Un camino de Fe

Evangelio del día

Reflexión al Evangelio de Hoy DOMINGO 9 DE JULIO

“Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados, y Yo los aliviaré.”

DOMINGO 9  DE JUlIO 
DUODÉCIMA SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO

Oh Dios que por la humillación de tu Hijo levantaste al mundo caído, otorga a tus fieles santa alegría, para que hagas disfrutar de los gozos eternos, a quienes libraste de la esclavitud del pecado. Por nuestro Señor, Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios por los siglos de los siglos. Amén..

R/. Aleluya, aleluya, aleluya

Bendito seas, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has revelado los misterios del Reino a los pequeños. (cf Mateo 11, 25)

R/. Aleluya, aleluya, aleluya

PRIMERA LECTURA  

LECTURA DE LIBRO DEL PROFETA ZACARÍAS

Zacarías 9, 9-10

Esto dice el Señor:
“Alégrate sobremanera, hija de Sión;
da gritos de júbilo, hija de Jerusalén;
mira a tu rey que viene a ti,
justo y victorioso,
humilde y montado en un burrito.

Él hará desaparecer de la tierra de Efraín los carros de guerra,
y de Jerusalén, los caballos de combate.
Romperá el arco del guerrero
y anunciará la paz a las naciones.
Su poder se extenderá de mar a mar
y desde el gran río hasta los últimos rincones de la tierra”.

SALMO RESPONSORIAL

LIBRO DE LOS SALMOS

Salmo 144, 1-2. 8-9. 10-11. 13cd-14

R/. Bendeciré tu nombre por siempre, Dios mío, mi rey

Te ensalzaré, Dios mío, mi rey; bendeciré tu nombre por siempre jamás.
Día tras día, te bendeciré y alabaré tu nombre por siempre jamás. R/.

El Señor es clemente y misericordioso, lento a la cólera y rico en piedad;
el Señor es bueno con todos, es cariñoso con todas sus criaturas. R/.

Que todas tus criaturas te den gracias, Señor, que te bendigan tus fieles.
Que proclamen la gloria de tu reinado, que hablen de tus hazañas. R/.

El Señor es fiel a sus palabras, bondadoso en todas sus acciones.
El Señor sostiene a los que van a caer, endereza a los que ya se doblan. R/

SEGUNDA LECTURA

LECTURA DE LA CARTA DEL APÓSTOL SAN PABLO A LOS ROMANOS

Romanos 8, 9.11-13

Hermanos: Ustedes no viven conforme al desorden egoísta del hombre, sino conforme al Espíritu, puesto que el Espíritu de Dios habita verdaderamente en ustedes. Quien no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Si el Espíritu del Padre, que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en ustedes, entonces el Padre, que resucitó a Jesús de entre los muertos, también les dará vida a sus cuerpos mortales, por obra de su Espíritu, que habita en ustedes.

Por lo tanto, hermanos, no estamos sujetos al desorden egoísta del hombre, para hacer de ese desorden nuestra regla de conducta. Pues si ustedes viven de ese modo, ciertamente serán destruidos. Por el contrario, si con la ayuda del Espíritu destruyen sus malas acciones, entonces vivirán.

Evangelio

Lectura del santo evangelio según SAN MATEO

Mateo 11, 25-30

“Todo me ha sido dado por mi Padre”

En aquel tiempo, Jesús exclamó: “¡Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y las has revelado a la gente sencilla! Gracias, Padre, porque así te ha parecido bien.

El Padre ha puesto todas las cosas en mis manos. Nadie conoce al Hijo sino el Padre; nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.

Vengan a mí, todos los que están fatigados y agobiados por la carga y yo les daré alivio. Tomen mi yugo sobre ustedes y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontrarán descanso, porque mi yugo es suave y mi carga, ligera”.

P/ Palabra del Señor
R/ Gloria a ti, Señor Jesús

MEDITACIÓN

PALABRAS DEL SANTO PADRE

El Señor no reserva esta frase para alguien, sino que la dirige a “todos” los que están cansados y oprimidos por la vida. ¿Y quién puede sentirse excluido en esta invitación? Jesús sabe cuánto puede pesar la vida. Sabe que muchas cosas cansan al corazón: desilusiones y heridas del pasado, pesos que hay que cargar e injusticias que hay que soportar en el presente, incertidumbres y preocupaciones por el futuro. Ante todo esto, la primera palabra de Jesús es una invitación a moverse y reaccionar: “venid”. El error, cuando las cosas van mal, es permanecer donde se está, tumbado ahí. Parece evidente, pero ¡qué difícil es reaccionar y abrirse! No es fácil. En los momentos oscuros surge de manera natural estar con uno mismo, pensar en cuánto sea injusta la vida, en cuánto son ingratos los demás y qué malo es el mundo y demás. Algunas veces hemos padecido esta fea experiencia. Pero así, cerrados dentro de nosotros, vemos todo negro. Entonces incluso llega a familiarizarse con la tristeza, que se hace de casa: esa tristeza que nos postra, es una cosa fea esta tristeza. Jesús en cambio quiere sacarnos fuera de estas “arenas movedizas” y por eso dice a cada uno: “¡ven!” —“¿Quién?”— “tú, tú, tú…”. La vía de salida está en la relación, en tender la mano y en levantar la mirada hacia quien nos ama de verdad.  (Ángelus, 9 julio 2017)

SS Francisco
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Tantos motivos para alabarlo y glorificarlo por las maravillas de las que somos testigos y con las que somos favorecidos a lo largo de nuestras vidas”

Encontramos en cuanto al contenido, en primer lugar, que se lo identifica al Padre de Jesús con Dios y que es soberano: “Señor del cielo y de la tierra”, y a Jesús se lo sitúa en igualdad con Dios, porque llama a Dios de modo muy cercano y familiar: “Padre”. Esto nos enseña poder alabar sobre todo a Dios, ya que Él es Todopoderoso. Tantos motivos para alabarlo y glorificarlo por las maravillas de las que somos testigos y con las que somos favorecidos a lo largo de nuestras vidas. Más que nunca alabemos y ensalcemos el nombre de Dios Padre, quien nos trata como a sus hijos muy queridos.En segundo lugar, el ocultamiento de la revelación del Padre a los sabios e inteligentes, en contraste con los pequeños o niños, a quienes va dirigida dicha revelación. El Padre es el sujeto activo que oculta o esconde estas cosas a los sabios e inteligentes y las revela o manifiesta a los niños o pequeños. Los sumos sacerdotes y los escribas, son quienes se indignan ante los prodigios de Jesús y la aclamación de los niños o pequeños. Y le dicen a Jesús: “¿Oyes lo que dicen estos?”. “Sí, respondió Jesús, ¿Pero nunca han leído este pasaje: «De la boca de las criaturas y de los niños de pecho, has hecho brotar una alabanza»?”(Mt 21,16);“por sabios y prudentes se entiende a quienes destacan por su conocimiento particularmente profundo de las Escrituras y por la observancia de las prescripciones divinas, esto es, a los escribas y maestros de la Ley, pero también a algunos fariseos”. Entonces no se le tenía en cuenta a otra categoría de gente entre los miembros del pueblo de Israel.

En tercer lugar, El Hijo le revela al Padre, distinguiendo ese conocimiento a los sencillos o pequeños; tanto es así que los sabios y prudentes de este mundo (personas que tienen más preparación intelectual y no se abren a la Gracia) no la tomarán en consideración, mientras que los ignorantes, simples o pequeños la aceptarán. Ciertamente para ser discípulo hay que ser pequeño. Por eso Jesús puso a los niños en medio de la gente para explicar que hay que hacerse como ellos para entrar al Reino de los Cielos. Son los pobres de corazón, los humildes y los mansos. Es decir, personas que no son soberbias, orgullosas, autosuficientes, que se centran en sus facultades humanas y la posesión de bienes materiales. Incluso los pequeños hacían referencia también a los pobres y a los ignorantes de esa época, quienes eran menospreciados por los más religiosos como los fariseos o escribas. “El secreto de la verdadera grandeza está en hacerse como niño, tal es la verdadera humildad, sin la cual no se puede ser hijo del Padre celestial. Los verdaderos discípulos son precisamente los pequeñuelos a quienes el Padre ha tenido a bien revelar sus secretos ocultos a los ´sabios`. Lo llama bienaventurado a quien acoja a estos pequeñuelos” (Beato E. ANGELELLI, 4/8/1974).

Por tanto, el Padre tiene predilección por los hombres que ante el mundo nada o poco significan (cf. 1Cor 1,26-29) y ha elegido darse a conocer preferencialmente a ellos. Sólo Jesús puede darnos a conocer al Padre y sólo el Padre puede darnos a conocer a Jesús. La fe es un don, un regalo maravilloso. Y sólo Jesús puede hacernos este regalo, esta revelación que nos permite conocer el amor del Padre y del Hijo. Y se trata aquí de un “conocimiento” en sentido bíblico, es decir, comunión, relación, vínculo personal. Y lo reciben los que se vuelven discípulos, esto es, aprendices, alumnos que reconocen que tienen que ser enseñados. Los que piensan que ya conocen y saben todo de y sobre Dios, los sabios e inteligentes, no pueden llegar a conocerlo de verdad.

Tengo presente a varias personas que realmente siempre fueron tan pequeñas y, sin embargo, estaban llenas de Dios. Recuerdo a una señora de una ciudad vecina a Asunción, quien a pesar de tantas limitaciones económicas y con escasa instrucción, pudo comprender la voz de Dios en sus sueños y en la experiencia cotidiana. Desde su pobreza siempre me llevó la comida durante 6 años y ayudó a tantas personas muy pobres (lo sigue haciendo hasta hoy día), luego de que Dios le dijera en quiénes Él está. También mi abuelita, a quien siempre una Doncella la visitaba en sueños y le indicaba qué tenía que hacer para las personas que llegarían al día siguiente junto a ella buscando sanación. Luego de muchos años mi padre la llevó a un templo y vio a la Virgen, y empezó a bailar diciendo que era la Doncella que venía siempre en sus sueños. Dios siempre visita a su Pueblo, visita a sus hijos, nunca nos abandona y desampara. Lo único que nos pide es que seamos pequeños. El “yugo” era la pieza de madera que se colocaba sobre el cuello de los bueyes para sujetarlos al carro o al arado (hasta hoy día así se usa en muchas partes); pero en el Antiguo Testamento se utiliza simbólicamente esta expresión para describir la autoridad o las normas a las que una persona está sujeta (cf. Lam 3,27); o el aprendizaje de la sabiduría para vivir según sus consejos (cf. Eclo 40,1; 51,26). También, en el judaísmo de entonces las expresiones cargar el “yugo de la ley” o “yugo de la Torá” eran comunes para referirse al aprendizaje y cumplimiento de los mandamientos y leyes de Dios. Hay una frase de san Pedro en los Hechos de los Apóstoles dirigida contra los fariseos judaizantes que puede ayudarnos a entender lo que significa aquí llevar el “yugo”: “¿Por qué ahora ustedes tientan a Dios, pretendiendo imponer a los discípulos un yugo que ni nuestros padres ni nosotros pudimos soportar?” (Hech 15,10).

Por tanto, en la frase de Jesús se supone que el yugo de la Ley producía personas cansadas y agobiadas. Se pretendía agradar a Dios cumpliendo fielmente y al pie de la letra toda la legislación del Antiguo Testamento, lo que llevaba a creer que la santificación del ser humano dependía del cumplimiento de esos mandatos y, por tanto, de los méritos de la persona humana (y no como un don o regalo de Dios). Pero como no podían cumplir exactamente todas las prescripciones, les llevaban a tener sentimientos de fracaso y de angustia, y por sentirse culpables hacía que la carga sea muy pesada de llevar.

Jesús se describe a sí mismo con los adjetivos “manso” y “humilde”. El primero aparece en la segunda bienaventuranza (Mt 5,5) y en la cita de Zac 9,9 referida a Jesús para presentarlo como rey Mesías humilde-manso en su ingreso a Jerusalén (cf. Mt 21,5). En la Biblia la mansedumbre viene descrita como un comportamiento caracterizado por un dominio de las propias emociones, tendencias y deseos; y por el pleno respeto por la persona del otro en contraposición a todo lo que sea ira, contienda y atropello (cf. Sal 37). Su sentido es muy similar al segundo adjetivo, “humilde o abajado”, que es lo contrario al poderoso o agrandado (cf. Lc 1,52). Se trata de ir a Jesús para llegar a experimentar la paternidad de Dios y sentirnos hijos amados por Él; y entonces el yugo de los mandamientos se vuelve suave y su carga liviana.

Es la obediencia filial que vivió Jesús como Hijo manso y humilde lo que estamos invitados a vivir. En Mt 23,4 Jesús recrimina a los escribas y fariseos porque “atan pesadas cargas y las ponen sobre los hombros de los demás, mientras que ellos no quieren moverlas ni siquiera con el dedo”.Quien conoce al Padre, al Padre amoroso, por medio de Jesús, se vuelve también hijo como Él. Y entonces ya no se trata del cumplimiento de una ley externa, de un yugo de esclavos como dirá San Pablo (cf. Gál 5,1), sino de una dulce obediencia filial. Será la actitud de buscar devolver algo al Padre de quien hemos recibido “todo”, como lo recibió Jesús mismo.

En síntesis, si relacionamos esta última frase de Jesús con las anteriores, se refuerza la contraposición entre la enseñanza de Jesús con la de los escribas y fariseos, los sabios y prudentes, quienes atan pesadas cargas sobre los demás y ellos no las llevan. En cambio, Jesús se muestra como un maestro manso y humilde que conduce con su enseñanza al descanso del Reino del Padre; y que pone en práctica lo que enseña. Esto es lo que hay que aprender de Él. San Agustín, con su clásica brevedad y profundidad dijo: “Por duro que sea lo que se nos impone, el amor lo hace ligero” (Sermo 96,1).

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Pensamientos para el Evangelio de hoy

  • «Impongámonos realmente el trabajo de aprender la lección de la santidad de Jesús, cuyo corazón era manso y humilde. La primera lección de ese corazón es un examen de conciencia; el resto —el amor y el servicio— lo siguen inmediatamente» (Santa Teresa de Calcuta)
  • «Jesús nos hace conocer al Padre. Y ¿a quién revela esto? Sólo quienes tienen el corazón como los pequeños son capaces de recibir esta revelación» (Francisco)
  • «El Reino pertenece a los pobres y a los pequeños, es decir a los que lo acogen con un corazón humilde (…). [Jesús] se identifica con los pobres de todas clases y hace del amor activo hacia ellos la condición para entrar en su Reino» (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 544)

HOY:

CARTAGENA Colombia, LE CANTA a CARLO ACUTIS

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¡Viva María!

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