“Cállate y sal de este hombre.”
MARTES 5 DE SEPTIEMBRE
VIGESIMOSEGUNDA SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO

Enciende, Señor, nuestros corazones con el Espíritu de tu amor, para que siempre podamos pensar lo que es digno y grato a tus ojos y amarte sinceramente en los hermanos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios por los siglos de los siglos. Amén.

PRIMERA LECTURA
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses
1 Tesalonicenses 5, 1-6.9-11
Hermanos:
P/. Palabra de Dios
En lo referente al tiempo y a las circunstancias no necesitan que les escriba, pues ustedes saben perfectamente que el Día del Señor llegará como un ladrón en la noche.
Cuando estén diciendo: «paz y seguridad», entonces, de improviso, les sobrevendrá la ruina, como los dolores de parto a la que está encinta, y no podrán escapar.
Pero vosotros, hermanos, no viven en tinieblas, de forma que ese día los sorprenda como un ladrón; porque todos son hijos de la luz e hijos del día; no somos de la noche ni de las tinieblas.
Así, pues, no nos entreguemos al sueño como los demás, sino estemos en vela y vivamos sobriamente.
Porque Dios no nos ha destinado al castigo, sino a obtener la salvación por medio de nuestro Señor Jesucristo, que murió por nosotros para que, despiertos o dormidos, vivamos con Él.
Por eso, animénse mutuamente y edifiquénse unos a otros, como ya lo hacen.
R/. Te alabamos Señor
SALMO RESPONSORIAL
LIBRO DE LOS SALMOS
Sal 26, 1.4.13-14
R/. Espero gozar de la dicha del Señor en el país de la vida
El Señor es mi luz y mi salvación,
¿a quién temeré?
El Señor es la defensa de mi vida,
¿quién me hará temblar? R/.Una cosa pido al Señor, eso buscaré:
habitar en la casa del Señor por los días de mi vida;
gozar de la dulzura del Señor, contemplando su templo. R/.Espero gozar de la dicha del Señor
en el país de la vida.
Espera en el Señor, sé valiente,
ten ánimo, espera en el Señor. R/.
Evangelio
LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS
Lucas 4, 31-37
“¡Manda con autoridad y poder a los espíritus impuros, y ellos salen!”. Y su fama se extendía por todas partes en aquella región”.
En aquel tiempo, Jesús bajó a Cafarnaún, ciudad de Galilea, y los sábados les enseñaba.
Se quedaban asombrados de su enseñanza, porque su palabra estaba llena de autoridad.Había en la sinagoga un hombre poseído por un espíritu de demonio inmundo y se puso a gritar con fuerte voz: ¡Basta! ¿Qué tenemos que ver nosotros contigo, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a acabar con nosotros? Sé quién eres: el Santo de Dios».
Pero Jesús le increpó diciendo:
«¡Cállate y sal de él!»Entonces el demonio, tirando al hombre por tierra en medio de la gente, salió sin hacerle daño.
Quedaron todos asombrados y comentaban entre sí:
«¿Qué clase de palabra es esta? Pues da órdenes con autoridad y poder a los espíritus inmundos, y salen».Y su fama se difundía por todos los lugares de la comarca.
P/ Palabra del Señor
R/ Gloria a ti, Señor Jesús
MEDITACIÓN
“Por ello, cuando creemos en Dios y le seguimos, nada debemos temer, pues, “si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros?””
En este texto encontraremos que Jesús tiene autoridad y que vence a las fuerzas de lo demoníaco. Anteriormente en relación a las tentaciones (cf. Lc 4,1-13), tampoco el diablo tuvo poder para vencer a Jesús. En el mundo griego los demonios constituían en ese tiempo una especie de “realidad numinosa”, intermedia entre Dios y la materia o el ser humano, que podían ser beneficiosos o maléficos, y podrían manifestarse en estados o situaciones diversas: hechos prodigiosos, éxtasis, enfermedades, etc.
En Israel, se entiende que, por un lado, los demonios pertenecen al plano de lo creado y se distinguen de lo divino; en segundo lugar, expresa que su acción y carácter es algo muy perverso, ya que está en el imperio de Satán, el espíritu rebelde o diablo. Toda posesión demoníaca es negativa: pues los demonios se someten a Satán y tientan a los seres humanos, les acusan ante Dios permanentemente y les pervierten. La primera expresión de su presencia es el pecado; pero con el pecado también se asociaba la enfermedad, sobre todo en el ámbito psíquico (ejemplo: epilepsia, locura, esquizofrenia, etc.). Todo lo que destruye al hombre en su unidad de vida es por influjo demoníaco.
Es importante aquí distinguir lo que Satanás puede generar en el ser humano. Su acción ordinaria es referida a la tentación, cualquiera sea y la persona humana accede por propia libertad, cayendo en la tentación y así se convierte en pecado. También están las acciones extraordinarias del maligno que pueden tener muchas causas en la vida de la persona. Y una acción extraordinaria también puede ser que la persona tenga alguna enfermedad, o pierda a toda su familia o pierda sus bienes; en ocasiones, todo al mismo tiempo. En el caso de hoy hay total claridad en que hay una acción extraordinaria con la posesión por un espíritu impuro. Pero siempre lo más grave para todos nosotros será su acción ordinaria, con la tentación, y que nosotros con nuestra libertad caemos voluntariamente en el pecado. La misión más importante que ejercía el Maestro era enseñar porque eso ayudaba a que las personas entendiesen la voluntad de Dios. El autor nos dice que hablaba con autoridad. Pues, lo que decía a las personas estaba lleno de vida, les llegaba profundamente al corazón porque les hablaba desde su propia experiencia. Jesús se comportó como un exorcista, como un liberador. Obró maravillas en la vida de las personas atadas o poseídas por el maligno. Jesús, actúa como los que liberaban también en su época, sin embargo, lo novedoso está en que las curaciones las realiza con autoridad, su vida es tan profunda que seduce y su doctrina ilumina hacia una verdadera liberación del hombre. El endemoniado de Cafarnaúm sabía muy bien quién era Jesús, le dijo “el Santo de Dios”. Sabía quién era, pero no estaba en condiciones de seguirlo, y al mismo tiempo, reconoce su derrota. Su Presencia y su Palabra tenían mucho poder, es el Mesías quien está y habla, es decir, Él actúa en la tierra y los espíritus del mal se expresan derrotados. Por ello, cuando creemos en Dios y le seguimos, nada debemos temer, pues, “si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros?” (Rm 8,31). Nuestra mayor seguridad siempre será Dios.
En definitiva, el que sana, cura, libera y convierte de verdad es Jesús. Quien a Dios tiene, nada le falta, pues, sólo Dios basta, decía santa Teresa. ¿Hay algo o alguien más poderoso que Dios? Nada ni nadie. Pero su poder está en el Amor generoso y rebosante que nos tiene, por ello, nadie puede resistirse a su Amor. El Amor de Dios es la garantía de nuestra libertad y felicidad.
Jesús vino a predicarnos, a traernos un nuevo mundo, el nuevo Reino del Padre; una nueva vida comienza con el advenimiento de ese Reino; un poder nuevo, el del Mesías, actúa en la tierra y los espíritus del mal confiesan su derrota. Jesús a diferencia de los escribas, enseña como quien tiene autoridad, pues hablaba con autoridad, pues sus palabras impactaban sobre su auditorio. Jesús sabe lo que dice y dice lo que sabe.
Si nosotros tenemos en cuenta esto, predicaremos no en nombre propio, sino en Nombre de Jesús, presentando no nuestra enseñanza, nuestro pensamiento, sino la enseñanza y el pensamiento del Señor. No estaremos fundamentando todo en la virtualidad de nuestra propia palabra, sino en la fuerza irresistible que tiene la Palabra de Jesús. La palabra que decimos tiene fuerza si está acompañada con el testimonio de vida, con la autenticidad de vida.
Recordamos que Jesús se presenta como el Santo de Dios, el Santo del Padre y, siendo santo Él, va esparciendo santidad a su alrededor y mostrando el camino de la santidad a todos sus discípulos y por ello su fama se extendía por todos los lugares de la región. El endemoniado de Cafarnaúm sabía muy bien quién era Jesús, sabía que era el Santo de Dios. Y si un endemoniado lo sabía, con mayor razón lo debemos saber nosotros que somos sus discípulos misioneros, que recibimos santidad al acercarnos a Él, al dejarnos amar por Él.
Pensamientos para el Evangelio de hoy
- «Todo procede del amor, todo está ordenado a la salvación del hombre, Dios no hace nada que no sea con este fin» (Santa Catalina de Siena)
- «El Evangelio es palabra de vida: no oprime a las personas, al contrario, libera a cuantos son esclavos de tantos espíritus malvados de este mundo: tanto el espíritu de la vanidad, el apego al dinero, el orgullo, la sensualidad» (Francisco)
- «La permisión divina del mal físico y del mal moral es misterio que Dios esclarece por su Hijo, Jesucristo, muerto y resucitado para vencer el mal. La fe nos da la certeza de que Dios no permitiría el mal si no hiciera salir el bien del mal mismo, por caminos que nosotros sólo conoceremos plenamente en la vida eterna» (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 324)

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