“Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno.”
MARTES 15 DE AGOSTO
DECIMANOVENA SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO

Oh Dios que, al mirar la humildad de la Virgen María le diste la gracia de que tu Unigénito naciera de ella según la carne, y en este día la coronaste de gloria incomparable, concede a quienes hemos sido salvados gracias al misterio de tu redención, que merezcamos, por sus oraciones, ser glorificados por ti. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios por los siglos de los siglos. Amén.

PRIMERA LECTURA
LECTURA DEL PRIMER LIBRO DE LAS CRÓNICAS
1 Crónicas 15, 3-4. 15-16; 16, 1-2
En aquellos días, David congregó en Jerusalén a todos los israelitas, para trasladar el arca del Señor al lugar que le había preparado. Luego reunió a los hijos de Aarón y a los levitas. Luego los levitas se echaron los varales a los hombros y levantaron en peso el arca de Dios, tal como había mandado Moisés por orden del Señor. David mandó a los jefes de los levitas a organizar los cantores de sus familias, para que entonasen cantos festivos acompañados de instrumentos, arpas, cítaras y platillos. Metieron el arca de Dios y la instalaron en el centro de la tienda que David le había preparado. Ofrecieron holocaustos y sacrificios de comunión a Dios y, cuando David terminó de ofrecerlos, bendijo al pueblo en nombre del Señor.
SALMO RESPONSORIAL
LIBRO DE LOS SALMOS
Salmo 131, 6-7. 9-10. 13-14
R/. Levántate, Señor, ven a tu mansión, ven con el arca de tu poder
Oímos que estaba en Efrata, la encontramos en el Soto de Jaar: entremos en su morada, postrémonos ante el estrado de sus pies. R/.
Que tus sacerdotes se vistan de gala, que tus fieles vitoreen. Por amor a tu siervo David, no niegues audiencia a tu Ungido. R/.
Porque el Señor ha elegido a Sión, ha deseado vivir en ella: «Ésta es mi mansión por siempre, aquí viviré, porque la deseo. R/.
SEGUNDA LECTURA
LECTURA DE LA PRIMERA CARTA DEL APÓSTOL SAN PABLO A LOS CORINTIOS
1 Corintios 15, 54-57
Hermanos: Cuando esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra escrita: «La muerte ha sido absorbida en la victoria. ¿Dónde está, muerte, tu victoria? ¿Dónde está, muerte, tu aguijón?» El aguijón de la muerte es el pecado, y la fuerza del pecado es la Ley. ¡Demos gracias a Dios, que nos concede la victoria por nuestro Señor Jesucristo!
Evangelio
Lectura del santo evangelio según SAN LUCAS
Lucas 11, 27-28
“¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!”
En aquel tiempo, mientras Jesús hablaba a las gentes, una mujer de entre el gentío levantó la voz, diciendo: —«Dichoso el vientre que te llevó y los pechos que te criaron.»
Pero Él repuso: —«Mejor, dichosos los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen.»
P/ Palabra del Señor
R/ Gloria a ti, Señor Jesús
MEDITACIÓN
PALABRAS DEL SANTO PADRE
SS Francisco
“El que está lleno de sí mismo no da espacio a Dios, y tantas veces estamos llenos de nosotros, pero el que permanece humilde permite al Señor realizar grandes cosas.”
La Asunción de María no se encuentra narrada en el Nuevo Testamento, por ello no hay que buscar en este texto una referencia explícita a este dogma mariano. Sin embargo, es sugestiva la relación que encuentra el Card. Vanhoye entre el evangelio de hoy y la Asunción de María: el Magníficat expresa muy bien los sentimientos de María con ocasión de su Asunción. Según este autor, el Magníficat es un canto profético que anuncia la exaltación de María en el acontecimiento de la Asunción.
El sentido de este dogma de fe mariano, su contenido y su alcance; para luego ver cómo ilumina nuestra vida. El Catecismo nos señala el principal fundamento de esta gracia o privilegio especial que recibió María: su estrecha vinculación al misterio pascual de su Hijo Jesús. Ella participó de modo singular en la resurrección de su Hijo y así Dios anticipó en ella la suerte final de todos los cristianos. Y esta Gracia especial de María tiene su repercusión para la Iglesia quien ve en Ella su futuro ya realizado por cuanto la Asunción es una anticipación de la resurrección de los demás cristianos. Por esto es señal de esperanza y consuelo (cf. CEC 966 y 972).
Como bien dice R. Cantalamessa, cuando Sta. Teresita del Niño Jesús expresó su misión eterna diciendo: “quiero pasar mi cielo haciendo el bien en la tierra”; estaba haciendo suya, sin saberlo, la vocación de María, quien pasa su cielo haciendo el bien en la tierra. ¿Y cómo lo hace? Mediante su poderosa intercesión. En las bodas de Caná vemos a María intercediendo ante su Hijo Jesús porque se terminó el vino de la fiesta. Y le hizo anticipar su hora. Pues bien, ahora que María está asociada a la glorificación de su Hijo, su poder de intercesión desde el cielo es infinitamente mayor. Por eso con tanta fe y confianza le dirigen sus súplicas los cristianos de todos los tiempos. Un claro testimonio es la oración “Acordaos”, atribuida a san Bernardo, pero cuyos textos más antiguos son del siglo XV y se desconoce su verdadero autor: «Acordaos, oh piadosísima Virgen María, que jamás se ha oído decir que ninguno de los que han acudido a tu protección, implorando tu asistencia y reclamando tu socorro, haya sido abandonado de ti. Animado con esta confianza, a ti también acudo, oh Madre, Virgen de las vírgenes».
En su vida terrena María vivió la Esperanza mediante el ejercicio de la memoria, tal como lo prueba el Magníficat. María hace memoria de las grandes maravillas obradas por Dios en favor de su pueblo, en el pasado; y en favor de ella en el presente, a pesar de su pequeñez. María guardaba todas las cosas vividas con Jesús y las meditaba en su corazón. Así, haciendo memoria, mantuvo siempre viva la Esperanza. R. Cantalamessa: “María que en el misterio de la Encarnación fue maestra de fe, en el Misterio Pascual es, por tanto, maestra de la esperanza. Como María estuvo junto al Hijo crucificado, así la Iglesia está llamada a estar junto a los crucificados de hoy: los pobres, los que sufren, los humillados y los heridos. ¿Y cómo estará la Iglesia junto a ellos? Con esperanza, como María. No basta compadecerse de sus penas o incluso buscar aliviarlas. Es demasiado poco. Esto lo pueden hacer todos, incluso los que no conocen la resurrección. La Iglesia debe dar esperanza, proclamando que el sufrimiento no es absurdo, sino que tiene un sentido, porque habrá resurrección de la muerte […] Los hombres tienen necesidad de esperanza para vivir, como del oxígeno para respirar”. El Papa Francisco, nos decía en el Ángelus del 15 de agosto de 2021: “María, en su pequeñez, conquista primero los cielos. El secreto de su éxito reside precisamente en reconocerse pequeña, en reconocerse necesitada. Con Dios, solo quien se reconoce como nada es capaz de recibirlo todo. Solo quien se vacía es llenado por Él. Y María es la “llena de gracia” (v. 28) precisamente por su humildad. También para nosotros, la humildad es el punto de partida, siempre, es el comienzo de nuestra fe. Es esencial ser pobre de espíritu, es decir, necesitado de Dios. El que está lleno de sí mismo no da espacio a Dios, y tantas veces estamos llenos de nosotros, pero el que permanece humilde permite al Señor realizar grandes cosas (cf. v. 49).
El poeta Dante se refiere a la Virgen María como “humilde y más elevada que una criatura” (Paraíso XXXIII, 2). Es hermoso pensar que la criatura más humilde y elevada de la historia, la primera en conquistar los cielos con todo su ser, cuerpo y alma, pasó su vida mayormente dentro del hogar, pasó su vida en lo ordinario, en la humildad. Los días de la Llena de gracia no tuvieron mucho de impresionantes. A menudo se sucedieron iguales, en silencio: por fuera, nada extraordinario. Pero la mirada de Dios permaneció siempre sobre ella, admirando su humildad, su disponibilidad, la belleza de su corazón, nunca tocado por el pecado.
Este es un gran mensaje de esperanza para nosotros; para ti, para cada uno de nosotros, para ti que vives las mismas jornadas, agotadoras y a menudo difíciles. María te recuerda hoy que Dios también te llama a este destino de gloria. No son palabras bonitas, es la verdad. No es un final feliz artificioso, una ilusión piadosa o un falso consuelo. No, es la pura realidad, viva y verdadera como la Virgen Asunta al Cielo. Celebrémosla hoy con amor de hijos, celebrémosla gozosos pero humildes, animados por la esperanza de estar un día con ella en el Cielo”.
María vivió “la esperanza contra toda esperanza” junto a la cruz de Jesús y participando como nadie del misterio pascual de su Hijo. Nos enseña a vivirla también a nosotros, particularmente en los momentos límites, cuando parece que ya nada más podemos hacer. En esos momentos María, como una estrella brillante en la noche, nos invita a seguir mirando al cielo y continuar esperando en Dios.
Esta experiencia de entrega con su sí y su fiat es modelo para nosotros a favor del nuevo Pueblo que se va gestando con la venida del Hijo de Dios. Dichosa tú que has creído María Santísima. Su visita no fue para ir a hablar mal de alguien, ni para escuchar experiencias superficiales de la vida; su visita fue para acompañar y servir, porque ese encuentro es con alguien que también fue favorecida. Era compartir entre dos personas que recibieran una acción extraordinaria de Dios en su vida cotidiana, por tanto, el encuentro suscitaba compartir esa alegría y alabar y glorificar a Dios por las maravillas que obró en ellas.
Pensamientos para el Evangelio de hoy
- «La fiesta de la Asunción de Nuestra Señora nos propone la realidad de esa esperanza gozosa. Somos aún peregrinos, pero Nuestra Madre nos ha precedido y nos señala ya el término del sendero: nos repite que es posible llegar y que, si somos fieles, llegaremos» (San Josemaría)
- «En esta Solemnidad de la Asunción miramos a María: Ella nos conduce a la esperanza, a un futuro lleno de alegría y nos enseña el camino para alcanzarlo: acoger en la fe a su Hijo; no perder nunca la amistad con Él, sino dejarnos iluminar y guiar por su palabra» (Benedicto XVI)
- «La Santísima Virgen María, cumplido el curso de su vida terrena, fue llevada en cuerpo y alma a la gloria del cielo, en donde ella participa ya en la gloria de la resurrección de su Hijo, anticipando la resurrección de todos los miembros de su Cuerpo» (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 974)

HOY:

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