“Él tomó nuestras debilidades y cargó sobre sí nuestras enfermedades.”
SÁBADO 1 DE JULIO
DUODÉCIMA SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO

Haz que nosotros tus siervos, Señor Dios, gocemos de perpetua salud de alma y cuerpo, y, por la intercesión de la gloriosa siempre Virgen Santa María, líbranos de las tristezas presentes y concédenos disfrutar las alegrías eternas. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios por los siglos de los siglos. Amén.En aquel tiempo, al entrar Jesús en Cafarnaúm, se le acercó un oficial romano y le dijo: “Señor, tengo en mi casa un criado que está en cama, paralítico, y sufre mucho”. El le contestó: “Voy a curarlo”.

R/. Aleluya, aleluya, aleluya
Cristo tomó nuestras dolencias y cargó con nuestras enfermedades (Mateo 8, 17b)
R/. Aleluya, aleluya, aleluya
Evangelio
Lectura del santo evangelio según SAN MATEO
Mateo 8, 5-17
“Señor, no soy digno de que entres en mi casa; basta que digas una palabra y mi sirviente se sanará.”
En aquel tiempo, al entrar Jesús en Cafarnaúm, se le acercó un oficial romano y le dijo: “Señor, tengo en mi casa un criado que está en cama, paralítico, y sufre mucho”. El le contestó: “Voy a curarlo”.
Pero el oficial le replicó: “Señor, yo no soy digno de que entres en mi casa; con que digas una sola palabra, mi criado quedará sano. Porque yo también vivo bajo disciplina y tengo soldados a mis órdenes; cuando le digo a uno: ‘¡Ve!’, él va; al otro: ‘¡Ven!’, y viene; a mi criado: ‘¡Haz esto!’, y lo hace”.
Al oír aquellas palabras, se admiró Jesús y dijo a los que lo seguían: “Yo les aseguro que en ningún israelita he hallado una fe tan grande. Les aseguro que muchos vendrán de oriente y de occidente y se sentarán con Abraham, Isaac y Jacob en el Reino de los cielos. En cambio, a los herederos del Reino los echarán fuera, a las tinieblas. Ahí será el llanto y la desesperación”.
Jesús le dijo al oficial romano: “Vuelve a tu casa y que se te cumpla lo que has creído”. Y en aquel momento se curó el criado.
Al llegar Jesús a la casa de Pedro, vio a la suegra de éste en cama, con fiebre. Entonces la tomó de la mano y desapareció la fiebre. Ella se levantó y se puso a servirles.
Al atardecer le trajeron muchos endemoniados. Él expulsó a los demonios con su palabra y curó a todos los enfermos. Así se cumplió lo dicho por el profeta Isaías: Él hizo suyas nuestras debilidades y cargó con nuestros dolores.
P/ Palabra del Señor
R/ Gloria a ti, Señor Jesús
MEDITACIÓN
PALABRAS DEL SANTO PADRE
Nosotros vamos por este camino para encontrar al Señor». Por lo tanto, en el período de Adviento «caminamos para encontrarlo. Encontrarlo con el corazón, con la vida; encontrarlo vivo, como Él es; encontrarlo con fe». En verdad, no es «fácil vivir con fe», «El Señor, en la palabra que hemos escuchad , se maravilló de este centurión. Se maravilló de la fe que tenía. Había hecho un camino para encontrar al Señor. Pero lo había hecho con fe. Por ello no sólo encontró al Señor, sino que sintió la alegría de haber sido encontrado por el Señor. Y éste es precisamente el encuentro que nosotros queremos, el encuentro de la fe. Cuando sólo nos limitamos a encontrar al Señor, «somos nosotros —pero esto digámoslo entre comillas— los “dueños” de este encuentro». Cuando, en cambio, «nos dejamos encontrar por Él, es Él quien entra dentro de nosotros» y nos renueva completamente. Y éste es precisamente el encuentro que nosotros queremos, el encuentro de la fe. Encontrar al Señor, pero dejarnos encontrar por Él. (Homilía Santa Marta, 2 diciembre 2013)
SS Francisco
“Jesús vino no sólo a dar un sentido redentor a nuestros sufrimientos, sino a tomar sobre sí la expiación de nuestros pecados”
La fe del oficial romano (o centurión) se nos presenta como modelo a seguir porque es la respuesta que debe tener un creyente ante un milagro. Le dice a Jesús: “Señor, no soy digno de que entres en mi casa; basta que digas una palabra y mi sirviente se sanará”. Se manifiesta el poder de Jesús, al pronunciar su Palabra, como es viva y eficaz, produce en la realidad lo que dice, porque en lo que dice está su voluntad. Dios no habla por hablar, al decir, acontece en la realidad aquello que dice. No hizo falta que Jesús estuviese físicamente en el lugar, como Él es Señor del cielo y de la tierra, no existe nada ni nadie más poderoso a su Persona y su Palabra.
Sabemos que la fe requiere el sacrificio de renunciar a sí mismo, la inmolación del propio yo, de tal modo a que se pueda aceptar plenamente a Dios, sacrificio que debe ser entero, no a medias. Una confianza total en el Absoluto, en Dios. La falta de fe o la poca fe, hicieron que Jesús no obrara muchos milagros en esas condiciones, es como que opaca el canal de la Gracia para que llegue bien a destino, porque Dios siempre respeta nuestra libertad. Había entre los descendientes de Abraham (los judíos) como una falsa seguridad, lo que impedía en ellos el libre desarrollo de una fe persona y mucho más comprometida. Nos puede pasar a cualquiera que estemos tan seguros sea por el servicio que hacemos, o por las oraciones de todos los días o por ayudar a tanta gente, sin embargo, es importante siempre mirar lo más profundo del corazón de la persona para entender hasta dónde confía y cree en el Señor y no sólo en sus propias fuerzas.
Entonces, la fe del centurión pagano superó a la de los judíos, aunque ellos eran los miembros del Pueblo de Dios. Lo mismo para nosotros, los cristianos, somos Pueblo de Dios consagrado, por tanto, tenemos mayor responsabilidad que las personas que no forman parte de este Pueblo. Sería triste y humillante si nuestra fe y caridad fueran superadas por personas que no fueran elegidas por el Señor. Aunque en la historia se puede constatar que muchas conversiones se han dado e incluso personas que provenían del mundo pagano, confiaban más en el Mesías que los propios miembros del Pueblo de Dios, quienes han sido llamados por el mismo Dios para seguirlo y vivir como discípulos siempre. El tercer milagro habla de la curación de la mujer, la suegra de Pedro, con gestos y palabras, manifiesta que es el Mesías, el cumplimiento de las promesas antiguas. Y quienes creen en el Mesías, inmediatamente se ponen disponibles para servir. Nadie puede resistirse a tanto amor.
Entonces nos muestra que las tres personas son necesitadas de distintas realidades, a quienes Jesús les responde con la Gracia, actuando así con misericordia, cerrando con un texto del profeta Isaías: “Él tomó nuestras debilidades y cargó con nuestras enfermedades” (Is 53,4). Qué maravillosas acciones que producen efectos de conversión, que se discierne el cumplimiento que Isaías había anunciado y el servicio que conlleve la persona favorecida por el amor de Dios (la suegra de Simón).
¿A qué nos lleva este texto? A confiar en la eficacia de la acción mesiánica que da cumplimiento a las promesas que se hicieron antiguamente e impulsa a quienes reciben el favor de dicho cumplimiento en ser servidores dando la vida por amor. Jesús hizo muchísimos milagros, acciones extraordinarias que no tenían explicaciones con las leyes naturales, es decir, eran claramente intervenciones sobrenaturales. Pero atención: el objetivo no es hacer show, sino suscitar la fe. El interés de Jesús no está en llamar la atención de la gente, sino en que haya arrepentimiento de la vida anterior y empezar una nueva vida con el amor de Dios, convertidos, girados totalmente hacia Dios, fuente de felicidad.
Cuando vemos estas acciones de Jesús, confirmamos que tenía un gran liderazgo humano, pero estaba lleno del Espíritu Santo, siendo Él mismo el cumplimiento de la Ley y los Profetas, entonces obraba desde su dimensión divina a favor de quienes realmente necesitaban. Aunque ciertamente también para que conozcan quién es Dios y para qué vino al mundo. Jesús toma sobre sí nuestros dolores por su propio sufrimiento expiador. Jesús vino no sólo a dar un sentido redentor a nuestros sufrimientos, sino a tomar sobre sí la expiación de nuestros pecados. Vino para curar nuestras enfermedades todas, pero principalmente las del alma, asumiendo la responsabilidad ante el Padre de pagar por nuestros pecados, siendo nuestro Redentor, el Salvador.
Pensamientos para el Evangelio de hoy
- «La fe de este centurión anuncia la fe de los gentiles; fue como el grano de mostaza, menudo pero ardoroso» (San Agustín)
- «Jesús se maravilló de la fe que tenía este centurión. Había emprendido un camino para encontrar al Señor, pero lo había hecho con fe. Por esto no solamente él ha encontrado al Señor, sino que ha sentido la alegría de ser encontrado por el Señor» (Francisco)
- «Todos los hombres están llamados a entrar en el Reino. Anunciado en primer lugar a los hijos de Israel, este reino mesiánico está destinado a acoger a los hombres de todas las naciones (cf. Mt 8,11). Para entrar en él, es necesario acoger la palabra de Jesús» (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 543)

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