Un camino de Fe

Evangelio del día

Reflexión al Evangelio de Hoy LUNES 19  de junio.

“Da al que te pide, y no le vuelvas la espalada al que quiere pedirte algo prestado.” 

LUNES 19  DE JUNIO 
UNDÉCIMA SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO

Oh Dios, que por medio de san Romualdo renovaste la vida eremítica en tu Iglesia, concédenos renunciar a nosotros mismos para que, siguiendo a Cristo, merezcamos subir felices al reino de los cielos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios por los siglos de los siglos. Amén.

R/. Aleluya, aleluya, aleluya

«Lámpara es tu Palabra para mis pasos, luz en mi sendero.» (Salmo 118, 105)

R/. Aleluya, aleluya, aleluya

Evangelio

Lectura del santo evangelio según SAN MATEO

Mateo 5, 38-42

“Yo les digo que no hagan frente al que les hace mal: al contrario, si alguien te da una bofetada en la mejilla derecha, preséntale también la otra.

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Ustedes han oído que se dijo: Ojo por ojo, diente por diente; pero yo les digo que no hagan resistencia al hombre malo. Si alguno te golpea en la mejilla derecha, preséntale también la izquierda; al que te quiera demandar en juicio para quitarte la túnica, cédele también el manto. Si alguno te obliga a caminar mil pasos en su servicio, camina con él dos mil. Al que te pide, dale; y al que quiere que le prestes, no le vuelvas la espalda”.

P/ Palabra del Señor
R/ Gloria a ti, Señor Jesús

MEDITACIÓN

PALABRAS DEL SANTO PADRE

En el Evangelio de este domingo (Mateo 5, 38-48) —una de esas páginas que mejor expresan la “revolución” cristiana— Jesús muestra el camino de la verdadera justicia mediante la ley del amor que supera la de la venganza, es decir «ojo por ojo y diente por diente». (…) Jesús no pide a sus discípulos sufrir el mal, es más, pide reaccionar, pero no con otro mal, sino con el bien. Solo así se rompe la cadena del mal (…) y cambian realmente las cosas. De hecho el mal es un “vacío”, un vacío de bien, y un vacío no se puede llenar con otro vacío, sino solo con un “lleno”, es decir con el bien. (…) Para Jesús el rechazo de la violencia puede conllevar también la renuncia a un derecho legítimo; y da algunos ejemplos: poner la otra mejilla, ceder el propio vestido y el propio dinero, aceptar otros sacrificios (cf vv. 39-42). Pero esta renuncia no quiere decir que las exigencias de la justicia sean ignoradas o contradichas; no, al contrario, el amor cristiano, que se manifiesta de forma especial en la misericordia, representa una realización superior de la justicia. Eso que Jesús nos quiere enseñar es la distinción que tenemos que hacer entre la justicia y la venganza. (Ángelus, 19 febrero 2017)

SS Francisco
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No te dejes vencer por el mal; por el contrario, vence al mal haciendo el bien”

Lo que hace Jesús es salir al paso de la legislación entonces vigente en el medio rabínico. Siguiendo lo que había expresado: “Han oído que se dijo… pero yo les digo…”. Es una reafirmación de la divina autoridad de Jesús, que está sobre los profetas y legisladores del Pueblo de Dios y sobre la ley misma. En el fondo, es una clara afirmación de la divinidad de Jesús. Él siendo el Mesías, Dios encarnado, tiene la autoridad para concretar lo que está previsto en el plan eterno de salvación. Ciertamente hemos explicado que existe un respeto y pedido de cumplimiento con lo mínimo, pero el creyente cristiano no debe quedarse con lo mínimo, pues Dios no sólo mira lo que se hace, sino que mira el corazón, sabiendo las profundas intenciones que anidan en él.

Lo que Jesús nos está enseñando es ir desterrando la venganza y romper con la cadena de violencia. Sólo el amor es capaz de cambiar un corazón y una vida. La ley del Talión, “ojo por ojo y diente por diente” (cf. Lev 24,19-20), fue necesaria en una cultura primitiva en que la venganza no tenía límite alguno. En su tiempo fue una ley progresista. Esta ley del talión se basaba en el principio de retribución: haz lo mismo que te hayan hecho. Es decir, si una persona te hizo un daño en un ojo, la persona dañada tiene derecho de hacerle daño en la misma proporción hasta un ojo también, no más que eso. Y si alguien la rompió a una persona un diente, la persona que sufrió la ruptura de un diente tiene derecho hasta romperle un diente al agresor.

Jesús niega que sea válido concretar este principio, afirmando que sus discípulos no deben buscar la venganza. La ley del Talión era una ley del derecho romano, ojo por ojo, lo que quiere decir, se castigará con el mismo daño, que se le haya hecho a la otra persona; esta ley regía en todo el Oriente, no sólo en el Pueblo de Dios, pero Jesús vino a perfeccionar también esta ley. Les enseña aceptar el camino de la humillación, estando dispuestos a sufrir la injusticia que se les hace y prestar el servicio necesario y requerido en cada momento, porque esa es la voluntad de Dios. Sabemos que la venganza engendra venganza, y así la cadena nunca se soltará, entonces; el único camino que se propone con Jesús es el perdón, aunque se tenga que pasar humillaciones de toda laya. La ley del Talión favorecería más a la justicia que a la misericordia, sin embargo, Él prefiere la misericordia: “Vayan a aprender qué significa aquello de misericordia quiero, y no sacrificio” (Mt 9,13). En el fondo, Jesús prefiere el sentimiento interior de un corazón sincero y compasivo, a la práctica rigorista y exterior de la ley. Si la ley del Talión respondía a un espíritu de justicia, no responde al Espíritu del Evangelio, que es pura caridad, ni responde al concepto de justicia que encontramos en las palabras de Jesús,

relacionándose más bien con la misericordia. Es superar cualitativamente el concepto de la venganza, si bien era lo más justo que había, por el de misericordia que presupone el perdón, ya que se regala un gesto de perdón, aunque no exista mérito alguno.

Si alguien te da una bofetada en una mejilla, preséntale la otra, es una forma literaria, hiperbólicamente, excesiva y fuertemente llamativa, es decir, no debería entenderse al pie de la letra, sino que se debe penetrar en lo que nos quiere comunicar. Jesús había reprendido y echó en cara cuando le abofetearon: “Si he hablado mal, muestra en qué; pero si he hablado bien, ¿por qué me pegas?” (Jn 18,23). Lo que nos enseña es que al cristiano no se le permite devolver mal por mal, nunca debería hacer mal a nadie, aunque se lo hayan hecho; al contrario, debe devolver bien por mal: “No te dejes vencer por el mal; por el contrario, vence al mal haciendo el bien” (Rom 12,21). Recordemos que Jesús se pasó haciendo el bien siempre y a todos. Hasta llegó también a perdonar a sus verdugos, pidiendo al Padre que no les tenga en cuenta aquel pecado.

El cristiano debería oponer la dulzura a la violencia, el desinterés a la avaricia, la renuncia de sus derechos a las exigencias injustas, el perdón a la venganza. Es decir, espíritu de benevolencia y caridad, que lo llevará a no negar su ayuda al hermano que lo solicite, esto es, si el discípulo de Jesús no regatea nada cuando se trata de ayudar a un prójimo suyo, está cumpliendo el precepto de la ley: “Amarás al prójimo, como a ti mismo”. El cristiano está llamado siempre a ser generoso en estos temas, perdonando, aunque no haya méritos de por medio. Nosotros en nuestro tiempo demasiado nos movemos a obrar en relación a lo que se merece, que en el fondo es algo justo, pero la enseñanza de Jesús plenifica apuntando al don, al regalo, aunque no se merezca la persona. Es hacer el bien sin mirar a quién, buscando y concretando siempre la voluntad de Dios. Recordemos que las exigencias de Jesús son expresiones de amor y no mera preocupación por los preceptos, de ahí que siempre será más exigente para el cristiano que para las personas judías que vivían en tiempo del Antiguo Testamento.

Estas exigencias de Jesús no van en contra del orden necesario de la sociedad. El mismo Jesús se constituye en paradigma: pide explicación a quien le ha herido (cf. Mc 14,48; Jn 18,23) y sufre la humillación; manda incluso a sus discípulos que compren una espada para defenderse de sus enemigos (cf. Lc 22,33) y Pablo apela, para defenderse de la injusticia, a su calidad de ciudadano romano y recurre incluso al tribunal supremo, al César. Pero también es cierto que obró haciendo el bien, perdonando y siendo misericordioso, lo que en la época era impensable se pudiere concretar.

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Pensamientos para el Evangelio de hoy

  • «Comprendan los cristianos que en esta clase de injurias que buscan repararse con el castigo, los cristianos observarán tal moderación que, una vez recibida la injuria, no nazca el odio» (San Agustín)
  • «También Jesús nos habla en el Evangelio de la santidad, y nos explica la nueva ley, la suya. No sólo no se ha devolver al otro el mal que nos ha hecho, sino que debemos esforzarnos por hacer el bien con largueza» (Francisco)
  • «El respeto a la persona humana pasa por el respeto del principio: ‘Que cada uno, sin ninguna excepción, debe considerar al prójimo como ‘otro yo’, cuidando, en primer lugar, de su vida y de los medios necesarios para vivirla dignamente’ (Concilio Vaticano II) (…)» (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 1.931)

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¡Viva María!

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