
María sufrió dolores y ansiedades desde los primeros años de vida de Jesús, incluyendo la profecía de Simeón sobre una espada que le atravesaría el alma. La Sagrada Familia tuvo que huir a Egipto para salvar a Jesús del Rey Herodes, y más tarde sufrieron el dolor de perder a Jesús durante tres días en el Templo cuando tenía 12 años. A lo largo de la misión pública de Jesús, la oposición que enfrentó su Hijo habría causado sufrimiento a María. El título de “Nuestra Señora de los Dolores” honra las pruebas que enfrentó como la Madre del Siervo Sufriente, y esta fiesta se celebra inmediatamente después de la Exaltación de la Santa Cruz.

María, la madre de Jesús, mantuvo una unión materna de corazón y alma con su Hijo, experimentando tanto gozos como sufrimientos a lo largo de su vida. Esta unión se considera consumada de manera perfecta en el Cielo. Sin embargo, su amor y unión maternos se extienden a nosotros en la Tierra. Como Madre de Cristo, María es también considerada la Madre del Cuerpo Místico de Cristo, es decir, la Iglesia, y todos los miembros de la Iglesia son vistos como hijos de María. San Luis de Montfort afirmó que el amor de María por sus hijos no puede ser equiparado ni siquiera por todo el amor de todas las madres juntas. Esto significa que ella sigue amando y sufriendo por nosotros en la actualidad, y que podemos acudir a ella en busca de consuelo y ayuda, tanto en momentos de alegría como de sufrimiento.

“Así como ella soportó [los sufrimientos], con entereza, con fortaleza, con lágrimas: no con falso sentimiento sino con el corazón destrozado por el dolor.”
Papa Francisco
¿Que nos enseña la Virgen de los Dolores?
La imagen de la Virgen Dolorosa es un símbolo de fortaleza ante los sufrimientos de la vida. Nos enseña a encontrar compañía y fuerza en ella para dar sentido a nuestros propios sufrimientos. Nos invita a buscar consuelo y apoyo en momentos difíciles, recordándonos que no estamos solos en nuestras luchas. La figura de la Virgen Dolorosa representa la capacidad de superar el dolor y encontrar sentido en las dificultades, brindándonos un ejemplo de esperanza y perseverancia.
María al pie de la cruz sufre cruelmente con su Hijo único, asociada con corazón maternal a su sacrificio, dando el consentimiento de su amor, a la inmolación de la víctima, nacida de su propia carne

La Madre Dolorosa, es exaltada y humillada al mismo tiempo por su participación en la pasión y muerte de su Hijo, Jesucristo. Su participación íntima en estos eventos le otorga una parte plena en la exaltación y glorificación de Cristo. Durante la crucifixión, la Madre Dolorosa presenció el sufrimiento extremo de su Hijo, escuchó sus palabras, lloró con él y fue testigo de los insultos y la alegría de sus enemigos. Su dolor supremo se refleja en sus lágrimas ardientes y amargas. La descripción detallada muestra la profunda compasión y comprensión de la Madre Dolorosa hacia el sufrimiento de Jesús durante su crucifixión.
Ante la agonía de Jesús en la Cruz se destaca la actitud de obediencia y fe de María ante los designios de Dios. Se resalta la grandeza y heroicidad de su obediencia, así como su abandono total en Dios, reconociendo la inescrutabilidad de sus caminos. Es la poderosa acción de la gracia en el alma de María y la penetrante influencia del Espíritu Santo, su luz y su fuerza.

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María sostenida por el Padre
La angustia era insoportable para cualquier ser humano. El Padre amoroso tuvo que sostenerla en pie. Mientras su Hijo agonizaba, su corazón inmaculado y lleno de amor sangraba profusamente, sus manos impotentes para acariciarlo, para aliviarlo, temblaban de dolor y pena, y su alma dulce estaba más amarga que la de cualquier madre a lo largo de los siglos. ¡Qué dolor tan grande, pobre Madre! ¡Qué momento tan doloroso y diferente al de aquella noche en Belén! Finalmente, inclinó la cabeza y el Hijo expiró. Y nosotros nacimos. “Mujer, ahí tienes a tu hijo”. Por eso el Padre te exaltó a la derecha de tu Hijo, asunta en cuerpo y alma. Cuanto mayor fue tu dolor, más grande es tu victoria.
El Padre Eterno sufre de manera misteriosa al ver a su Hijo agonizando y sintiéndose como si estuviera en la más profunda soledad, tras un muro negro que lo separa de su amado Dios ilimitado, al que siente que lo ha abandonado. El Espíritu Santo, esposo de María, por cuya sombra ha sido concebido el amor de ambos, sufre de una manera tan misteriosa que resulta incomprensible para nosotros. El Hijo sufre tanto física como espiritualmente, y resulta difícil expresarlo con palabras.

La nueva visión del Dolor Hoy
Nosotros, como seres humanos limitados, hemos creado una Iglesia sin misterio, adaptada a nuestras necesidades, como si fuera un supermercado que provee tanto lo espiritual como, pretendidamente, lo material en ciertos aspectos. Hoy queremos una iglesia que evite el sufrimiento y la cruz, y preferimos mantenernos pasivos esperando que nos den todo hecho, sin contribuir al cultivo del hombre interior. Estamos siempre listos para observar y criticar, pero no somos capaces de levantar a alguien del pecado, corregir nuestros propios defectos de orgullo o avaricia, o vencer la intolerancia y la falta de paciencia. Escuchamos muchos discursos y leemos muchos artículos sobre virtudes, vicios y pecados, pero ¿qué estamos haciendo al respecto?
Deseamos y defendemos una iglesia que no esté marcada por el sufrimiento ni la cruz, y preferimos mantenernos pasivos, esperando que todo nos sea dado sin esfuerzo, sin contribuir al desarrollo del ser interior. Estamos siempre listos para observar y criticar, pero no somos capaces de librar a nadie del pecado, corregir nuestros propios defectos de orgullo y codicia, o vencer la intolerancia y la impaciencia.
El Padre sufre, el Hijo sufre de una manera incomprensible, el Espíritu sufre de manera misteriosa, María sufre de manera inefable al ver al samaritano, la humanidad caída y nosotros estamos esperando que ellos carguen con el peso y nos rescaten sin siquiera tocar la parte de nuestra cruz que forma el misterio de la Iglesia y que es nuestra vocación a la santidad. Que la Virgen de los Dolores nos ayude a despertar de nuestra pasividad y a enfrentar los desafíos con valentía, tal como lo hizo Juan Pablo II, quien supo cargar con su cruz hasta la muerte, sumergiendo al mundo en el conocimiento de la Cruz y el amor de la Virgen de los Dolores, cuya gloriosa aflicción es aún más exaltada por la abundancia, amargura y angustia que la atormentaron.
Jesús, has dado tu vida por mí, he sido yo quien te ha crucificado con y por mis pecados. Te han entregado al escarnio y a la muerte… ¡Y Tú me regalas a tu mamá! ¡Tú le pides a la Virgen que me adopte a mí, un verdugo tuyo! ¿Cómo acercarme a María si acabo de crucificarte?, ¿con la misma mano que te abofeteó y te clavó acariciaré su mejilla? ¿Cómo la misma boca que hace poco gritaba: «crucifícalo» ahora se atreverá a decirle a la Virgen: «Madre, te quiero»?
Es una locura. Y sin embargo, María me mira con sus purísimos ojos bañados en llanto y me dice: “Hijito, si Jesús te ha perdonado todo lo que le hiciste, yo también te perdono. Ven. No tengas ni miedo ni vergüenza. No voy a reclamarte ni a reprocharte nada. Sólo te pido una cosa: No dejes que la sangre de mi Hijo sea en vano. Él ha muerto por ti con la esperanza de que tú lo amarías. Si no sabes cómo hacerlo, ven y yo te enseñaré. Yo también te amo y sólo quiero que la sangre de mi Jesús te dé la vida eterna”.
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NOVENA A CARLO ACUTIS Y CORONILLA POR LOS SACERDOTES
CÓMO SOLICITAR LA PEREGRINACIÓN DE LAS RELIQUIAS DE CARLO ACUTIS beato
COMUNICADO DE LA POSTULAZIONE
| 10/01/2022 | Se han registrado varias denuncias de reliquias del beato Carlo Acutis que no cumplen con los requisitos canónicos ni con la Instrucción de la Congregación para las Causas de los Santos sobre «Las reliquias en la Iglesia: autenticidad y conservación», del 16 de diciembre de 2017. En particular, reiteramos que para que las reliquias sean auténticas deben llevar un sello de cera y un documento de autentificación con la firma del Postulador. Hay que asegurarse de que no han sido manipuladas o falsificadas. Nadie más está autorizado a autentificar las reliquias de Carlos Acutis, haciendo una excepción del Obispo de Asís. Además, le recordamos que las reliquias se conceden gratuitamente, sin ninguna cantidad de dinero a cambio. Por ello, invitamos a los pastores de la Iglesia a estar atentos al fenómeno de las falsas reliquias, y pedimos la colaboración de sacerdotes, religiosos y laicos para denunciar los casos de fraude o abuso a la Postulación. Agradecemos a todos los que nos ayuden a frenar un fenómeno tan desafortunado. Dr.Nicola Gori Postulatore della Causa. |
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