
Muchos cristianos desencantados consideran que en el inicio del tercer milenio ya no es posible para un joven seguir el camino de la santidad en el mundo de la adolescencia, a menos que se encierre en una “burbuja” impermeable al tiempo y al entorno. Carlo Acutis, un joven italiano que murió en 2006 a la edad de quince años, al que el Papa Francisco elogia en su Exhortación apostólica Christus vivit (25 de marzo de 2019), demuestra precisamente lo contrario. Este joven lleno de entusiasmo y de excepcional talento, sobre todo en informática, veía la Eucaristía como su « autopista hacia el Cielo ».

Carlo y las Almas del Purgatorio
Carlo Acutis tenía una profunda preocupación por las almas del purgatorio y solía rezar por ellas. La Iglesia católica enseña que el purgatorio es un estado de purificación donde las almas que han muerto en estado de gracia pero que aún necesitan purificarse antes de entrar en el cielo, son ayudadas por las oraciones de los vivos. Carlo se destacó por su compromiso en ayudar a estas almas a través de sus oraciones y sacrificios.
En su vida, Carlo mantuvo una lista de las almas del purgatorio y solía rezar por ellas. También dijo que cuando las almas del purgatorio llegan al cielo, te ayudan a obtener muchas gracias. Su devoción por las almas del purgatorio refleja la enseñanza católica de orar por los difuntos para que alcancen la plenitud de la vida eterna.
Su vida y sus acciones inspiran a muchas personas a profundizar su relación con Dios y a recordar la importancia de orar por las almas del purgatorio.
La devoción a Carlo Acutis y su relación con las almas del purgatorio se ha convertido en un ejemplo para muchos católicos, especialmente para aquellos que desean vivir una vida de fe profunda y dedicación a ayudar a los necesitados, incluso después de su propia muerte.
Su madre nos cuenta del camino de Santidad de Carlo
Carlo Acutis tiene siempre presentes los « novísimos » : la muerte, el juicio final, el infierno y el paraíso, realidades últimas de la vida de todo hombre. Su interés por estos temas hace que, a veces, lo traten de exagerado o de beato, incluso sus amigos. Ha conocido a sacerdotes que no creen en la existencia del infierno, ni siquiera del purgatorio, lo que le ha escandalizado. Para él, este punto de la doctrina católica, enseñado muchas veces por Jesucristo y por el Magisterio de la Iglesia, está fuera de toda duda : « Si realmente las almas corren el riesgo de condenarse, como en efecto lo han testimoniado tantos santos y como lo han confirmado las apariciones de Fátima, me pregunto por qué en la actualidad casi no se habla del infierno, porque es algo tan terrible y espantoso que me horrorizo sólo con pensar en ello… la única cosa que deberíamos realmente temer es el pecado ». En efecto, pues « a los ojos de la fe, ningún mal es más grave que el pecado y nada tiene peores consecuencias para los pecadores mismos, para la Iglesia y para el mundo entero » (Catecismo de la Iglesia Católica, núm. 1488).
«Mi hijo llevaba una vida completamente normal —atestigua el padre de Carlo—, pero siempre tenía presente en el pensamiento el hecho de que todos deberemos morir algún día. Cuando se evocaba en su presencia un proyecto de futuro, él respondía : “Sí, si aún seguimos con vida mañana o pasado mañana, pues solamente Dios conoce el futuro” ».
Lo cierto que para cualquier madre, su hijo es una joya. La joya. Antonia no iba mal encaminada y siempre fue consciente de que Carlo era «un chico especial». «Su generosidad y su bondad estaban fuera de lo normal. Cuando era apenas un niño siempre me decía que “él prefería no brillar para que la luz del que tenía al lado pudiera tener su lugar protagonista”, explica Antonia que destaca del joven su negativa a caer «en los juicios y en los chismorreos»: «O hablaba bien de alguien o prefería callar».
Antonia habla sobre su hijo, quien tenía una fuerte personalidad que hacía que todos le quisieran por ser inteligente, simpático y espontáneo. A pesar de que era contrario al aborto, sus compañeros lo respetaban porque sabía argumentar su postura, «Fue el único capaz de manifestarse ante sus compañeros como contrario al aborto y, lejos de provocar rechazo, le dio autoridad porque sabía argumentarlo». Antonia cree que la coherencia de su hijo lo hizo atractivo tanto en vida como para sus miles de seguidores actuales. Antonia afirma que cada día reciben noticias de posibles milagros que se han producido por la intercesión de su hijo, y está convencida de que él tiene un hilo directo con Dios. Antonia aclara que cuando se tiene fe, todo es posible.
Habla sobre Carlo, quien era visto por aquellos que lo conocían como una persona que irradiaba una energía especial y era capaz de ser una fuente de inspiración para los demás. «Estar con Carlo era como cuando tú entras en un santuario en el que te da la sensación de que hay un aura especial. Él tenía esa capacidad de ser una fuente de agua viva para todos los que estábamos con él».

Lo cierto que para cualquier madre, su hijo es una joya. La joya. Antonia no iba mal encaminada y siempre fue consciente de que Carlo era «un chico especial». «Su generosidad y su bondad estaban fuera de lo normal. Cuando era apenas un niño siempre me decía que “él prefería no brillar para que la luz del que tenía al lado pudiera tener su lugar protagonista”, explica Antonia, que destaca del joven su negativa a caer «en los juicios y en los chismorreos»: «O hablaba bien de alguien o prefería callar».
Liderazgo moral
Lejos de ser considerado el raro de la clase por sus convicciones religiosas o de contar con pocos amigos por su talante conciliador, precisamente la seguridad que le otorgaban sus creencias es lo que le convirtieron en un referente para sus compañeros. Es más, en el colegio León XIII de los jesuitas de Milán se erigió como aquel que rescataba a los que sufrían acoso escolar: «Salía al encuentro y en defensa de los que tenían problemas de integración porque eran introvertidos o se metían con ellos. Carlo los convertía a partir de ahí en sus mejores amigos y acababa con su discriminación».
Al echar la vista atrás, también rememora cómo «estar con Carlo era como cuando tú entras en un santuario en el que te da la sensación de que hay un aura especial. Él tenía esa capacidad de ser una fuente de agua viva para todos los que estábamos con él». En un primer vistazo, hay quien podría pensar que el adolescente era un simple devoto ensimismado que iba a misa y rezaba el rosario todos los días y que creó un material audiovisual que difundió a través de internet que versaba sobre 136 milagros eucarísticos reconocidos por la Iglesia.
“No vivía en las nubes ni tenía una actitud clerical. No era un cristiano de boquilla», sentencia su madre, que reafirma que «era un chico de su tiempo con un sentido de la realidad enorme: visitaba ancianos, ahorraba dinero para los pobres, fue voluntario en comedores sociales…». Con este retrato, uno podría pensar que Carlo era prácticamente perfecto: «También tenía sus cosas, como tenemos todos. No era un trasto, pero era especialmente goloso y engordó bastante, pero fue capaz de plantarse y ponerse a dieta para quitar los aperitivos y los postres. Era muy exigente consigo mismo y sabía retarse. Por ejemplo, “su examen de conciencia lo hacía escribiendo en un cuaderno sus defectos y puntuándose diariamente sobre su comportamiento con la familia, con sus amigos…». Para su madre, «luchaba constantemente contra sí mismo, o mejor, contra su amor propio para que fuera el amor de Dios el que contagiara su día a día».
Dios se lo llevó demasiado pronto. «En ningún momento le he pedido explicaciones o me he enfadado. Es cierto que juego con ventaja, porque me preparó para la muerte de mi hijo, porque todo se desencadenó cuando yo llevaba varios años estudiando teología, que me ayudo para profundizar en mi fe», señala Antonia. «Cuando estábamos en el hospital, comprendí que era la voluntad de Dios que tenía que aceptar ese sufrimiento por un bien mayor. Sentía que me hablaba a través de esos versículos de Job que dicen ‘El Señor me lo dio y el Señor me lo quitó: ¡bendito sea el nombre del Señor’».
«No solo los grandes como San Francisco de Asís o el padre Pío pueden alcanzar la santidad. Para Dios, todos somos especiales y únicos, y todos tenemos una misión, no solo los curas y las monjas, como lo demuestra nuestra huella dactilar que nos hace irrepetibles»
A la vista de su pasión por lo digital, a la madre de Carlo Acutis no le extrañaría que antes o después se le declarara «patrón de la informática». «El mundo virtual tiene una parte de luz, pero también aspectos oscuros, como catalizar la mente o la pornografía. Mi hijo puede ser un buen referente para iluminar a quienes se mueven en internet, porque él supo descubrir que era un instrumento poderosísimo que podemos utilizar sin contaminarnos», defiende Antonia.
Es más, recuerda cómo a los ocho años le regalaron la PlayStation y no hizo falta que se le castigara por no soltar el mando en todo el día. «Él mismo se marcó el uso máximo de consola de una hora a la semana, porque sabía que la vida no se podía reducir a la pantalla y que un consumo abusivo era peligroso hasta convertirse en una adicción, en una droga». Antonia sabe que «Carlo representa lo que el Papa Francisco llama ‘los santos de la puerta de al lado’», un modelo vital que, ni mucho menos, considera inalcanzable.
¿Qué significa ser la madre de un santo?
“Para mí es una gran responsabilidad. Yo también estoy llamada a ser santa, todos tenemos que ser santos. Tener un hijo como Carlo me lleva a imitarlo. Carlo está ayudando a muchas personas en todo el mundo, que me llaman y me escriben. Es algo muy bonito porque ayudar a las almas es lo más importante del mundo. Se trata de ayudar a través de Carlo, que no es un fin sino un medio para acercar la gente a Jesús. Eso es lo más importante”.
¿Cómo ha ayudado Carlo a su familia a acercarse a Dios?
“A mí me ha ayudado mucho. Yo vivía en una familia laica, mi padre era editor y siempre estaba con escritores, periodistas, artistas… y nunca se hablaba de Dios. Teníamos la fe, pero no se practicaba jamás. Yo soy afortunada porque vivía en Roma, en un barrio que solo había escuelas católicas y por eso yo fui a una escuela católica y eso me ayudó. Así, como era tradicional recibí la Primera Comunión, la Confirmación y me casé por la Iglesia. Ese era mi nivel de fe, muy pequeño. Pero el Señor escribe recto en los renglones torcidos y tras el nacimiento de Carlo mi vida cambió. Carlo era una persona muy precoz en todo, también en la fe. Hacía muchas preguntas y yo no sabía que responder, era muy profundo”.
Un acontecimiento importante fue la muerte de mi padre, que no la esperábamos, ya que falleció a los 57 años, muy joven. Esto hizo que me hiciese algunas preguntas como si existía la vida eterna. Carlo un día, con cuatro años y medio, me dijo que se le había aparecido su abuelo y le había pedido que rezase por él porque estaba en el purgatorio. Y en ese momento empezó a rezar siempre por las almas del purgatorio, tenía esta particular atención. Yo después de esto encontré un sacerdote mayor, de gran fe, que me ayudó mucho. Lo primero que me dijo es que mi hijo tenía una misión especial por la Iglesia, yo no lo comprendía. Allí comenzó mi camino de conversión.
Carlo ha sido para mí un pequeño salvador, con su vida, con su testimonio, me ha hecho comprender que los sacramentos son instrumentos eficaces de la gracia de Dios. En la Eucaristía está la presencia real de Jesús. Yo antes como los protestantes solo veía símbolos. Ha sido el descubrimiento de mi vida, saber que está Dios con nosotros, en cualquier sagrario, es algo increíble saber que es la verdadera presencia de Jesucristo. Carlo vivía esto de una forma extraordinaria y lo contagiaba a todos. Era un testimonio veraz porque tenía a Jesús en el corazón.
¿Él, que murió joven, qué puede enseñar a los jóvenes de hoy en día en un contexto complicado para vivir la fe?
Es cierto que hay un contexto difícil para los jóvenes con muchas tentaciones como la pornografía, la droga, el alcohol, la adición a los videojuegos, a Internet… Carlo, a pesar de todo ello, nos muestra que es posible ser santo. Así se ve también a través de la película, que está muy bien hecha, que impacta y conmueve. Puede ayudar mucho porque hay testigos de personas que se han convertido gracias a Carlo. Puede ayudar mucho a los jóvenes.
Carlo tiene mucho que decir hoy, la llamada a la santidad es para todos. Cada uno de nosotros está llamado a ser santos, como dice Jesús “sed perfectos como lo es nuestro Padre del cielo”. Cada uno es diferente, especial y tenemos la posibilidad de ser santos. Carlo nos enseña que la vida es una batalla, porque tenemos que luchar por mejorar pero tenemos un tesoro escondido que son los sacramentos, Jesús en persona que nos ayuda. Este es el mensaje de Carlo: que existe la vida eterna, que cada minuto que pasa es un minuto menos para santificarnos, de ahí que sea importante no gastar el tiempo en cosas que no gustan a Dios.
Siendo joven tuvo que asumir la enfermedad, ¿cómo la vivió y cómo puede ayudar su ejemplo hoy para los que sufren y están enfermos?
Antes de saber que tenía una leucemia parecía una simple gripe. Él un día nos dijo que ofrecía su sufrimiento por la Iglesia, por el Papa, por las almas del purgatorio y para ir derecho al paraíso. Esta última frase no la comprendíamos porque Carlo era bromista, simpático, generoso, tenía un sentido del humor muy grande, siempre limpio. Pero no estaba de broma. Una mañana se levantó y no podía moverse y lo tuvimos que llevar al hospital, donde nos dijeron que tenía leucemia y que podía salir vivo o no. Sin embargo, Carlo nada más llegar al hospital me dijo “mamá de aquí no voy a salir vivo pero te prometo que haré muchos signos y ayudaré a muchas personas”. Y así está haciendo
La enfermedad la vivió siempre con la sonrisa. Para mí la muerte de Carlos fue la certeza de su santidad. Jamás se lamentó y siempre decía que había gente que sufría más. Tenía una mirada de luz y de paz. Para Carlo la muerte era el paso a la vida eterna, al encuentro con su amor, que era Jesús. Jesús fue el motivo de su vida, en su Primera Comunión, a los 7 años, escribió “mi programa de mi vida es estar siempre unido a Jesús”. Y así ha sido, participaba a diario en la misa, en la adoración, en el rezo del Rosario o leyendo la Sagrada Escritura. Eso no lo impedía vivir una vida normal. Cuando nosotros vivimos nuestra vida ordinaria y abrimos de par en par nuestra vida a Dios, nuestra vida ordinaria se convierte en extraordinaria. Dios nos ayuda y la hace extraordinaria.
En Milán tenemos la costumbre de elegir cada año un santo que nos acompaña durante todo el año. Carlo siempre elegía la Virgen, Jesús, la Sagrada Familia… y por primera vez el año que murió eligió un santo normal, san Alessandro Sauli, y estábamos sorprendidos. Fue el santo del día de su muerte, el 11 de octubre. Cuando era pequeño decía que iba a morir por una hemorragia cerebral, como pasó. Pienso que el Espíritu Santo lo ayudaba.
«Le debo a Carlo mucho, porque fue un pequeño salvador para mí»
Carlo ha cambiado la vida a mucha gente, pero a los primeros que ayudó en la fe fue a su familia.
-Sí, porque provengo de una familia muy laica. No practicaba la fe. Yo solo fui tres veces a misa antes de que naciera Carlo, como siempre cuento. Hice la Primera Comunión porque vivía en el centro de Roma, rodeada de escuelas católicas. Pero mi vida está muy alejada de Dios. Sin embargo Carlo era un chico muy piadoso. Siempre estaba rezando. Entraba a las iglesias para ver a Jesús. Era verdaderamente un chico especial. Dios escribe recto entre renglones torcidos, y la ayuda que me dio Carlo fue muy grande. Él me preguntaba y yo no sabía qué responder, y eso me molestaba un poco. Después llegó la muerte de mi padre, con 57 años, de manera inesperada a causa de un infarto. Eso también me provocó muchas preguntas sobre la vida eterna, sobre dónde estaría él y qué estaría haciendo. Cuál habría sido su destino. Carlo , con cuatro años y medio, tuvo una aparición de mi padre en la que le pedía que rezara por él porque estaba en el purgatorio. Carlo era chiquito y estaba muy unido a su abuelo. Empezó a rezar por las almas del purgatorio y lo hizo hasta su muerte. Siempre rezaba mucho, muchísimo. Y eso me impactaba .
Fui muy afortunada porque encontré un sacerdote que me ayudó en el discernimiento del corazón. Fue la primera vez que alguien me dijo que Carlo tenía una misión encomendada por el Señor, que era un chico especial. En aquél momento no lo comprendía. Era 1995. Me confesé con aquél sacerdote y fue muy impactante porque ví toda mi vida, todos mis pecados. Me parecía una cosa imposible que él pudiera conocer toda mi vida. En ese momento comenzó mi camino de conversión, que es un camino difícil, porque puede acabar en el Purgatorio. Esperemos que no. Le debo a Carlo mucho, porque fue un pequeño salvador para mí. Gracias a él comprendí que en los sacramentos está la presencia real de Dios y su gracia. Antes solo eran símbolos, no creía que estuviera esa presencia real. Gracias a Carlo, comprendí que no era así. Y hago como él: voy a misa y a la adoración cada día.
Empezó a rezarpor las almas del purgatorio y lo hizo hasta su muerte. Siempre rezaba mucho, muchísimo. Y eso me impactaba .
Las redes sociales están llenas de banalidad y en demasiada ocasiones suponen un ejercicio de deshumanización. Su hijo dio testimonio para que Internet, que relaciona a tantas personas, también sirviera para acercarse a Dios ¿no?
– Sí, porque Carlo sabía que Internet es un medio poderosísimo para ayudar. Tiene fuerza e impacta. Puede ayudar a las almas. Porque está the dark side, el lado oscuro, pero también the light side, el lado de la luz. Es como el trigo y la cizaña, están siempre juntos. Pero Carlo sabía que a través de Internet podemos llegar a todo el mundo y que servía para mostrar hechos importantes, como por ejemplo la de los milagros eucarísticos, en los que Dios nos da signos de la transformación de la hostia en carne y el vino en sangre, para ayudar a nuestra fe, que es muy débil. Esto ahora llega a todos los continentes, a todo el mundo, en miles de parroquias. En esto colaboró un chico de Milán, con un ordenador muy normal, con su trabajo y su amor por Dios, que ha ayudado a muchas almas a convertirse, a acercarse a Dios, a la eucaristía. A comprender que verdaderamente Dios está con nosotros. Carlo decía que ahora es más fácil hablar con Dios que hace dos mil años. Al lado de casa tenemos siempre una iglesia cercana, tenemos un tabernáculo y a Jerusalén con nosotros. Jesús está con nosotros siempre. Él nos prometió que estaría con nosotros hasta el fin del mundo y así es. Carlo vivía esta presencia. Cuando estabas cerca de él, se sentía esa presencia, era ‘contagioso de Jesús’. Cuando vives verdaderamente tu fe, eres un testigo auténtico, como dice el Papa Francisco, la gente lo siente. Consciente o inconscientemente todos en nuestra vida estamos buscando a Jesús. Muchos piensan que con lo material en esta vida se puede sustituir a Dios, pero no es posible.
Apartes tomados de:
www.eldebate.com; paraula.org; larazon.com
Escribénos a: contactounpasoaldia@gmail.com
Nota importante: La publicidad que aparece en este portal es gestionada por Google y varía en función del país, idioma e intereses y puede relacionarse con la navegación que ha tenido el usuario en sus últimos días.
Estimado lector: ¡Gracias por seguirnos y leer nuestras publicaciones. Queremos seguir comprometidos con este apostolado y nos gustaría contar contigo, si está en tus posibilidades, apóyanos con un donativo que pueda ayudarnos a cubrir nuestros costos tecnológicos y poder así llegar cada vez a más personas. ¡Necesitamos de ti!
¡GRACIAS!

ORIENTACIÓN PARA SOLICITAR LA PEREGRINACIÓN DE LAS RELIQUIA EN 1ER GRADO DEL BEATO CARLO ACUTIS
COMUNICADO DE LA POSTULAZIONE
| 10/01/2022 | Se han registrado varias denuncias de reliquias del beato Carlos Acutis que no cumplen con los requisitos canónicos ni con la Instrucción de la Congregación para las Causas de los Santos sobre “Las reliquias en la Iglesia: autenticidad y conservación”, del 16 de diciembre de 2017. En particular, reiteramos que para que las reliquias sean auténticas deben llevar un sello de cera y un documento de autentificación con la firma del Postulador. Hay que asegurarse de que no han sido manipuladas o falsificadas. Nadie más está autorizado a autentificar las reliquias de Carlos Acutis, haciendo una excepción del Obispo de Asís. Además, le recordamos que las reliquias se conceden gratuitamente, sin ninguna cantidad de dinero a cambio. Por ello, invitamos a los pastores de la Iglesia a estar atentos al fenómeno de las falsas reliquias, y pedimos la colaboración de sacerdotes, religiosos y laicos para denunciar los casos de fraude o abuso a la Postulación. Agradecemos a todos los que nos ayuden a frenar un fenómeno tan desafortunado. Dr.Nicola Gori Postulatore della Causa. |
Deja un comentario