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El Cristo del atentado. El atentado contra la imagen de la Virgen de Guadalupe

El 14 de Noviembre del año 1921, en la antigua basílica de Nuestra Señora de Guadalupe, se produjo un acto sin precedentes. La imagen de la Virgen de Guadalupe fue objeto de un atentado con un artefacto explosivo.

Durante el ataque, una bomba colocada en un arreglo floral cerca del altar de la Virgen destruyó el altar y los candelabros de latón, pero dejó ilesa la estatua del Cristo crucificado, que protegía la imagen de la Virgen. La estatua ahora se exhibe en una vitrina en la basílica de Guadalupe y los visitantes pueden venerarla. 

La persecución a la Iglesia católica durante la presidencia de Porfirio Díaz a finales del siglo XIX y la persecución contra el catolicismo durante la década de 1920, en la que se afirma que la persecución contra el catolicismo, especialmente contra la imagen de la Virgen de Guadalupe, fue mucho más abierta. Un presunto ataque a la Basílica de Guadalupe en la Ciudad de México en el que se colocó una bomba que causó daños al altar, candelabros y vidrieras. A pesar de los daños, se destaca que el mensaje de la Virgen de Guadalupe, que representa el amor de Dios por la humanidad, sigue siendo intacto.

Un acontecimiento particularmente significativo fue la coronación de la imagen de la Virgen de Guadalupe en 1895, que reunió a muchos obispos de todo el mundo. Sin embargo, la persecución continuó incluso después de la revolución de 1910, y la Virgen de Guadalupe se convirtió en un símbolo de resistencia contra el nuevo gobierno. En 1921 se colocó una bomba cerca de la imagen de la Virgen de Guadalupe, pero el intento de vandalismo fue frustrado por la actuación de un soldado llamado Luciano Carpio.

Se colocó una bomba en la sacristía y dañó el altar, los candelabros y los vitrales. Si bien nadie resultó herido en la explosión, muchos quedaron conmocionados y perturbados por el hecho de que el atacante no mostró ninguna reverencia hacia la virgen de Guadalupe, un ícono religioso muy querido en México. El agresor, que fue identificado como un joven, escapó del lugar y posteriormente fue detenido por la policía. A pesar de los daños causados ​​por la explosión, se destaca que el mensaje de la virgen de Guadalupe, que simboliza el amor de Dios por la humanidad, permanece intacto.

La bomba explotó a las 10:30 horas, dañando el altar y los candelabros de latón, pero la estatua del Cristo crucificado, en la que meditaba la guadalupina, salió ilesa. La estatua, que pesa 34 kilogramos, había caído al suelo, pero la imagen de la Virgen de Guadalupe no resultó dañada. 

De un grupo de trabajadores que se encontraban dentro de la Basílica, salió un hombre con un ramo de flores. Caminó hacia la imagen de la Virgen de Guadalupe, colocó las flores debajo de ella y se alejó con rapidez.

Momentos después, un estruendo se escuchó justo a los pies de la imagen de la Guadalupana.

La gente presente buscó al responsable con la idea de lincharlo. No querían dejar ir al culpable.

Minutos después el presidente de La Villa arribó a la basílica. Había recibido una llamada del entonces presidente de la república Álvaro Obregón. 

El presidente le había ordenado evitar que lastimaran a quien había cometido el acto que vulneraba a la imagen de la virgen del ayate.

Sin embargo, y a pesar de la destrucción que había provocado el explosivo, la imagen de la Virgen de Guadalupe permanecía intacta. Los fieles consideraron que estaban presenciando un auténtico acto milagroso.

Buscando al autor intelectual

Las investigaciones en torno al atentado en la basílica comenzaron. Y también crecían los rumores acerca de la responsabilidad del presidente Obregón, conocido por su postura radical en contra de la Iglesia Católica.

Según habitantes, lo habían escuchado hablar sobre el deseo de terminar de una vez por todas con la imagen de la virgen de Guadalupe.

Días posteriores aún no se había castigado a ninguna persona después del ataque. El día 17 la Asociación Católica de la Juventud Mexicana convocó a una marcha.

Querían exigir justicia y castigo al responsable del atentado contra la Virgen de Guadalupe.

Esa mañana la avenida de San Francisco se vio repleta por cientos de fieles quien portando estandartes de la Virgen. Exigían que no quedara impune el hecho, al tiempo que celebraban con vivas a la virgen que milagrosamente había sobrevivido.

El evento se recordaba de vez en cuando pero volvió a reavivar cuando un evento inesperado aconteció.

Durante muchos años se dijo que el autor de este atentado fue el dinamitero Luciano Pérez, aunque versiones recientes arrojan que fue Juan Esponda, empleado de la Secretaría Particular de la Presidencia de la República, quien se ofreció a ejecutar el atentado ante el deseo del presidente Álvaro Obregón de destruir la imagen de la Virgen de Guadalupe, pues en más de una ocasión, Obregón había declarado que no descansaría hasta limpiar su caballo con la tilma de Juan Diego.

A pesar de las denuncias, las autoridades correspondientes hicieron caso omiso argumentando que este hecho solo favorecía a la Iglesia Católica, que jugaba el papel de víctima y así ganar la simpatía de los fieles aludiendo un nuevo milagro al quedar intacta la imagen de la Virgen.

En respuesta a la indiferencia de las autoridades, el domingo 18 de noviembre, el comercio de la Ciudad de México cerró durante cinco horas como protesta por aquel acto sacrílego en contra de la Reina de México, mientras que la Asociación Católica de la Juventud Mexicana convocó a cientos de fieles a manifestarse y con estandartes tricolores con la imagen de la Virgen de Guadalupe, exigieron el esclarecimiento del atentado para que tal hecho no quedara impune.

Las autoridades dieron la orden de dispersar la manifestación con ayuda de los bomberos, pero automovilistas católicos bloquearon los camiones permitiendo que la manifestación culminara en la catedral entre vivas a la Virgen de Guadalupe y el repique de las campanas. Esa misma tarde se cantó un Te Deum para agradecer a Dios el haber preservado intacta la imagen de Nuestra Señora de Guadalupe.

Testigo mudo de aquel atentado es el Cristo de latón torcido que fue levantado y honrado por los fieles con actos de desagravio, pues hay quienes aseguran que «Nuestro Señor Jesucristo protegió la integridad de su Santa Madre con su propio cuerpo». Por eso recibió el nombre de «El Cristo del Atentado» y permanece expuesto en una urna dentro de la actual Basílica como un recuerdo de aquel fatídico día que fortaleció la fe del pueblo de México ante el odio radical del gobierno contra la Iglesia Católica.

“El Cristo del Atentado”

Al Cristo se le conoce como “El Cristo del Atentado” y es anualmente venerado por numerosos fieles que acuden a la Basílica nueva para saludar a Santa María de Guadalupe, madre de todos los mexicanos, y van a la Basílica antigua, que se encuentra a un costado del nuevo templo, para dar gracias a su Hijo por haber dejado la imagen intacta, para veneración de millones de personas cada año.

Para 1926, cuando inició la llamada Guerra Cristera, las autoridades de la Basílica de Guadalupe decidieron retirar del altar la tilma sagrada y esconderla dentro de un ropero de doble fondo para evitar su destrucción, pues el fanatismo en contra de la Iglesia estaba a su máxima altura en el país.

En aquel entonces, el abad de la Basílica, el padre Feliciano Cortés, decidió ocultar la imagen genuina y colocó una copia en el altar de la Antigua Basílica. Para poder quitar la tilma con la imagen original de la Guadalupana, se mandó a hacer una copia, pintada por Rafael Aguirre, la cual sustituyó a la original.

La ceremonia por la que dio inicio este Año Santo fue presidida por el cardenal Carlos Aguiar, arzobispo primado de México, sucesor del primer arzobispo de México, fray Juan de Zumárraga, quien fue testigo del milagro de las rosas y un gran defensor de los indígenas.

Ni la ciencia se explica lo que le pasó al ‘Cristo del atentado’

Pero, ¿a la luz de la ciencia es posible que un objeto absorba una energía de tal magnitud? El físico Adolfo Orozco publicó en 2021, en el Boletín del Colegio de Estudios Guadalupanos, editado por la Universidad Intercontinental, un artículo titulado El atentado al ayate de San Juan Diego y la ciencia”.

El especialista dividió su texto en tres partes: aspectos matemáticos y físicos simplificados de una explosión; descripción de los daños producidos por una explosión; y comparación de los daños producidos, contra los esperados, en particular respecto del vidrio y el Sagrado Original, y el Cristo de bronce.

Daños en todas partes, menos a la Virgen de Guadalupe

En la primera parte de su artículo, tras analizar la mecánica y dinámica de una onda expansiva, el físico Orozco explica que la imagen de la Virgen de Guadalupe -ubicada a escasos 5 metros de distancia de la bomba- recibió una densidad de energía 900 veces mayor que que la recibida por los vidrios de las casas que se encontraban a 150 metros de distancia, y que sí se rompieron: “¿Por qué no se rompió el vidrio del Sagrado Original, si era 900 veces más intensa. Inexplicable”.

Cabe mencionar que la imagen de la Virgen de Guadalupe se encontraba protegida entonces con un vidrio común y corriente.

Y es que, según reportes periodísticos y las actas notariales levantadas con motivo de la explosión, reportan los siguientes datos: mármol roto en el lugar de la explosión; destrucción total de la base donde se asentaba el mármol del altar; candelabros destruidos; el Cristo de bronce, deformado; una imagen detrás del Sagrado Original, dañada; vidrios rotos en casas vecinas de la Basílica de Guadalupe; la explosión se escuchó a más de un kilómetro de distancia.

Reflexiones a la luz de la ciencia

Además del hecho de que la imagen de la Guadalupana no hubiera sufrido ningún daño, algo que a la luz de la ciencia también resulta inexplicable es la gran curvatura del tallo del crucifijo.

La información detalla que la cruz que se encontraba en el altar no estaba anclada, por lo que la explosión debería haberla lanzado sin tiempo suficiente para absorber la energía necesaria para deformarse. Esto indica que no hay una explicación natural para la forma en que quedó deformado el crucifijo. Además, se menciona que el material del que está hecho el Cristo requiere calor y tiempo para doblarse, por lo que la energía necesaria para lograrlo es relativamente alta.

Según las leyes naturales, el Cristo representaba un obstáculo a la propagación de la onda explosiva debido a su área transversal, que es una parte muy pequeña en comparación con la superficie total de la onda de choque. Sin embargo, el cuadro de San Juan Nepomuceno que se encontraba detrás del baldaquino de la Virgen sufrió daños menores, lo cual se explica porque el baldaquino absorbió la energía de la explosión y protegió al cuadro con su sombra. Es destacable que el vidrio de la imagen no se hubiera estrellado.

Por último, aunque no se ha estimado la energía necesaria para doblar el bronce del crucifijo, se menciona que es evidente que es mucha, ya que el bronce requiere altas temperaturas para cambiar su forma. En conclusión, no hay una explicación material de cómo pudo haberse producido la deformación del crucifijo.

https://atomic-temporary-157745810.wpcomstaging.com/2023/03/14/coronilla-por-las-almas-sacerdotales-y-religiosas-2/
https://atomic-temporary-157745810.wpcomstaging.com/2023/06/02/las-reliquias-de-los-santos-en-el-culto-catolico/

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ORIENTACIÓN PARA SOLICITAR LA PEREGRINACIÓN DE LAS RELIQUIA EN 1ER GRADO DEL BEATO CARLO ACUTIS

COMUNICADO DE LA POSTULAZIONE

10/01/2022   
Se han registrado varias denuncias de reliquias del beato Carlos Acutis que no cumplen con los requisitos canónicos ni con la Instrucción de la Congregación para las Causas de los Santos sobre “Las reliquias en la Iglesia: autenticidad y conservación”, del 16 de diciembre de 2017.
En particular, reiteramos que para que las reliquias sean auténticas deben llevar un sello de cera y un documento de autentificación con la firma del Postulador. Hay que asegurarse de que no han sido manipuladas o falsificadas.
Nadie más está autorizado a autentificar las reliquias de Carlos Acutis, haciendo una excepción del Obispo de Asís.
Además, le recordamos que las reliquias se conceden gratuitamente, sin ninguna cantidad de dinero a cambio.
Por ello, invitamos a los pastores de la Iglesia a estar atentos al fenómeno de las falsas reliquias, y pedimos la colaboración de sacerdotes, religiosos y laicos para denunciar los casos de fraude o abuso a la Postulación.
Agradecemos a todos los que nos ayuden a frenar un fenómeno tan desafortunado.

 

Dr.Nicola Gori
Postulatore della Causa.

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