Un camino de Fe

Carlo Acutis, Enseñanza, Milagro Eucarístico

“Los Milagros Eucarísticos” y la Sábana de Turín

Los milagros Eucarísticos, la Sábana Santa de Turín y el Sudario de Oviedo han sido objeto de atención durante años, no solo por parte de los fieles cristianos, sino también por parte de los científicos. Estos últimos han intentado investigar la veracidad de estos fenómenos. Gracias a estas investigaciones, se ha podido determinar que el tipo de sangre de Jesús habría sido AB positivo.

“Yo estoy con vosotros todos los días, hasta el final de los tiempos” (Mt 28, 20)

Los Milagros Eucarísticos se caracterizan por la transformación de la hostia en tejido cardiaco, específicamente del miocardio, y sangre. Este fenómeno es considerado un evento sobrenatural por aquellos que creen en la doctrina católica, ya que se cree que representa la presencia real de Cristo en la Eucaristía. Estos milagros han sido objeto de estudio y controversia a lo largo de la historia, y son considerados como manifestaciones de la fe por parte de los creyentes.

Las investigaciones realizadas en varios de los milagros Eucarísticos más conocidos, como el de Lanciano y el de Orvieto, revelan su importancia. El milagro de Lanciano tuvo lugar en el siglo VIII en la Iglesia de San Francisco en Italia, donde un sacerdote que dudaba de la presencia real de Jesucristo en la Eucaristía pudo presenciar durante la Consagración cómo la hostia se transformaba en carne y sangre. Por otro lado, el milagro de Orvieto ocurrió en el siglo XIII, cuando un sacerdote con dudas contempló cómo la hostia comenzó a derramar sangre sobre el corporal. Estos eventos han sido objeto de investigaciones detalladas que han contribuido a su reconocimiento y difusión.

Ambos milagros, especialmente el de Orvieto, dieron origen a una de las festividades más importantes de la Iglesia: la fiesta de Corpus Christi. Esta festividad celebra la presencia real de Jesús en la Eucaristía y fue instituida por el Papa Urbano IV para que se celebre el jueves posterior a la solemnidad de la Santísima Trinidad. Los dos milagros mencionados son el Milagro Eucarístico de Lanciano y el Milagro Eucarístico de Orvieto. Estos dos lugares son hoy epicentro de peregrinación donde es posible apreciar ambos milagros. El Milagro Eucarístico de Orvieto es particularmente relevante ya que con él se instituyó la Solemnidad del Corpus Christi.

Ambos sucesos, el de Lanciano y el Milagro de Orvieto, fueron objeto de investigaciones debido a la atracción que generaron. En los años 1970 y 1980, científicos investigaron lo sucedido en Lanciano y determinaron que el tipo de sangre hallada en el corporal era del grupo AB. De manera similar, en la década de 1990, el corporal manchado con sangre del Milagro de Orvieto fue sometido a indagaciones, y los investigadores determinaron que el tipo de sangre también era del grupo AB.

Las investigaciones continúan más allá, ya que otras reliquias relacionadas con Jesús también mencionan este tipo de sangre. Se refieren a la Sábana Santa de Turín, la tela en la que se cree que fue envuelto el cuerpo de Cristo después de su crucifixión, y el Sudario de Oviedo, que es la tela que cubrió su rostro. Además de las similitudes entre ambas reliquias, las investigaciones realizadas en ambas telas indican la presencia del mismo tipo de sangre: AB.

El Milagro Eucarístico de Lanciano

El milagro de Lanciano ha sido objeto de numerosas pruebas e investigaciones a lo largo de los años, con resultados sorprendentes. Las pruebas más antiguas documentadas datan de 1574, donde se descubrió un fenómeno inexplicable: cinco bolitas de sangre coagulada de diferentes tamaños y formas tenían el mismo peso total, lo que desafiaba la lógica convencional.

La investigación más reciente, llevada a cabo entre 1970 y 1971, reveló hallazgos asombrosos. Se determinó que la carne y la sangre en cuestión eran reales y pertenecían a la especie humana. La sangre era tipo “AB” positivo, propio de alguien nacido y criado en el Medio Oriente. A pesar de tener diferentes formas y tamaños, las muestras de sangre coagulada tenían exactamente el mismo peso. Además, se encontraron las mismas proteínas y minerales que se encuentran en la sangre fresca normal.

El 4 de marzo de 1971, el equipo presentó sus resultados, que demostraban las características del tejido cardíaco y de la sangre del grupo AB. El profesor Linoli explicó que al examinar la carne encontrada en la Sábana Santa de Turín, se encontró endocardio, confirmando que se trataba de tejido cardíaco. En cuanto a la sangre, se determinó que pertenecía al grupo sanguíneo AB, el cual es característico de personas nacidas y que han vivido en las zonas de Oriente Medio. Además, se señaló que el porcentaje de este grupo sanguíneo en la población local es mucho menor que en Palestina y otras regiones de Oriente Medio. El análisis también concluyó que no se encontraron sustancias conservantes en la reliquia y que la sangre no podía haber sido extraída de un cadáver, ya que se habría alterado rápidamente.

En 1973, el consejo superior de la Organización Mundial de la Salud (OMS) ordenó la verificación de las conclusiones de los médicos italianos sobre un fenómeno. Se llevaron a cabo 500 pruebas a lo largo de quince meses, y todas confirmaron lo observado en Italia. El extracto de los trabajos científicos de la OMS se publicó en 1976 en Nueva York y Ginebra, confirmando que la ciencia no podía explicar el fenómeno.

Lo más sorprendente es que la carne y la sangre, conservadas en su estado natural durante más de doce siglos, aún mantenían todas sus propiedades físicas y químicas, a pesar de no haber sido tratadas con conservantes.

Estos hallazgos desafían la lógica científica convencional, ya que la sangre humana generalmente se descompone rápidamente sin refrigeración. Sin embargo, en el caso del milagro de Lanciano, la sangre de más de 1.250 años de antigüedad sigue manteniendo sus propiedades naturales.

El Milagro Eucarístico de Buenos Aires

En 1996 ocurre en Buenos Aires un milagro Eucarístico, donde una hostia se transformó en carne y sangre. La investigación reveló que la parte de la hostia transformada era del ventrículo izquierdo del músculo del corazón, perteneciente a una persona de alrededor de 30 años de edad con tipo de sangre AB. Además, se determinó que esta persona había sido fuertemente maltratada o golpeada antes de morir. Los científicos que llevaron a cabo la investigación no sabían inicialmente que lo que tenían en sus manos era una hostia. Este milagro Eucarístico más reciente demuestra que el tipo de sangre de Jesús sería AB.

El 15 de agosto de 1996, en una iglesia llamada Santa María en Buenos Aires, Argentina, un Ministro de la Eucaristía estaba distribuyendo la comunión durante la misa cuando accidentalmente se le cayó una hostia. Al no estar seguro de qué hacer, solicitó la ayuda del sacerdote presente. El sacerdote tomó con reverencia la hostia y la colocó en un recipiente con agua que se mantenía tradicionalmente al lado del Tabernáculo para estos eventos.

Posteriormente, el sacerdote colocó el recipiente en el Tabernáculo, esperando que la hostia se disolviera con el tiempo, momento en el cual podría disponerse adecuadamente. Sin embargo, seis días después, al examinar el recipiente, el sacerdote se sorprendió al encontrar que la hostia no se había disuelto, sino que había crecido en tamaño y estaba cubierta de manchas o motas rojas. A pesar de esperar que se disolviera con el tiempo, la hostia continuó cambiando su apariencia hasta parecer un trozo de carne.

Ante esta situación, el Arzobispo de Buenos Aires, Cardenal Jorge Mario Bergoglio (hoy Papa Francisco), tomó las riendas del asunto y envió una muestra del tejido a un laboratorio en Buenos Aires para su análisis.

La muestra de tejido fue enviada por el Dr. Castañón a un laboratorio en Nueva York para su examen. El laboratorio llevó a cabo el examen de manera justa e imparcial, sin saber el origen de la muestra. Después de realizar el análisis, el laboratorio informó el hallazgo de células humanas rojas y blancas de sangre y que la muestra recibida era de tejido muscular de un corazón humano vivo.

En el año 2004, el Dr. Gómez se puso en contacto con el Dr. Frederick Zugibe y le pidió que evaluara una muestra de tejido muscular sin revelarle información sobre la muestra o su origen.

El Dr. Zugibe informó que la muestra de tejido muscular era de un corazón humano vivo y que parecía haber sido tomada de una persona cuyo corazón había sido severamente traumatizado o golpeado.

Posteriormente, el Dr. Gómez reveló que la muestra se obtuvo en 1996 y planteó la pregunta de cómo era posible que las células del tejido muscular estuvieran vivas y latiendo si provenían de una persona fallecida en 1996.

Esta revelación sorprendió al Dr. Zugibe, quien quedó impactado por toda la historia.

COMPARACIÓN CON LA SÁBANA SANTA Y EL SANTO SUDARIO

La Sábana Santa y el Santo Sudario son dos reliquias religiosas que han sido objeto de gran interés y controversia a lo largo de los años.

La Sábana Santa es una pieza de lino que supuestamente fue utilizada para envolver el cuerpo de Jesucristo después de su crucifixión. En ella se pueden observar manchas que, según la tradición cristiana, corresponden a la sangre de Jesús. Esta reliquia ha sido objeto de numerosos estudios científicos, algunos de los cuales han arrojado resultados contradictorios sobre su autenticidad.

Por otro lado, el Santo Sudario es un trozo de tela que también se cree que fue utilizado para envolver el cuerpo de Jesús. En él se puede observar la imagen de un hombre con marcas que coinciden con las heridas descritas en la crucifixión de Jesús. Al igual que la Sábana Santa, el Santo Sudario ha sido objeto de estudios científicos.

Ambas reliquias son veneradas por los fieles cristianos, pero su autenticidad ha sido cuestionada por la comunidad científica. A pesar de esto, siguen siendo objeto de devoción y fascinación para muchas personas en todo el mundo.

La Sábana Santa es un poderoso mensaje al mundo de que existió históricamente Jesucristo, su crucifixión, su resurrección y que permanece vivo en las hostias consagradas. Según estudios, la sangre presente en el Santo Sudario de Oviedo, la Sábana Santa de Turín y en los Milagros Eucarísticos de Lanciano y Buenos Aires pertenecería a la misma persona, lo que sugiere la veracidad de la resurrección descrita en la Biblia. Además, se ha encontrado que el Sudario de Oviedo y la Sábana Santa de Turín contienen el mismo tipo de polen presente en los enterramientos de los judíos en el siglo I, lo que refuerza aún más la historicidad de los hechos bíblicos.

El doctor Ricardo Castañón Gómez comparó los informes de laboratorio del milagro de Buenos Aires con los informes del milagro de Lanciano, sin revelar el origen de las muestras. Los expertos que realizaron la comparación concluyeron que ambos informes debían haberse originado a partir de muestras obtenidas de la misma persona, ya que revelaron el tipo de sangre “AB” positivo y tenían ADN idéntico.

Además, se menciona que al comparar los resultados científicos de las muestras de sangre de Lanciano y Buenos Aires con las del equipo de científicos que analizaron las muestras de sangre tomadas de la Sábana Santa de Turín y el Santo Sudario de Oviedo, se demostró que eran 100% idénticas. Todos los análisis mostraron un tipo de sangre “AB” positivo, lo que indica que todas las muestras provienen de un hombre que nació y vivió en la región del Medio Oriente.

Sokólka: una hostia que es tejido del corazón de una persona en agonía

Milagro de Sokólka: en medio de la hostia había una mancha roja como un coágulo de sangre, con la apariencia de un fragmento de carne

El incidente ocurrió el 12 de octubre de 2008 en Sokólka, Polonia, durante la distribución de la comunión en la parroquia de San Antonio. Una hostia consagrada cayó al suelo y el sacerdote siguió las normas litúrgicas tradicionales al recogerla y colocarla en un recipiente con agua cerca del tabernáculo. La hostia debía disolverse en el agua hasta perder la forma de pan, indicando que ya no era el Cuerpo de Cristo, para luego ser desechada.

Después de la misa, la hermana Julia Dubowska vertió el contenido del recipiente en otro dentro del cofre de la sacristía, al cual solo tenían acceso el párroco y la hermana. Una semana más tarde, la hermana Julia abrió el cofre y notó un aroma delicado. Al destapar el recipiente, vio el agua cristalina con la hostia, pero en medio de ella había una mancha roja con la apariencia de un coágulo de sangre y un fragmento de carne.

El párroco y los sacerdotes locales de Sokólka avisaron al arzobispo de Bialystok, monseñor Edward Ozorowski, sobre una hostia que presentaba una mancha. El arzobispo acudió a Sokólka acompañado de prelados y catedráticos. La hostia con la mancha se colocó en un paño llamado corporal y se guardó en el sagrario durante tres años. En enero de 2009, el arzobispo encargó la realización de un análisis a la profesora María Sobaniec-Lotowska y al profesor Stanislaw Sulkowski, del Instituto de Anatomía Patológica de la Universidad Médica de Bialystok. El análisis verificó que el fragmento se había secado de forma natural, pero que la parte que parecía un coágulo de sangre no había cambiado de apariencia.

Los resultados del análisis mostraron que la estructura del fragmento de hostia era idéntica a la del tejido del músculo del corazón de una persona viva en agonía. La estructura de la fibra muscular coronaria estaba enlazada con la del pan de una forma imposible de lograr por medios humanos. Este hallazgo fue realizado siguiendo las normas de la Academia Polaca de Ciencias.

La Curia Metropolitana de Bialystok emitió un comunicado destacando que el acontecimiento de Sokólka no se opone a la fe de la Iglesia, sino que la confirma. La Iglesia profesa que, tras las palabras de la consagración, por el poder del Espíritu Santo, el pan se convierte en el Cuerpo de Cristo y el vino en su Sangre. Además, se trata de un llamamiento para que los ministros de la Eucaristía distribuyan el Cuerpo del Señor con fe y cuidado, y que los fieles lo reciban con adoración.

Siena: milagro eucarístico permanente

En la basílica de San Francisco en Siena, región de la Toscana, se encuentra uno de los mayores milagros eucarísticos. Se trata de 223 hostias consagradas hace casi 300 años que se conservan intactas en una de sus capillas laterales. Los peregrinos de todo el mundo, especialmente los católicos, acuden a la basílica para presenciar este milagro. Además, numerosos pontífices y santos, incluido don Bosco, han venido a Siena para adorar a las hostias.

La hostia se transformó en sus manos en carne humana y el vino en sangre, que luego se coaguló.

El 14 de agosto de 1730, víspera de la fiesta de la Asunción de la Virgen María, los sacerdotes consagraron hostias adicionales para distribuirlas el día de la fiesta. Durante la noche, dejaron sus iglesias para hacer una vigilia en la catedral. Sin embargo, unos ladrones entraron en la basílica y robaron el copón de oro con las hostias consagradas. Al día siguiente, un feligrés encontró la tapa del copón en la calle, lo que hizo pensar en un posible robo, y los fieles comenzaron a rezar por la recuperación de las partículas divinas.

Tres días después, en la iglesia de Santa María de Provenzano, cerca de la basílica, un hombre vio un objeto de color blanco en el lugar donde se colocaba la limosna para los pobres. Resultaron ser las hostias robadas, mezcladas con polvo y telarañas. A pesar de no haber sido distribuidas, permanecieron intactas y con un olor muy agradable, lo que llevó al pueblo a considerarlas milagrosas. Los peregrinos acudían a adorarlas, y algunas se distribuyeron en ocasiones especiales. Actualmente, quedan 223 hostias.

Las hostias consagradas que se han mantenido en perfecto estado a pesar del paso del tiempo. En 1914, por orden del Papa san Pío X, se llevó a cabo una rigurosa prueba con la participación de expertos en bromatología, higiene, química y farmacéutica. Los exámenes constataron que las hostias habían sido guardadas en condiciones ordinarias, sin precauciones científicas, por lo que debió haberse producido un rápido deterioro natural. Sin embargo, las conclusiones confirmaron que las hostias se encontraban en perfecto estado de consistencia, lúcidas, blancas, perfumadas e intactas. Dos cosas milagrosas suceden: el tiempo parece detenerse en relación a estas hostias, y las sustancias orgánicas que normalmente las descompondrían no subsisten en ellas. Se describe este fenómeno como un milagro viviente y continuo, cuya duración es desconocida.

Las hostias son expuestas para la adoración de los fieles en un relicario de cristal sobre un altar. Son analizadas periódicamente por eclesiásticos, una a una, en busca de signos de moho o descomposición, en presencia de testigos y científicos. El copón se limpia cuidadosamente. Además, se lleva a cabo una prueba peculiar en la que un testigo voluntario idóneo recibe una hostia sin consagrar recién producida y, a continuación, comulga una de las hostias de 1730. Después, redacta una declaración en la que consigna cualquier diferencia en el paladar entre ambas. El resultado de esta prueba ha sido siempre el mismo: ¡no se observan diferencias!

Casia: milagro para sacerdote relajado con el Santísimo

En la basílica de Santa Rita de Casia, en la región de Umbría (Italia), se conserva la reliquia de un milagro eucarístico que tuvo lugar cerca de Siena en 1330, cuando un sacerdote relajado llevó la comunión a un enfermo. Habiendo simplificado la costumbre de la Iglesia de conducir el Santísimo Sacramento (evitó la compañía de los fieles, algo habitual en aquella época), colocó la hostia consagrada irreverentemente entre las páginas de su breviario, el libro de oraciones que los sacerdotes rezan todos los días. Al llegar a la casa del enfermo, se dio cuenta de que la partícula se había transformado en sangre, empapando las dos páginas del breviario. El religioso se arrepintió inmediatamente y fue a confesar su pecado al padre Simone Fidati de Casia, hoy beatificado. El sacerdote, dándose cuenta de su contrición, le concedió la absolución, pero le pidió las páginas impregnadas de la Preciosísima Sangre para que todos pudieran ver el milagro. En efecto, las páginas se conservaron, una en Siena y la otra en Casia.

Muchos soberanos Pontífices promovieron la devoción, concediendo indulgencias a quienes rezaran ante esta reliquia. El milagro fue reconocido en Casia y recogido en las Actas de su Municipalidad en 1387. Estas actas ordenan que cada año, en la festividad del Corpus Christi, todas las autoridades y ciudadanos participen en la procesión que lleva la adorable reliquia por las calles.

El El 10 de enero de 1401, el Papa Bonifacio IX, en una bula que proclamó el milagro, concedió las mismas indulgencias que se otorgan a los peregrinos que visitan el santuario de la Porciúncula, vinculado a san Francisco de Asís, y que visiten la iglesia “contritos y confesados” el día del Corpus Christi. Algunos devotos afirman que en la mancha de sangre puede distinguirse un rostro humano. También aseguran que la reliquia exhala el perfume que se percibe cerca del cuerpo de Santa Rita.

Legnica: médicos afirman que hostia es tejido humano

En la ciudad de Legnice (sudoeste de Polonia), en la misa de Navidad de 2013 en el santuario de San Jacinto, una hostia cayó al suelo durante la distribución de la Sagrada Comunión. Fue recogida y colocada en un recipiente con agua para que se disolviera, como dictan las normas canónicas, tantas veces ignoradas hoy en día. Sin embargo, una vez introducida en el agua, apareció en la hostia una mancha roja con aspecto de tejido humano. En febrero de 2014, con autorización de la diócesis, se tomaron muestras del fragmento ensangrentado para su análisis en laboratorios forenses. Los médicos forenses consultados en Breslavia verificaron que se trataba de células del músculo estriado transversal, similares a las del músculo cardíaco. Por su parte, el Departamento de Medicina Forense de la Universidad Médica de Pomerania (PMU) en Szczecin concluyó que “en la imagen histopatológica se encontró partes del músculo estriado transversal en los fragmentos, similar al músculo cardíaco. Las pruebas también determinaron que el tejido es de origen humano, y descubrieron que presentaba signos de sufrimiento”.

El obispo de Legnice, Mons. Zbigniew Kiernikowski, proclamó el milagro y autorizó a los fieles a venerar la hostia ensangrentada. Según el decreto episcopal, las hostias tienen “las características distintivas de un milagro eucarístico”. Es oportuno recordar la actitud de este obispo, particularmente en nuestro tiempo, cuando se habla incluso de dar la comunión a pecadores públicos, olvidando que en la hostia consagrada están “contenidos verdadera, real y substancialmente el Cuerpo y la Sangre junto con el alma y la divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, y, por consiguiente, Cristo entero” (Concilio de Trento, DS 1651; Catecismo de la Iglesia Católica, 1374). En enero de 2016, el obispo Kiernikowski sometió el caso a la Congregación para la Doctrina de la Fe, que se declaró favorable a la exposición de la hostia milagrosa, venerada en el santuario de San Jacinto.

¿Qué vincula a la Sábana Santa de Turín con los milagros Eucarísticos?… un cardiólogo lo revela

Texto tomado de: Redacción (Miércoles, 07-11-2018, Gaudium Press) 

Para el doctor Franco Serafino, cardiólogo italiano y autor del libro «Un cardiolgo visita Gesú. I miracoli eucristici a la prova della scienza» -que traduce «Un cardiólogo visita a Jesús. Los milagros eucarísticos a la prueba de la ciencia»-, existen varios aspectos en común que relacionan tanto a los milagros Eucarísticos, desde el medioevo, con la Síndone y otras telas relacionadas con Jesucristo.

El médico y autor -quien también ofrece su testimonio en el documental «Signos», producido por el Dicasterio de la Comunicación de la Santa Sede y presentado a finales de octubre en la Filmoteca Vaticana-, dice que hay varios elementos científicos que hablan de esta analogía.

«En los estudios médico legales existe una relación interesante que es la relación que se puede encontrar entre los milagros eucarísticos y la Síndone de Turín, y, en realidad, en otras telas de la Pasión acreditadas. Pienso, por ejemplo, en la túnica de Agentuil, el Sudario de Oviedo. Son otras telas que tienen también una tradición fuerte, pero poco conocidas en Italia», señala el cardiólogo.

Para el médico existen dos aspectos en común, «que son muy interesantes y fuertes»: el grupo sanguíneo, que es el mismo, y el sufrimiento.

Sobre el primero, Serafino afirma: «cada vez que ocurren los milagros Eucarísticos se busca el grupo sanguíneo, este pertenece al AB. Y es el mismo grupo que ha sido encontrado en la Sábana Santa y en otras telas de la Pasión».

Este hecho llama la atención, como reflexiona el médico: «Es interesante porque aunque, sino quisiéramos creer en la autenticidad del milagro Eucarístico de Lanciano o de la Síndone de Turín, y los consideráramos hechos falsos medievales -ciertamente el grupo sanguíneo no fue descubierto entre el 1900-1901-, ¿Cómo podía el falsificador en el medioevo adivinar el mismo grupo sanguíneo una, dos o tres, cuatro, cinco veces consecutivamente en épocas de diferentes siglos?».

Por eso, para Serafino, este elemento común «da mucha autoridad recíproca a la Sábana Santa y a los milagros Eucarísticos».

Sobre el segundo aspecto, el sufrimiento, el cardiólogo refiere: «La Síndone nos muestra los signos evidentes del sufrimiento, de la flagelación, de la crucifixión, la herida del costado. Aquí tenemos el lenguaje el Evangelio de la Pasión, que los cristianos conocemos bien. Pero también los milagros Eucarísticos nos hablan con un lenguaje similar, con técnicas, métodos diferentes, que nos muestran la sangre y el tejido muscular miocárdico, que hablan del sufrimiento de un paciente que padeció traumas, que, por ejemplo, estaría recuperado en la cama en reanimación o en terapia intensiva».

A lo que añade: «En el primer o segundo día de ese cuadro clínico, es interesante notar, desde el punto de vista científico, no solo vemos el sufrimiento del tejido, sino también desde hace cuántas horas, desde hace cuántos días se ha presentado este sufrimiento. Y este dato es sorprendentemente coincidente con lo que se cuenta en el Evangelio de la Pasión, y la imagen de la Síndone de Turín».

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