Un camino de Fe

Evangelio del día

Reflexión al Evangelio de Hoy MIÉRCOLES 7 de junio.

“Ustedes están en un grave error.”

MIÉRCOLES 7  DE JUNIO NOVENA  SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO

 SAN ANTONIO MARÍA GIANELLI,

Oh Dios, suprema unidad y verdadera caridad, concede a tus fieles un solo corazón y una sola alma, para que, por la concordia, el cuerpo de tu Iglesia se fortalezca; y, puesto que se apoya en la confesión de la verdad, que ella consolide firmemente la unidad. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios por los siglos de los siglos. Amén.

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ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO DEL DÍA DE HOY

R/. Aleluya, aleluya, aleluya

Yo soy la resurrección y la vida -dice el Señor-; el que cree en mí no morirá para siempre.

R/. Aleluya, aleluya, aleluya

Lectura del santo evangelio según SAN MARCOS

Marcos 12,18-27

“Él no es un Dios de muertos, sino de vivientes.

En aquel tiempo, fueron a ver a Jesús algunos de los saduceos, los cuales afirman que los muertos no resucitan, y le dijeron: “Maestro, Moisés nos dejó escrito que si un hombre muere dejando a su viuda sin hijos, que la tome por mujer el hermano del que murió, para darle descendencia a su hermano. Había una vez siete hermanos, el primero de los cuales se casó y murió sin dejar hijos. El segundo se casó con la viuda y murió también, sin dejar hijos; lo mismo el tercero. Los siete se casaron con ella y ninguno de ellos dejó descendencia. Por último, después de todos, murió también la mujer. El día de la resurrección, cuando resuciten de entre los muertos, ¿de cuál de los siete será mujer? Porque fue mujer de los siete”.

Jesús les contestó: “Están en un error, porque no entienden las Escrituras ni el poder de Dios. Pues cuando resuciten de entre los muertos, ni los hombres tendrán mujer ni las mujeres marido, sino que serán como los ángeles del cielo. Y en cuanto al hecho de que los muertos resucitan, ¿acaso no han leído en el libro de Moisés aquel pasaje de la zarza, en que Dios le dijo: Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac, el Dios de Jacob? Dios no es Dios de muertos, sino de vivos. Están, pues, muy equivocados”.

P/ Palabra del Señor
R/ Gloria a ti, Señor Jesús

MEDITACIÓN

PALABRAS DEL SANTO PADRE

Con esta respuesta, Jesús invita, en primer lugar, a sus interlocutores ―y a nosotros también― a pensar que esta dimensión terrenal en la que vivimos ahora no es la única dimensión, sino que hay otra, ya no sujeta a la muerte, en la que se manifestará plenamente que somos hijos de Dios. Es un gran consuelo y esperanza escuchar estas palabras sencillas y claras de Jesús sobre la vida más allá de la muerte; las necesitamos sobre todo en nuestro tiempo, tan rico en conocimientos sobre el universo pero tan pobre en sabiduría sobre la vida eterna. Esta clara certeza de Jesús sobre la resurrección se basa enteramente en la fidelidad de Dios, que es el Dios de la vida. De hecho, detrás de la pregunta de los saduceos se esconde una cuestión más profunda: no sólo de quién será esposa la mujer viuda de siete maridos, sino de quién será su vida. Es una duda que atormenta al hombre de todos los tiempos y también a nosotros: después de esta peregrinación terrenal, ¿qué será de nuestras vidas? ¿Pertenecerá a la nada, a la muerte? (Ángelus 10 de noviembre de 2019)

SS Francisco

La fe como don, implica acoger lo que Él nos revela con la enseñanza de Jesús, y una tarea, mostrando en su vida, en relación a cada decisión que deba tomar, que es una persona creyente.”

Los saduceos, no compartían los ambientes de círculos piadosos y escatológicos y se mostraban escépticos con respecto a la espera mesiánica. Rechazaban la literatura apocalíptica reciente y la tradición oral. Su canon se reducía al Pentateuco. Rechazaban la idea de la resurrección, que era parte de la espera mesiánica y escatológica, como también la inmortalidad del alma. En este diálogo se pone en evidencia, en donde los saduceos creían que un hombre resucitaba cuando su hermano le suscitaba una posteridad, y no así como los demás creían. Para ellos la eternidad del hombre se confundía con la conservación de la especie. 

Eran personas realistas, perfectos calculadores de “los pro” y “los contra” de cada situación. En su lógica querían desembarazarse de un hombre peligroso como Jesús, pero no perdían la calma, eran objetivos y consideraban superfluo el apasionamiento de los fariseos. En el relato de hoy, los saduceos se contentan en poner en ridículo a Jesús ante el pueblo, impulsando hasta el absurdo sus ideas sobre la resurrección, que él compartía con los fariseos. La mejor forma de que perdiera popularidad era desacreditándolo.

La anécdota de la mujer con siete maridos entraba en la casuística de los doctores de la Ley. Los saduceos se refieren aquí a la antigua regla del levirato o del matrimonio con el cuñado. Este es el texto del Pentateuco: “Si unos hermanos viven juntos y uno de ellos muere sin descendencia, la mujer del difunto no se casará fuera con un extraño; su cuñado debe ir a donde ella y tomarla por mujer, cumpliendo así con su deber de cuñado; y el primogénito que ella dé a luz hará resurgir el nombre del hermano muerto, y su nombre no será borrado de las listas de Israel” (Dt 25,5-6). Para los saduceos, fieles solamente al Pentateuco de Moisés, la única resurrección era la referida en este texto del Deuteronomio, o sea, la realidad del hijo del hermano del difunto. Lo demás, consideraban una doctrina popular y grotesca que daba lugar a discusiones sin sentido.

La respuesta de Jesús se diferencia de la actitud de los fariseos. La fe en la resurrección es fe en la potencia de Dios; Dios tiene poder para crearlo todo nuevo. El creyente no debería perderse en la limitación racionalista de la fantasía humana. Dios es un Dios de vivos, por esto se presenta a Moisés como el Dios de Abrahán, de Isaac y de Jacob. La fe, para Jesús no es una proyección de este mundo, en un mundo extraño creado por la fantasía humana. Sino la fe, es una apertura a Dios y deja que el Totalmente Otro cree lo totalmente otro. La fe como don, implica acoger lo que Él nos revela con la enseñanza de Jesús, y una tarea, mostrando en su vida, en relación a cada decisión que deba tomar, que es una persona creyente. Le ayuda a la persona a trascender, a no quedarse sólo en lo medible y verificable por medio de los sentidos, o la razón humana. Hay una afirmación que Jesús hace para con ellos diciéndoles que no entienden las Escrituras. Sabemos que no entender las Escrituras es no entender la Palabra de Dios, no entender su Palabra es ignorar su mensaje, ignorar su mensaje es alejarse de la influencia salvífica del Señor. Por ello, es una invitación también a nosotros a encontrarnos con la Palabra de Dios, leerla, meditarla, hacer oración con Ella y lograr comprometerse a la luz de lo que nos dice. Dar a conocer a Dios por medio de su Palabra es una misión interesante para entender quién es Dios y cuánto poder tiene para, incluso, hacerlo todo de la nada.

Nuestro Dios es un Dios de vivos, es el Dios de aquellos que por reconocerlo a Él como Dios, deben vivir su Vida; ésa será la única forma de creer en Dios, vivir su propia Vida divina. De lo contrario nuestra fe no pasará del nivel de mera creencia, pero nunca se podrá catalogar como verdadera fe, que es antes que nada una Vida. Creemos en Dios, en el Dios de la Vida, y creemos en la Resurrección de los muertos, creemos que Dios tiene poder de convertir la muerte en vida, por puro amor y misericordia para con nosotros.

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Pensamientos para el Evangelio de hoy

  • «Si en esta tierra Él curó las enfermedades de la carne y devolvió al cuerpo su integridad, cuánto más lo hará en el momento de la resurrección a fin de que la carne resucite sin defecto, íntegramente…» (San Justino, mártir)
  • «Es el hombre total tal cual está situado en este mundo, tal cual ha vivido y sufrido, el que un día será llevado a la eternidad de Dios y tendrá parte en Dios mismo, por la eternidad. Es esto lo que debe llenarnos de un gozo profundo» (Benedicto XVI)
  • «Los fariseos y muchos contemporáneos del Señor esperaban la resurrección. Jesús la enseña firmemente. A los saduceos que la niegan responde: ‘Vosotros no conocéis ni las Escrituras ni el poder de Dios, vosotros estáis en el error’ (Mc 12,24). La fe en la resurrección descansa en la fe en Dios que ‘no es un Dios de muertos sino de vivos’ (Mc 12,27)» (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 993)
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¡Viva María!

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