“Allí donde esté tu tesoro, estará también tu corazón.”
VIERNES 23 DE JUNIO
UNDÉCIMA SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO

Oh Dios, que siempre escuchas compasivo a tus siervos cuando están en la tribulación: al darte gracias por tus bondades, te suplicamos que, libres de todos los males, te sirvamos siempre con alegría. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios por los siglos de los siglos. Amén.
R/. Aleluya, aleluya, aleluya
Bienaventurados los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos (Mateo 5, 3).
R/. Aleluya, aleluya, aleluya

Evangelio
Lectura del santo evangelio según SAN MATEO
Mateo 6, 19-23
“Acumulen, en cambio, tesoros en el cielo, donde no hay polilla ni herrumbre que los consuma, ni ladrones que perforen y roben.”
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “No acumulen ustedes tesoros en la tierra, donde la polilla y el moho los destruyen, donde los ladrones perforan las paredes y se los roban. Más bien acumulen tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el moho los destruyen, ni hay ladrones que perforen las paredes y se los roben; porque donde está tu tesoro, ahí también está tu corazón.
Tus ojos son la luz de tu cuerpo; de manera que, si tus ojos están sanos, todo tu cuerpo tendrá luz. Pero si tus ojos están enfermos, todo tu cuerpo tendrá oscuridad. Y si lo que en ti debería ser luz, no es más que oscuridad, ¡qué negra no será tu propia oscuridad!”
P/ Palabra del Señor
R/ Gloria a ti, Señor Jesús
MEDITACIÓN
PALABRAS DEL SANTO PADRE
«Al final estas riquezas no dan la seguridad para siempre. Más aún, echan por los suelos tu dignidad». Y esto también vale «en familia»: tantas familias se separan … «Incluso en la raíz de las guerras existe esta ambición que destruye, corrompe», observó el Papa. En efecto, «en este mundo, en este momento, hay muchas guerras por la avidez de poder, de riquezas». Pero «se puede pensar en la guerra en nuestro corazón: “Evitad toda clase de codicia”, dice el Señor». Porque «la codicia va adelante, va adelante, va adelante: es un escalón, abre la puerta, después viene la vanidad —creerse importante, creerse potente— y, al final, el orgullo». Y «de ahí todos los vicios, todos: son escalones, pero el primero es la codicia, el deseo de amontar riquezas».(…) «es difícil, es como jugar con el fuego», añadió el Pontífice. Por este motivo «muchos tranquilizan su propia conciencia con la limosna y dan lo que les sobra». Pero «este no es el administrador: el administrador toma lo que sobra y da a los demás, como servicio, todo». En efecto, «administrar la riqueza es despojarse continuamente del propio interés y no pensar que estas riquezas nos darán la salvación». Por lo tanto, «amontar está bien, incluso tesoros, pero los que tienen valor —por decirlo así— en la «bolsa del cielo»: ¡allí, amontonar allí!». (Santa Marta, 19 junio 2015)
SS Francisco
“El Señor nos enseña que todo ser humano en sus pensamientos, ideas, juicios, sentimientos y afectos, debe estar conforme a la ley de la salud espiritual del que debe gozar todo hijo de Dios”
Lo primero que nos preguntamos es si Jesús condenaba la posesión privada. Recordemos que Jesús permitía a sus discípulos la posesión de casa y campos (cf. Mc 10,29-30). Las mujeres que le atendía tenían también sus posesiones (cf. Lc 8,3; 10,38); está el caso de Leví (cf. Mc 2,15) y de Zaqueo (cf. Lc 19,8), que nos dan una orientación para afirmar que Jesús no condenaba la posesión privada. Ciertamente el caso del joven rico es un caso para discernir desde otra perspectiva (cf. Mc 10,21).
Comencemos a analizar lo que Jesús dice en relación al tesoro en la tierra y en el cielo. Quien está obrando la justicia, quien hace el bien sin mirar a quién, quien da limosna, quien ora, etc., está teniendo un tesoro en el cielo. Era una convicción que se tenía en esa época. Es importante tener en cuenta la mentalidad de la época, pero Jesús afirma con mayor profundidad el tema, diciendo que toda posesión terrena es pasajera e insegura: al hablar de tesoros se refiere a vestidos más o menos preciosos, alfombras, algún objeto de metal, escondidos detrás de la pared de barro, que los ladrones podrían perforar.
¿Cuál es y cómo se logra alcanzar el tesoro del cielo? No se dice explícitamente en el texto, pero deducimos desde la afirmación: “donde está tu tesoro, allí está tu corazón”. Pues el corazón no es sólo el lugar de la dimensión afectiva de la persona, sino se refiere a toda la persona en sus apetencias y deseos más íntimos y profundos. Es la sede de la inteligencia, de los sentimientos y la voluntad, desde el corazón, la persona piensa, siente y obra. Y si el corazón está orientado al cielo, entonces, está orientada toda la persona a Dios. Ahí encontramos el tesoro permanente y plenamente seguro.
Decir que el ojo es la lámpara del cuerpo, parte de la naturaleza misma de las cosas. El ojo es como la lámpara o la luz que nos permite ver, pues sin ojo no se podría ver nada. ¿Qué podría significar el ojo sano y el ojo enfermo, a qué precisamente se podría referir? Recordemos que el texto nos dice que si el ojo está sano, podemos ver bien, pero si el ojo está enfermo, empezamos a rodearnos de tinieblas. Para que tu ojo, para tener siempre una mirada sana, tendría que siempre mirar a Dios, que es la Luz del mundo (cf. Jn 8,12), y si se dirige siempre esa mirada a Dios, se llenará de su Luz, entonces, llenándose de la Luz de Dios, se iluminará toda la persona y cualquier misterio de oscuridad humana que genera inseguridad desaparecerá. Cuando la Persona de Dios y su Palabra están en tu mirada, estarás lleno de la Luz del Señor y tendrá sentido lo que eres y haces. O bien cualquier propuesta de la oscuridad te podría convencer y seducir para ser parte de sus intereses. Es Dios quien nos ayudará a tener la mirada limpia y sana, llena de su Luz, dando seguridad a la misma persona y ayudando a que otras también reciban esa Luz que proviene de Dios. Por tanto, el Señor no prohíbe un prudente cuidado y moderada preocupación por las cosas materiales, es decir, la prudencia en la previsión del futuro, para nosotros y para los demás también, es una virtud humana y cristiana a la vez.
Lo que no tendría que pasar es que la persona dependa sólo de lo material y se olvide de lo espiritual. En ocasiones puede pasar que caigamos en estar dependiendo exclusivamente de las cosas de este mundo, sin tener en cuenta lo que Dios nos pide, su voluntad. Ese desprendimiento de lo material, por la pobreza evangélica, debe llevarnos a vivir preocupados de un modo intenso por lo espiritual, entonces, lo material ocuparía en nuestra vida sólo el lugar necesario para una vida digna.
Dichosa la persona que, dando a las cosas terrenas la atención necesaria, pone su principal cuidado en que venga el Reino de Dios. Como se dice popularmente: cuidemos las cosas de Dios y Dios cuidará de nuestras cosas. Los tesoros, que valen en la presencia del Señor, no son las alhajas, los vestidos, el dinero, las posesiones materiales, etc., sino los del cielo, que son imperecederos, como la vista y el amor de Dios y aquellos tesoros espirituales, que ciertamente en la tierra podemos adquirir y que nos harán posible la adquisición de los valores del cielo, como las buenas obras, la caridad, la oración, la fe, etc.
Además, si tu ojo está sano, si tu ojo es sencillo, podrás ver todo con sencillez y limpieza; decimos así: todo depende del color del cristal con que se mira; si tu ojo es limpio y recto, todo verás limpio y recto, pues no pueden ser las cosas tan malas como se las suelen juzgar, es cada persona que puede llegar a poner la malicia en ellas, dependen de las bondades o malicias con que las usamos y juzgamos. Muchas veces tenemos una doble medida, para nosotros una medida y para los demás otra; es la ley del embudo: lo ancho para mí y para ti lo agudo. En el lenguaje bíblico, el ojo de la persona humana es su corazón, que debería permanecer sencillo, limpio, sin mala intención alguna. El Señor nos enseña que todo ser humano en sus pensamientos, ideas, juicios, sentimientos y afectos, debe estar conforme a la ley de la salud espiritual del que debe gozar todo hijo de Dios. Es sentir, obrar y pensar con rectitud, para que sus pensamientos, sentimientos y obras lleguen a ser los tesoros para ganar el cielo.
Pensamientos para el Evangelio de hoy
- «Cuando comienzas a detestar lo que has hecho, entonces tus obras buenas comienzan porque reconoces tus obras malas» (San Agustín)
- «Jesús invita a usar las cosas sin egoísmo, sin sed de posesión o de dominio, sino según la lógica de Dios, la lógica de la atención a los demás, la lógica del amor» (Benedicto XVI)
- «La confesión de los pecados, incluso desde un punto de vista simplemente humano, nos libera y facilita nuestra reconciliación con los demás. Por la confesión, el hombre se enfrenta a los pecados de que se siente culpable; asume su responsabilidad y, por ello, se abre de nuevo a Dios y a la comunión de la Iglesia con el fin de hacer posible un nuevo futuro» (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 1.455)

HOY ORAMOS: para entender la Santa Misa

ORIENTACIÓN PARA SOLICITAR LA PEREGRINACIÓN DE LAS RELIQUIA EN 1ER GRADO DEL BEATO CARLO ACUTIS
Escríbenos a: contactounpasoaldia@gmail.com
Si quieres Donar para que sigamos creando y creciendo. Abundantes Gracias y Bendiciones
https://www.paypal.com/donate/?hosted_button_id=STYYR9CCBWKUC

DESCARGA, IMPRIME Y COMPARTE


Deja un comentario