“Levantaos, no tengáis miedo.”
DOMINGO 23 DE JUlIO
DECIMOCTAVA SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO

Oh Dios, que, en la gloriosa Transfiguración de tu Unigénito, confirmaste los misterios de la fe con el testimonio de los profetas, y, maravillosamente, proclamaste nuestra adopción de hijos, concédenos escuchar a tu Hijo amado, y llegar a ser coherederos de su gloria. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios por los siglos de los siglos. Amén.

PRIMERA LECTURA
LECTURA DEL LIBRO DEL PROFETA DANIEL
Daniel 7, 9-10. 13-14
Yo, Daniel, tuve un sueño y unas visiones mientras dormía, mientras yo miraba, prepararon unos tronos y un anciano se sentó. Sus vestidos eran blancos como la nieve; sus cabellos, como lana pura; su trono, llamas de fuego; las ruedas, fuego ardiente. Fluía un río de fuego que manaba delante de él. Miles y miles le servían, millones lo acompañaban.
El tribunal se sentó, y se abrieron los libros.
Yo seguía mirando, y en la visión nocturna vi venir sobre las nubes del cielo alguien parecido a un ser humano, que se dirigió hacia el anciano y fue presentado ante él. Le dieron poder, honor y reino, y todos los pueblos, naciones y lenguas le servían.
Su poder es eterno y nunca pasará, y su reino no será destruido.
SALMO RESPONSORIAL
LIBRO DE LOS SALMOS
Sal 96
R/. Tú Señor, nos revelas tu gloria en las alturas /o/ El Señor reina, Altísimo, sobre toda la tierra
El Señor reina, la tierra goza,
se alegran las islas innumerables.
Tiniebla y nube lo rodean,
justicia y derecho sostienen su trono. R/.Los montes se derriten como cera ante el Señor,
ante el Señor de toda la tierra;
los cielos pregonan su justicia,
y todos los pueblos contemplan su gloria. R/.Porque tú eres, Señor,
Altísimo sobre toda la tierra,
encumbrado sobre todos los dioses. R/.
SEGUNDA LECTURA
LECTURA DE LA SEGUNDA CARTA DEL APÓSTOL SAN PEDRO
2 Pedro 1, 16-19
Hermanos: Cuando les anunciamos la venida gloriosa y llena de poder de nuestro Señor Jesucristo, no lo hicimos fundados en fábulas hechas con astucia, sino por haberlo visto con nuestros propios ojos en toda su grandeza. En efecto, Dios lo llenó de gloria y honor, cuando la sublime voz del Padre resonó sobre él, diciendo: “Éste es mi Hijo amado, en quien yo me complazco”. Y nosotros escuchamos esta voz, venida del cielo, mientras estábamos con el Señor en el monte santo.
Tenemos también la firmísima palabra de los profetas, a la que con toda razón ustedes consideran como una lámpara que ilumina en la oscuridad, hasta que despunte el día y el lucero de la mañana amanezca en los corazones de ustedes.
Evangelio
Lectura del santo evangelio según SAN MATEO
Mateo 17, 1-9
“«Este es mi Hijo amado, en quien me complazco; escuchadle.» Al oír esto los discípulos cayeron rostro en tierra llenos de miedo”
En aquel tiempo, Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a Juan, el hermano de éste, y los hizo subir a solas con Él a un monte elevado. Ahí se transfiguró en su presencia: su rostro se puso resplandeciente como el sol y sus vestiduras se volvieron blancas como la nieve. De pronto aparecieron ante ellos Moisés y Elías, conversando con Jesús.
Entonces Pedro le dijo a Jesús: “Señor, ¡qué bueno sería quedarnos aquí! Si quieres, haremos aquí tres chozas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías”.
Cuando aún estaba hablando, una nube luminosa los cubrió y de ella salió una voz que decía: “Éste es mi Hijo muy amado, en quien tengo puestas mis complacencias; escúchenlo”. Al oír esto, los discípulos cayeron rostro en tierra, llenos de un gran temor. Jesús se acercó a ellos, los tocó y les dijo: “Levántense y no teman”. Alzando entonces los ojos, ya no vieron a nadie más que a Jesús.
Mientras bajaban del monte, Jesús les ordenó: “No le cuenten a nadie lo que han visto, hasta que el Hijo del hombre haya resucitado de entre los muertos”.
P/ Palabra del Señor
R/ Gloria a ti, Señor Jesús
MEDITACIÓN
PALABRAS DEL SANTO PADRE
El evento de la Transfiguración del Señor nos ofrece un mensaje de esperanza —así seremos nosotros, con Él—: nos invita a encontrar a Jesús, para estar al servicio de los hermanos. La ascensión de los discípulos al monte Tabor nos induce a reflexionar sobre la importancia de separarse de las cosas mundanas, para cumplir un camino hacia lo alto y contemplar a Jesús. Se trata de ponernos a la escucha atenta y orante del Cristo, el Hijo amado del Padre, buscando momentos de oración que permiten la acogida dócil y alegre de la Palabra de Dios. En esta ascensión espiritual, en esta separación de las cosas mundanas, estamos llamados a redescubrir el silencio pacificador y regenerador de la meditación del Evangelio, de la lectura de la Biblia, que conduce hacia una meta rica de belleza, de esplendor y de alegría. Y cuando nosotros nos ponemos así, con la Biblia en la mano, en silencio, comenzamos a escuchar esta belleza interior, esta alegría que genera la Palabra de Dios en nosotros. En esta perspectiva, el tiempo estivo es momento providencial para acrecentar nuestro esfuerzo de búsqueda y de encuentro con el Señor. (Ángelus, 6 agosto 2017)
SS Francisco
“La entrega cuesta y duele, pero después viene el fruto maravilloso. La Transfiguración nos recuerda a dónde nos conduce este camino.”
El relato de la Transfiguración está en los evangelistas Mateo, Marcos y Lucas, luego del primer anuncio de la Pasión y de la exigencia de renuncia total para seguir a Jesús (cf. Mt 16,21-28). Relacionando la Transfiguración con el primer anuncio de la Pasión, se hacía necesario que algunos discípulos (Pedro, Santiago y Juan, considerados columnas en Gál 2,9), tuvieran una experiencia para disipar el temor y la angustia generados por tal anuncio, y para ello, les concede una visión anticipada de la gloria prometida después de padecer. Los tres discípulos son los más cercanos a Jesús y aparecen junto a Él en dos momentos claves: la Transfiguración y el huerto de los Olivos (cf. Mt 26,37). Están asociados a la agonía y a la gloria de Jesús. Esta asociación de los tres discípulos al misterio pascual es paradigmática para todos los discípulos de Jesús (de todos los tiempos). Jesús lleva a los discípulos a un monte alto. La presencia de Moisés y Elías hace notar lo sucedido en el monte Sinaí (cf. Ex 19-34) u Horeb (cf. Dt 5), donde Dios estableció su alianza con Israel y reveló su voluntad por medio de Moisés. En Ex 24 Moisés sube acompañado de tres hombres (Aarón, Nadad y Abihú) y allí la nube los envuelve y escuchan la voz de Dios. J. Ratzinger cita algunos estudiosos que ven como trasfondo de este relato la fiesta judía de las tiendas o chozas y su interpretación mesiánica en tiempos de Jesús. Mateo lo vincula también con el “monte alto” donde el demonio lleva a Jesús para someterlo a la tercera tentación (cf. Mt 4,8) y donde Jesús no acepta reconocer al demonio como Señor del mundo y mantiene oculta su divinidad, su ser Hijo de Dios. En cambio, en la Transfiguración, Jesús sí revelará a los suyos su divinidad para que superen la tentación del desaliento que provoca su ocultamiento y la cruz.
En el monte, Jesús se Transfigura delante de los tres apóstoles; es una transformación o cambio de forma, imagen o figura. Referido a Cristo, los Padres de la Iglesia, lo han entendido como una manifestación de su divinidad que hasta entonces permanecía oculta bajo el velo de su humanidad. Los efectos visibles externos son el rostro brillante como el sol y los vestidos blancos como la luz. Estas imágenes luminosas recuerdan la forma de manifestarse la gloria de Dios en el AT y la figura gloriosa de Cristo resucitado. Junto a Jesús, aparecen Moisés y Elías, quienes representan la Ley y los Profetas, y son dos hombres de oración que ayunaron durante 40 días y subieron al monte Sinaí para encontrarse cara a cara con Dios, para ver su rostro (cf. Ex 33,8; 1Re 19,17). Pedro reacciona con una exclamación: “Señor, qué hermoso es estarnos aquí”. Pues, la Transfiguración es un misterio de belleza divina, de esplendor de la verdad y del bien de Dios mismo. Pedro se siente atrapado por esta visión y quiera hacer tres carpas para quedarse allí. San Agustín dijo que Pedro ha gustado el gozo de la contemplación y no quiere ya volver a las preocupaciones y fatigas de la vida cotidiana. Quiere, en cierto modo, como “eternizar” ese momento.
Mientras Pedro decía esto, una nube luminosa, signo de la presencia de Dios y del Espíritu Santo, los cubre con su sombra. Desde allí sale una voz: no hay dudas de que se trata de la voz del Padre. Para Mateo el centro del relato lo constituye la voz de Dios (cf. Mt 17,5), lo más importante entonces es la audición, y no la visión del Transfigurado. Y la Voz de Dios revela quién es Jesús, su Hijo amado y predilecto. Lo que sus discípulos tienen que hacer es escuchar a Jesús, obedecerle, seguirle. Misma voz del Padre que se escuchó al salir Jesús del Jordán luego de ser bautizado (cf. Mt 3,17). En ambos casos, Dios acredita a Jesús como Hijo con la misma autoridad que Él tiene. La novedad es el mandato de escucharlo, por lo cual la Palabra del Hijo es la Palabra de Dios, de allí el imperativo que los discípulos tienen que seguir. Los discípulos escuchan la voz, caen rostro en tierra y se llenan de miedo, confirmando que se trata de una manifestación de Dios: es una teofanía.
Cuando Jesús les pide que se levanten y que no teman, ven a Jesús solo, ya desaparecieron la Voz, Moisés y Elías (Ley y Profetas), quedándose sólo la Palabra del Hijo como única expresión plena y definitiva de la voluntad del Padre. Finaliza cuando los discípulos son invitados por “Jesús solo” a levantarse y a no tener miedo. Sigue la referencia a la Resurrección que le da a toda la narración el carácter de una gloria pascual anticipada, pero pasajera. Pero hay que bajar del monte y seguir el camino del abajamiento propio del Hijo del hombre.San Pablo al usar “transfigurarse” vincula también a los cristianos: Rom 12,2: “No tomen como modelo a este mundo. Por el contrario, transfórmense interiormente renovando su mentalidad, a fin de que puedan discernir cuál es la voluntad de Dios: lo que es bueno, lo que le agrada, lo perfecto”.2Cor 3,18: “Nosotros, en cambio, con el rostro descubierto, reflejamos, como en un espejo, la gloria del Señor, y somos transfigurados a su propia imagen con un esplendor cada vez más glorioso, por la acción del Señor, que es Espíritu.”Entonces, la Transfiguración, como todos los misterios de la vida de Cristo, no lo afectan sólo a Él, sino también a los cristianos como parte de Su Cuerpo. Si su Cabeza brilla, también Su Cuerpo brillará (cf. San León Magno, Sermón 51). Y, Raniero Cantalamessa dice que “el hombre se convierte en aquello que contempla.
En segundo lugar, la Transfiguración de Jesús tienen un valor pedagógico excepcional para nosotros como lo tuvo para los apóstoles: nos ayuda a entender que la Pasión es un paso o camino hacia la Gloria. La vida cristiana es un camino de fe, debemos seguir a Cristo por el mismo camino por donde él transitó, el de la renuncia y la cruz. No se ama la cruz por sí misma, ni se complace a morir a uno mismo mediante la mortificación. La entrega cuesta y duele, pero después viene el fruto maravilloso. La Transfiguración nos recuerda a dónde nos conduce este camino: a ser transfigurados con Cristo, a ser transfigurados con Cristo, a participar de su Gloria. San León Magno así se expresa:”Sin duda esta transfiguración tenía sobre todo la finalidad de quitar del corazón de los apóstoles el escándalo de la cruz, a fin de que la humillación de la pasión voluntariamente aceptada no perturbara la fe de aquellos a quienes había sido revelada la excelencia de su dignidad escondida” (cf. Sermón 51, en Oficio de Lectura, II Domingo, Cuaresma). Pues, “Él mismo, después de anunciar su muerte a los discípulos, les reveló el esplendor de su gloria en la montaña santa, para mostrar, con el testimonio de la Ley y los Profetas, que por la pasión debía llegar a la gloria de la resurrección” (Prefacio Misal Transfiguración).
“El pasaje inmediatamente anterior a la transfiguración, el del anuncio de la pasión y la resistencia de Pedro, nos recuerda la imposibilidad de separar los aspectos luminosos de la existencia de los momentos oscuros, el dolor del gozo, la muerte de la resurrección. La contigüidad de las dos escenas parece comunicarnos la paradoja pascual: el inundado de luz es precisamente aquel que atravesó la noche de la muerte y el que accedió a la ganancia por el extraño camino de la pérdida ” (Dolores Aleixandre).La invitación del Padre es “escuchar a Jesús el Hijo amado”. La Palabra definitiva de Dios ya no nos llega por la Ley y los Profetas (Moisés y Elías), sino mediante Jesucristo, el Hijo. Vivir en Alianza es vivir en la Escucha de su Palabra.
Todo es muy lindo allá arriba del monte Tabor, pero antes o después tenemos que estar dispuestos a bajar, a volver otra vez a lo mismo, a lo cotidiano. Nosotros, así, ya no seremos los mismos por tener nuestro corazón transformado y la mirada iluminada por la Presencia del Señor para ponernos manos a la obra.”Desciende Pedro, deseabas descansar en el monte: desciende, predica la palabra de Dios, reprocha, exhorta, anima haciendo uso de toda tu paciencia y capacidad de enseñanza. Trabaja, cánsate mucho, acepta también el sufrimiento y suplicios. En el canto de la caridad se dice que ésta “no busca su propio interés”. Cristo te reserva esta felicidad para después de la muerte, ¡oh Pedro! Ahora, sin embargo, Él mismo te dice: desciende a cansarte en la tierra, a servir en la tierra, a ser despreciado, a ser crucificado en la tierra” (San Agustín, Sermón 78,3 -PL 38,401-).
Pensamientos para el Evangelio de hoy
- «Para que podamos penetrar el sentido profundo de los inefables y sagrados misterios, escuchemos la voz divina y sagrada que nos llama con insistencia desde lo alto, desde la cumbre de la montaña» (San Anastasio Sinaíta)
- «Ese cuerpo que se transfigura ante los ojos atónitos de los Apóstoles es el cuerpo de Cristo nuestro hermano, pero es también nuestro cuerpo destinado a la gloria; la luz que le inunda es y será también nuestra parte de herencia y de esplendor» (San Pablo VI)
- «Para el cristiano, creer en Dios es inseparablemente creer en aquel que Él ha enviado, ‘su Hijo amado’, en quien ha puesto toda su complacencia (Mc 1,11). Dios nos ha dicho que le escuchemos (cf. Mc 9,7) (…)» (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 151)

HOY:

ORIENTACIÓN PARA SOLICITAR LA PEREGRINACIÓN DE LAS RELIQUIA EN 1ER GRADO DEL BEATO CARLO ACUTIS
Escríbenos a: contactounpasoaldia@gmail.com
Si quieres Donar para que sigamos creando y creciendo. Abundantes Gracias y Bendiciones
https://www.paypal.com/donate/?hosted_button_id=STYYR9CCBWKUC

DESCARGA, IMPRIME Y COMPARTE


Deja un comentario