al espíritu de la regla, a la voluntad de tus superioras y a tu debilidad, de suerte que has de tener por sospechoso cuanto te separe de la práctica exacta de la regla, la cual quiero que prefieras a todo. Además, me contento de que antepongas a la mía, la voluntad de tus superiores, cuando te prohíben ejecutar lo que te hubiere mandado. Déjales hacer cuanto quisieren de ti: Yo sabré hallar el medio de cumplir mis designios, aun por vías que parezcan opuestas y contrarias. No me reservo sino el dirigir tu interior y especialmente tu corazón, pues habiendo establecido en él, el imperio de mi puro amor, jamás le cederé a ningún otro.”
El Señor no enseñó que la voluntad divina se pueda relegar a favor de la autoridad humana. Mas bien el Señor enseñó a Margarita que la obediencia a sus superioras es, en efecto, el medio mas seguro para acatar Su divina voluntad. Ya que aun siendo sus superioras limitadas, la obediencia lograría que la voluntad divina triunfe a pesar de todo. El Señor promete que si ella obedece a sus superioras… “yo sabré hallar el medio de cumplir mis designios”
La segunda arma: La santa obediencia.
Lo que más severamente le reprendía Jesús a Margarita eran sus faltas en la obediencia, ya sea a sus superiores o a su regla. La menor réplica a los superiores con señales de incomodidad o repugnancia le es insoportable al Señor en un alma religiosa. Una vez corrigiéndola le decía:
“Te engañas creyendo que puedes agradarme con esa clase de acciones y mortificaciones en las cuales la voluntad propia, hecha ya su elección, más bien que someterse, consigue doblegar la voluntad de las superioras. ¡Oh! yo rechazo todo eso como fruto corrompido por el propio querer, el cual en un alma religiosa me causa horror, y me gustaría mas verla gozando de todas sus pequeñas comodidades por obediencia, que martirizándose con austeridades y ayunos por voluntad propia.”
Entonces el Señor le descubrió su Corazón y le dijo:
“He aquí el Corazón que tanto ha amado a los hombre y que no ha ahorrado nada hasta el extremo de agotarse y consumirse para testimoniarles su amor. Y, en compensación, sólo recibe, de la mayoría de ellos, ingratitudes por medio de sus irreverencias y sacrilegios, así como por las frialdades y menosprecios que tienen para conmigo en este Sacramento de amor. “


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