“Rueguen al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para la cosecha.”
DOMINGO 18 DE JUNIO
UNDÉCIMA SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO

Oh Dios, fortaleza de los que en ti esperan, escucha favorablemente nuestras súplicas y puesto que la humanidad es frágil y sin ti nada puede, concédenos siempre la ayuda de tu gracia, para observar tus mandamientos y agradarte con nuestros deseos y acciones. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios por los siglos de los siglos. Amén.
R/. Aleluya, aleluya, aleluya
«Está cerca el Reino de Dios, conviértanse y crean en el Evangelio» (Mateo 11, 29ab).
R/. Aleluya, aleluya, aleluya

Evangelio
Lectura del santo evangelio según SAN MATEO
Mateo 9, 36-10,8
En aquel tiempo, al ver Jesús a las multitudes, se compadecía de ellas, porque estaban extenuadas y desamparadas, como ovejas sin pastor. Entonces dijo a sus discípulos: “La cosecha es mucha y los trabajadores, pocos. Rueguen, por lo tanto, al dueño de la mies que envíe trabajadores a sus campos”.
Después, llamando a sus doce discípulos, les dio poder para expulsar a los espíritus impuros y curar toda clase de enfermedades y dolencias.
Éstos son los nombres de los doce apóstoles: el primero de todos, Simón, llamado Pedro, y su hermano Andrés; Santiago y su hermano Juan, hijos de Zebedeo; Felipe y Bartolomé; Tomás y Mateo, el publicano; Santiago, hijo de Alfeo, y Tadeo; Simón, el cananeo, y Judas Iscariote, que fue el traidor.
A estos doce los envió Jesús con estas instrucciones: “No vayan a tierra de paganos ni entren en ciudades de samaritanos. Vayan más bien en busca de las ovejas perdidas de la casa de Israel. Vayan y proclamen por el camino que ya se acerca el Reino de los cielos. Curen a los leprosos y demás enfermos; resuciten a los muertos y echen fuera a los demonios. Gratuitamente han recibido este poder; ejérzanlo, pues, gratuitamente”.
P/ Palabra del Señor
R/ Gloria a ti, Señor Jesús
MEDITACIÓN
PALABRAS DEL SANTO PADRE
El Evangelio dice que Jesús «instituyó a Doce — que llamó apóstoles—, para que estuvieran con Él, y para enviarlos a predicar» (Mc 3,14), dos cosas: para que estuvieran con Él y para enviarlos a predicar. Hay un aspecto que parece contradictorio: los llama para que estén con Él y para que vayan a predicar. Se podría decir: o una cosa o la otra, o estar o ir. En cambio, no: para Jesús no hay ir sin estar y no hay estar sin ir. No es fácil entender esto, pero es así. Tratemos de entender un poco cuál es el sentido con el que Jesús dice estas cosas. En primer lugar, no hay ir sin estar: antes de enviar a los discípulos en misión, Cristo —dice el Evangelio— los “llamó” (cfr. Mt 10,1). El anuncio nace del encuentro con el Señor; toda actividad cristiana, sobre todo la misión, empieza ahí. No se aprende en una academia: ¡no! Empieza por el encuentro con el Señor. Testimoniarlo, de hecho, significa irradiarlo; pero, si no recibimos su luz, estaremos apagados; si no lo frecuentamos, llevaremos nosotros mismos a los demás en vez de a él —me llevo a mí y no a Él—, y todo será en vano. Por tanto, puede llevar el Evangelio de Jesús solo la persona que está con Él. Alguien que no está con Él no puede llevar el Evangelio. Llevará ideas, pero no el Evangelio. Igualmente, sin embargo, no hay estar sin ir. De hecho, seguir a Cristo no es un hecho intimista: sin anuncio, sin servicio, sin misión la relación con Jesús no crece. (Audiencia General, 15 febrero 2023)
SS Francisco
“El Señor nos anima para que, también en la humildad de la Iglesia de hoy, en la pobreza de nuestra vida cristiana, podamos ver su presencia y tener así la valentía de salir a su encuentro”
Primera invitación del Evangelio de hoy: “mirar” la “mirada” de Jesús para llegar a compartirla, para tener su misma mirada sobre la realidad. La fe es un compartir la mirada de Jesús, “la fe se presenta como un camino de la mirada, en el que los ojos se acostumbran a ver en profundidad” (LF 30); “Viendo la unión de Cristo con el Padre, incluso en el momento de mayor sufrimiento en la cruz (cf. Mc 15,34), el cristiano aprende a participar en la misma mirada de Cristo” (LF 57). Termina pidiendo a la Virgen María: “Enséñanos a mirar con los ojos de Jesús, para que él sea luz en nuestro camino” (LF 60). Notamos que Jesús tenía mucha cercanía con la gente y percibía su situación. La mirada de Jesús sobre la multitud y lo que siente ante lo que ve. Se trata de la mirada del pastor que ve las ovejas fatigadas, abatidas y desorientadas.
Mirada que provoca en Él un sentimiento profundo: la compasión. Así, Jesús se duele entrañablemente de la situación en que viven los hombres. Pero también puede ver la multitud como un campo inmenso de acción para una cosecha abundante. Delante de ello declara que hay pocos trabajadores en relación a lo que se debe sembrar. Movido por esta mirada sobre la realidad, lo primero que hace es elevar la mirada al Padre, al Dueño de la mies, invitando a los discípulos a hacer lo mismo, a pedir que mande los trabajadores necesarios para la cosecha. La razón es porque Dios es el Dueño de la mies, y corresponde sólo al Dueño llamar y mandar a los cosechadores.
¿Cuál es nuestra mirada sobre la realidad que nos toca vivir? Hoy día hay mucha dispersión, desorientación y abatimiento. Lo diferente es la reacción que esta mirada nos provoca: el desaliento, el desánimo y la desesperanza. Al tener la mirada de Jesús hay que agregarle tener también sus mismos sentimientos, su mismo corazón. La misión es fruto, en parte, de una mirada sobre la multitud abandonada que provoca compasión. Una compasión que no se queda en la queja o lamento, sino que mueve a la acción. La primera y necesaria es la oración. Pedimos a Él que despierte vocaciones misioneras, que nos envíe misioneros para sembrar y cosechar. En su primera visita a los Estados Unidos, el Papa san Juan Pablo II, hablándoles a los Obispos de ese país poseedor de una cultura tan pragmática, les decía: “¿Qué es lo primero que hay que hacer? Lo primero que hay que hacer es rezar”. Aceptar esto supone aceptar que Dios forma parte de la realidad, que no podemos excluirlo al hacer nuestro diagnóstico pastoral. Descubramos la presencia de lo invisible en lo visible, de lo eterno en lo temporal, de dios y su obra en nuestro mundo concreto. También es posible y necesaria una actualización del llamado, de la elección de Dios (cf. Éx 1916). Pues Dios nos sigue llamando por nuestro nombre, personalmente, y nos sigue enviando a distintas realidades. Sólo con esta certeza interior de su llamada de amor podremos mantener el ardor misionero. Es una Gracia, gratis hemos recibido; y también implica una responsabilidad, gratis debemos dar, compartir esa fe recibida. Para Jesús la misión no es cuestión de cantidad. Lo importante es la respuesta fiel y perseverante a la llamada, que no fue total, porque uno de los doce lo traicionó. Y con los Once empezó la misión en la Iglesia. En cuatro siglos, hasta el imperio romano se convirtió al cristianismo. Entonces la fuerza y la fecundidad vienen de la acción del Espíritu Santo. Si esperamos a ser muchos, a ser suficientes, es poner demasiado la confianza en nosotros mismos y no en Dios.
Dijo el Papa Benedicto XVI en su homilía del 15 de junio de 2008: “Como hemos escuchado, a los Doce “les dio autoridad para expulsar espíritus inmundos y curar toda enfermedad y dolencia” (Mt 10, 1). Los Doce deberán cooperar con Jesús en la instauración del reino de Dios, es decir, en su señorío benéfico, portador de vida, y de vida en abundancia, para la humanidad entera. En definitiva, la Iglesia, como Cristo y juntamente con él, está llamada y ha sido enviada a instaurar el Reino de vida y a destruir el dominio de la muerte, para que triunfe en el mundo la vida de Dios, para que triunfe Dios, que es Amor. Esta obra de Cristo siempre es silenciosa; no es espectacular. Precisamente en la humildad de ser Iglesia, de vivir cada día el Evangelio, crece el gran árbol de la vida verdadera. Con estos inicios humildes, el Señor nos anima para que, también en la humildad de la Iglesia de hoy, en la pobreza de nuestra vida cristiana, podamos ver su presencia y tener así la valentía de salir a su encuentro y de hacer presente en esta tierra su amor, que es una fuerza de paz y de vida verdadera[…] sólo en cuanto santa, es decir, en cuanto llena del amor divino, la Iglesia puede cumplir su misión; y precisamente en función de esa tarea Dios la eligió y santificó como su propiedad personal […] Jesús no los llamó por ser ya santos, completos, perfectos, sino para que lo fueran, para que se transformaran a fin de transformar así la historia. Lo mismo sucede con nosotros y con todos los cristianos”.
Si nos sentimos fatigados, abatidos, hay que atreverse a sentir la mirada compasiva de Jesús. Él nos mira siempre así y se duele de nuestro abatimiento, de nuestra desorientación, de nuestra orfandad. Cualquier cargo que tengamos, nunca dejamos de ser ovejas ante sus ojos de Buen Pastor.
Pensamientos para el Evangelio de hoy
- «La esperanza cristiana nos sostiene para comprometernos a fondo en la nueva evangelización y en la misión universal. Nos empuja a orar como Jesús nos lo ha enseñado: ‘Que venga a nosotros tu reino’» (San Juan Pablo II)
- «La indiferencia: ¡cuánto mal hace a los necesitados la indiferencia humana! Y peor, ¡la indiferencia de los cristianos!» (Francisco)
- «La Iglesia es católica: Anuncia la totalidad de la fe; lleva en sí y administra la plenitud de los medios de salvación; es enviada a todos los pueblos; se dirige a todos los hombres; abarca todos los tiempos; ‘es, por su propia naturaleza, misionera’ (Concilio Vaticano II)» (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 868)


ORIENTACIÓN PARA SOLICITAR LA PEREGRINACIÓN DE LAS RELIQUIA EN 1ER GRADO DEL BEATO CARLO ACUTIS
Escríbenos a: contactounpasoaldia@gmail.com
Si quieres Donar para que sigamos creando y creciendo. Abundantes Gracias y Bendiciones
https://www.paypal.com/donate/?hosted_button_id=STYYR9CCBWKUC

DESCARGA, IMPRIME Y COMPARTE


Deja un comentario