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SANTORAL, Santos

«Mama Antula» La primera santa argentina

“La caridad de ‘Mama Antula’, sobre todo en el servicio a los más necesitados, hoy se impone con gran fuerza, en medio de esta sociedad que corre el riesgo de olvidar que el individualismo radical es el virus más difícil de vencer”

S.S. Francisco

María Antonia de Paz y Figueroa, también conocida como Mama Antula, fue canonizada como la primera santa argentina de la iglesia católica en una ceremonia presidida por el papa Francisco. Mama Antula fue descrita como una “mujer como pocas” que desafió los mandatos sociales de su época. El presidente argentino, Javier Milei, asistirá a la ceremonia de canonización. Mama Antula es conocida por los dos milagros que se le atribuyen.

Esta mujer, motivada por su vocación hacia lo social y el servicio a la comunidad, proviene de una familia privilegiada y es notable por su belleza. A pesar de estas circunstancias, decidió no casarse ni unirse a una orden religiosa, optando en cambio por consagrarse como laica.

Ser santo para la Iglesia Católica significa que una persona ha vivido las virtudes cristianas en grado heroico, lo que significa que ha demostrado de manera excepcional las virtudes como la fe, la esperanza y la caridad. Una vez que se reconocen sus méritos, se sabe con certeza que está con Dios, por lo que se considera un ejemplo a seguir para los fieles. Los santos son venerados y se les pide intercesión en oración.

El proceso de canonización es extenso y requiere la comprobación de varios milagros atribuidos a la intercesión del candidato a santo. Estos milagros son investigados minuciosamente por la Iglesia para asegurarse de su autenticidad. Una vez que se cumplen todos los requisitos, el Papa declara oficialmente la santidad del candidato, quien a partir de ese momento es venerado como santo en la Iglesia Católica.

Mama Antula nació en 1730 en Villa Silípica, Santiago del Estero, durante el tiempo del Virreinato. Fue educada por los jesuitas y presenció la expulsión de los sacerdotes de la Compañía de Jesús cuando tenía 15 años.
A pesar de su cuna privilegiada y su belleza, optó por no casarse ni tomar los hábitos monacales, eligiendo en cambio ser una laica consagrada. Tenía habilidades lingüísticas en quechua y estableció una buena comunicación con los pobladores originarios. Convenció al obispo de Santiago del Estero de organizar ejercicios espirituales en el interior. Su vocación social y su servicio a la comunidad fueron aspectos fundamentales de su vida.

Mama Antula, motivada por su fe y confianza en la bondad de Dios, realizó viajes solitarios (a veces acompañada por unas pocas mujeres) a lomo de burro y a pie, hacia provincias del nordeste de Argentina, luego a Córdoba y finalmente a Buenos Aires.

Vivía de limosnas y donaciones, y logró reunir lo necesario para que alrededor de 70.000 argentinos de su época realizaran los ejercicios espirituales. Durante ocho días, personas de diferentes condiciones y procedencias convivían en un clima fraternal dentro de la comunidad, practicando la oración.

Los retiros espirituales según el método de San Ignacio de Loyola son una práctica que existe en la Iglesia desde hace varios siglos. Su objetivo es alcanzar la felicidad y encontrar el sentido de la vida a través de la oración y la comunicación personal con Dios, con la guía de una persona capacitada.

María Antonia de Paz y Figueroa, conocida como Mama Antula, logró construir la Santa Casa de Ejercicios Espirituales en la calle Independencia en Capital Federal, que es el primer monumento nacional. Después de varias dificultades, entregó su alma a Dios el 7 de marzo de 1799 y fue sepultada en la Iglesia Nuestra Señora de la Piedad.

Mama Antula era una mujer muy reconocida en su tiempo y era consultada incluso por las autoridades religiosas. Su ejemplo inspiró al Cura Gaucho, San José Gabriel del Rosario Brochero, quien difundió la práctica de los ejercicios espirituales en parajes de difícil acceso de Traslasierra, Córdoba. Además, Mama Antula introdujo en Argentina la devoción por San Cayetano, el patrono del pan y del trabajo.

La canonización de Mama Antula como la primera argentina venerada en los altares de los templos católicos es un gran evento para la comunidad de creyentes, quienes reciben con agradecimiento esta noticia de la Santa Sede en Roma. Su vida dedicada a transmitir los valores de la convivencia fraternal y la espiritualidad la eleva como un ejemplo desde las entrañas del ser nacional argentino.

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María Antonia de San José emprendió varios viajes misioneros a pie y en la más absoluta pobreza, reuniendo a la gente para momentos de meditación y oración. En 1779 llegó a Buenos Aires, donde su fe en Dios y la abundancia de buenos frutos de su obra convencieron a las autoridades y al obispo de la ciudad para que apoyaran su apostolado. Durante esos años, decenas de miles de porteños, bonaerenses, laicos y clérigos, pobres y personalidades destacadas experimentaron los ejercicios espirituales organizados por Mama Antula, obteniendo abundantes beneficios.

En 1785 solicitó y obtuvo de la Santa Sede indulgencias especiales para quienes participan en los ejercicios espirituales promovidos por ella. También abrió en Buenos Aires un beaterio para niños, niñas y mujeres que compartían su actividad y los ideales espirituales de San Ignacio.

Después de dos años en Uruguay promoviendo cursos de ejercicios espirituales, María Antonia de San José cumplió su deseo de erigir una casa de ejercicios espirituales en Buenos Aires, donde acogió a personas de toda clase y condición hasta el final. Falleció el 7 de marzo de 1799. Su fama de santidad perduró incluso después de su muerte, enriqueciéndose con una auténtica fama de signos.

Su nombre y la fama de sus actos comenzaron a crecer a partir de 1767, cuando el rey Carlos III de España expulsó a la Compañía de los territorios de la Corona. En ese marco, y a sus 37 años, tomó la decisión de continuar organizando cursos de ejercicios espirituales, una práctica fundamental para los creyentes de una época en la que los jesuitas pasaron a ser muy mal vistos tras la decisión real.

Según la creencia popular, sus iniciativas surgieron a partir de una epifanía que la llamó a continuar con su misión. Desde entonces, adoptó su nombre religioso: María Antonia de San José.

A partir de allí comenzó a llevar los ejercicios espirituales a distintas provincias del actual norte argentino, como Catamarca, La Rioja, Jujuy, Salta y Tucumán, que en aquel momento eran parte del territorio colonial. “Donde ella daba ejercicios, todas las clases sociales se mezclaban y vivían armónicamente y en paz”.

A Buenos Aires llegó recién en 1778, donde sus enseñanzas fueron rechazadas por las autoridades del virreinato. Sin embargo, la convocatoria masiva de sus retiros llevó a que, tiempo después, el obispado le diera la autorización oficial para llevarlas adelante.

Vestida con la capa negra que había heredado de uno de los jesuitas expulsados y sosteniendo una gran cruz, empezó a peregrinar descalza pueblo por pueblo y retomar los ejercicios espirituales. Al principio la miraban de reojo y era tratada de bruja o loca. Cuando llegó a Buenos Aires, capital del virreinato, le lanzaron piedras.

Pero “Mama Antula” fue una mujer muy astuta que, contra los prejuicios de la época, tuvo la capacidad de persuadir a párrocos y obispos para continuar los ejercicios espirituales de los jesuitas a pesar de la prohibición.

“La paciencia es buena, pero mejor es la perseverancia”, es la frase que se le atribuye en textos históricos recogidos en su biografía.

En agosto de 2016, María Antonia de San José fue proclamada beata en Santiago del Estero, y posteriormente se autorizó un segundo milagro atribuido a su intercesión. Finalmente, tras consulta al cardenalicio, su canonización fue fijada para una fecha posterior.

María Antonia de San José de Paz y Figueroa fue canonizada por la Iglesia Católica después de que se comprobaron dos milagros realizados por su intercesión. El primero de ellos ocurrió en 1904, cuando una de las hermanas Hijas del Divino Salvador, Rosa Vanina, fue curada de una colecistitis aguda con shock séptico, una enfermedad potencialmente mortal.

Los médicos le dijeron que fuera a su casa a morir. Las otras religiosas de la Santa Casa de Ejercicios Espirituales iniciaron una novena invocando a Mama Antula. A los pocos días la Hermana Rosa Vanina inexplicablemente recuperó la salud y esa curación fue considerada milagrosa y permitió que en 2016 Mama Antula fuera beatificada durante una multitudinaria ceremonia en Santiago del Estero.

La ciencia no pudo explicar su recuperación cuando las beatas rezaron por ella utilizando reliquias de la santa.

El 2 de julio de 2010, el Dicasterio de las Causas de los Santos, con la autorización del papa Benedicto XVI, reconoció “las virtudes cristianas en grado heroico” de María Antonia de Paz y Figueroa, lo cual fue un paso necesario para su beatificación. Finalmente, el 4 de marzo de 2016, el Papa Francisco reconoció el milagro de la sanación de Vanina Rosa por intercesión de Mama Antula y la declaró Beata.

El segundo milagro se trata de la curación de Claudio Perusini, un santafesino que fue alumno de Jorge Bergoglio y en 2017 sufrió un accidente cerebrovascular que lo dejó en estado vegetativo. Los estudios indicaron que sufrió un ictus isquémico con infarto hemorrágico, coma profundo y shock séptico con fallo multiorgánico. Además, se detectó un extenso infarto del tronco encefálico en una tomografía.
Los médicos consideraban que no había cura posible: o quedaba en ese estado durante meses, e incluso años, o moría en un corto plazo. Sin embargo, un amigo suyo, jesuita, llevó una estampita de Mama Antula al hospital Cullen, donde se encontraba Perusini, y rezó pidiendo un milagro. Sorprendentemente, el cuadro de Perusini se revirtió totalmente, lo que los médicos consideraron como un milagro.

El 24 de octubre de 2023, el Dicasterio de las Causas de los Santos, con la autorización del Sumo Pontífice, decretó que se autoriza al dicasterio a promulgar el decreto relativo al milagro atribuido a la intercesión de la beata María Antonia de San José (Antonia de Paz y Figueroa), conocida como Mama Antula. Mama Antula fue la fundadora de la Casa de Ejercicios Espirituales de Buenos Aires, nacida en 1730 en Silipica, en Santiago del Estero, y fallecida el 7 de marzo de 1799 en Buenos Aires.

Esta decisión convierte a Mama Antula en la primera mujer argentina en ser declarada Santa. Durante el siglo XVIII, ella recorrió 4.000 kilómetros descalza para llevar las enseñanzas de San Ignacio de Loyola, el fundador de la Compañía de Jesús, a pesar de que la orden había sido prohibida por el rey Carlos III de España.

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COMUNICADO DE LA POSTULAZIONE

10/01/2022   
Se han registrado varias denuncias de reliquias del beato Carlo Acutis que no cumplen con los requisitos canónicos ni con la Instrucción de la Congregación para las Causas de los Santos sobre «Las reliquias en la Iglesia: autenticidad y conservación», del 16 de diciembre de 2017.
En particular, reiteramos que para que las reliquias sean auténticas deben llevar un sello de cera y un documento de autentificación con la firma del Postulador. Hay que asegurarse de que no han sido manipuladas o falsificadas.
Nadie más está autorizado a autentificar las reliquias de Carlos Acutis, haciendo una excepción del Obispo de Asís.
Además, le recordamos que las reliquias se conceden gratuitamente, sin ninguna cantidad de dinero a cambio.
Por ello, invitamos a los pastores de la Iglesia a estar atentos al fenómeno de las falsas reliquias, y pedimos la colaboración de sacerdotes, religiosos y laicos para denunciar los casos de fraude o abuso a la Postulación.
Agradecemos a todos los que nos ayuden a frenar un fenómeno tan desafortunado.

 

Dr.Nicola Gori
Postulatore della Causa.

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