Un camino de Fe

SANTORAL, Santos

San Juan Diego, “el confidente de la dulce Señora del Tepayac”

Oh Dios, que enviaste a tu Unigénito al mundo para librar al género humano de su antigua situación y para derramar la gracia de tu misericordia sobre los que esperamos con devoción su venida, haz que alcancemos el don de una verdadera libertad. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

El santo, movido por una tierna y profunda devoción a la Madre de Dios, dejó los suyos, la casa, los bienes y su tierra y, con el permiso del Obispo, pasó a vivir en una pobre casa junto al templo de la «Señora del Cielo». Su preocupación era la limpieza de la capilla y la acogida de los peregrinos que visitaban el pequeño oratorio, hoy transformado en este grandioso templo, símbolo elocuente de la devoción mariana de los mexicanos a la Virgen de Guadalupe.

Tres días antes de la fiesta de la Virgen de Guadalupe

El 9 de diciembre, tres días antes de la fiesta de la Virgen de Guadalupe, la Iglesia celebra la fiesta litúrgica del santo testigo de estas apariciones marianas que construirían un nuevo mundo.

Juan Diego fue testigo de una aparición de la Virgen y varios milagros, pero también fue testigo de un cambio de civilización. Hace unos meses, lo señalaba el periodista Carlos Villa Roiz, al presentar su libro San Juan Diego, su mundo y su tiempo, un volumen ilustrado de 400 páginas lleno de contexto histórico.

Juan Diego vivió de 1474 a 1548. Los historiadores conocen esa época por los textos históricos de fray Diego Duran, los Relatos de Chimalpaín, la Crónica Mexicáyotl de Tezozómoc, los escritos de Motolinía (el franciscano Toribio de Benavente), fray Bernardino de Sahagún, Bernal Díaz del Castillo, Fernández de Oviedo, Bartolomé de las Casas y otros.

Como el resto de sus contemporáneos, Juan Diego vivió sequías e inundaciones, terremotos y guerras.

Las guerras de un viejo mundo

Fue testigo del reinado de 6 emperadores aztecas (tlatoanis) y dos españoles. Tenía 4 años cuando el emperador Axayácatl fue terriblemente derrotado por los purépechas de Michoacán, que tenían armas de bronce. La derrota fue realmente traumática y debió saber de ella al crecer.

Los michoacanos, fieros guerreros, nunca serían conquistados por los aztecas, pero los españoles los conquistaron en 1522, hace cinco siglos, sin derramamiento de sangre: sus soldados huyeron al sonar las armas de fuego. Sacrificaron 800 esclavos y prisioneros pidiendo ayuda a los dioses, pero la expedición de Cristóbal de Olid enseguida ocupó la ciudad sin más combates y derribaron los templos para demostrar la inexistencia de los viejos dioses sedientos de sangre. Juan Diego debió escuchar las noticias de esta conquista de Michoacán con 48 años.

Juan Diego tenía 13 años en 1487, cuando se reconsagró el Templo Mayor de Tenochtitlán, en el reinado de Ahuízotl, el tío de Moctezuma y padre de Cuahtémoc. Para celebrarlo, durante 4 días fueron sacrificadas allí miles de personas: las cifras que manejan los historiadores oscilan entre las 3.000 y las 84.000 víctimas. Los aztecas, especialmente los guerreros, la nobleza y los sacerdotes, comían luego la carne de los sacrificados.

En 1519, Cortés llegó a Tenochtitlán: Juan Diego tenía entonces 45 años. Dos años después caía el Imperio Azteca.

Juan Diego, que no era azteca, sino de etnia chichimeca, nacido en Cuauhtitlán, entonces reino de Texcoco, se debió bautizar en 1524 o poco después, junto con su esposa, con la llegada de frailes franciscanos. Su esposa moriría en 1529. Las apariciones de la Virgen las vivió como cristiano viudo y devoto, ya mayor, en 1531, con 57 años.

Así, señala el libro de Carlos Villa Roiz, conoció el reinado de dos monarcas españoles: Carlos V y Felipe II; 7 reyes de Texcoco, 2 de Tlatelolco, 5 gobernadores de indígenas, 2 Audiencias en la Nueva España, un Virrey, 5 pontífices en Roma, un arzobispo en México y dos obispados más, y también vio llegar a 3 órdenes religiosas, la fundación de 4 colegios, la biblioteca de la Catedral, creada el 21 de mayo de 1534 y las bibliotecas conventuales.

Una nueva civilización

Vio llegar la imprenta (la trajo el obispo Juan de Zumárraga, la primera del continente americano), la implantación del uso de monedas, la llegada de animales domésticos comestibles como cerdos, gallinas y ovejas, y de animales útiles como los asnos, burros y mulas, que podían llevar cargas que antes sólo viajaban en piragua o en espaldas de esclavos y siervos.

Juan Diego oyó hablar de Europa y del descubrimiento de Filipinas, vio la edificación de 4 hospitales y sobrevivió a 3 epidemias (incluyendo la que mató a su sabio tío Bernardino). Debió alegrarse con el fin de los sacrificios humanos y del canibalismo. Debió asombrarle conocer no sólo a los hombres blancos, sino más adelante a los hombres negros que venían con ellos, de una tierra misteriosa donde todos eran de ese color.

Y desde 1531 se convirtió en el portador del mensaje de la Virgen para quien quisiera escucharlo.

San Juan Diego Cuauhtlatoatzin fue beatificado en 1990 y canonizado en 2002, en ambos casos por el papa Juan Pablo II. Juan Diego se convirtió en el primer santo indígena del continente americano. También fue el tercer mexicano en ser canonizado tras San Felipe de Jesús y el grupo de 27 mártires de la Guerra Cristera.

Peregrinos a la casa de San Juan Diego

En la Villa de Guadalupe, en la Antigua Parroquia de Indios, estuvo la casa donde el Juan Diego de edad avanzada vivió sus últimos años: allí custodió durante 17 años la tilma milagrosa donde la Virgen de Guadalupe dejó su imagen. Era una ermita ordenada construir por el obispo Juan de Zumárraga. Más en concreto, según los historiadores, Juan Diego vivía en una casa adyacente a la ermita, la cuidaba y contaba a todos su experiencia con la Virgen.

Casi un siglo después, en 1649, se construyó un edificio más grande, la Parroquia de Indios. Pero se ha preservado parte de la pared de la ermita original: allí estuvo la tilma 117 años, hasta 1709, cuando fue trasladada a la Antigua Basílica de Guadalupe, ahora llamada Templo Expiatorio de Cristo Rey. En esa pared, testigo de la tilma más de un siglo, refugio del indio anciano y santo, muchos peregrinos rezan, se emocionan y a veces lloran.

¿Dónde están los restos mortales de San Juan Diego? No se sabe. Pero los historiadores sospechan que podrían estar ahí, donde estuvo la antigua ermita que él cuidó. Pero excavar y buscarlos dañaría lo poco que queda de la vieja ermita original, y no es algo que se plantee hacer.

Donde estaba situada la casa de san Juan Diego, hoy hay una gran cruz de cemento. En el lado norte o la parte trasera de la antigua parroquia, está el famoso árbol de cazahuate donde se apareció la Virgen.

Ardor por la santidad

San Juan Diego era muy reservado y de un místico carácter, le gustaba el silencio y realizaba frecuentes penitencias, solía caminar desde su poblado hasta Tenochtitlán, a 20 kilómetros de distancia, para recibir instrucción religiosa. Tras la muerte de su esposa María Lucía en 1529, Juan Diego se fue a vivir con su tío Juan Bernardino en Tolpetlac, a sólo 14 kilómetros de la iglesia de Tlatilolco, Tenochtitlán.

El caminaba cada sábado y domingo a la iglesia, partiendo a la mañana muy temprano, antes que amaneciera, para llegar a tiempo a la Santa Misa y a las clases de instrucción religiosa. Caminaba descalzo, como la gente de su clase macehualli, ya que sólo los miembros de las clases superiores de los aztecas usaban cactlis, o sandalias, confeccionadas con fibras vegetales o de pieles. En esas frías madrugadas usaba para protegerse del frío una manta, tilma o ayate, tejida con fibras del maguey, el cactus típico de la región. El algodón era solo usado por los aztecas más privilegiados.

Fiel hijo de María

Así se inició el diálogo filial que Juan Diego tuvo con Nuestra Señora de Guadalupe. A partir de entonces y hasta su muerte, el santo indígena se encargó de anunciar el milagroso encuentro, viviendo y sirviendo en la ermita recién construida, según la voluntad de Nuestra Señora de Guadalupe, a los pies del cerro del Tepeyac, y en donde fue colocada la sagrada Imagen, que fuera la prueba contundente para Mons. Juan de Jumárraga, Obispo de México en aquel entonces, creyera en aquel relato por el que infinidad de veces Juan Diego lo visitaba. Según cuenta la historia, el santo mexicano, insistía “por orden de un muchacho” que se le reveló como “la siempre virgen santa María”.

El prudente obispo Zumárraga, se manifestó escéptico al relato del visitante. Pero el 12 de diciembre de 1531 había que creer o reventar. El indio se apareció nuevamente en el despacho de su Excelencia con su poncho repleto de rosas. Ya ahí la cosa cambió. Rosas milagrosas en pleno invierno que sellaron para la eternidad la advocación de Nuestra Señora de Guadalupe.

Oración a San Juan Diego

Tú que fuiste elegido por Nuestra Señora de Guadalupe como instrumento para mostrar a tu gente y al mundo que el camino del cristiano es uno de amor, compasión, comprensión, valores, sacrificios, arrepentimiento de nuestros pecados, aprecio y respeto por la creación de Dios, y por encima de todo, uno de humildad y obediencia. Tú, quien ahora sabemos que estás en el Reino de nuestro Señor y cerca de nuestra Madre, sé nuestro ángel y protégenos, quédate con nosotros mientras luchamos en esta vida moderna sin saber, la mayor parte del tiempo, donde fijar nuestras prioridades. Ayúdanos a orar a Dios, por medio del Corazón de nuestra Señora de Guadalupe hacia el Corazón de Jesús, para obtener los dones del Espíritu Santo y usarlos para el bien de la humanidad y el bien de nuestra Iglesia.

Amén

https://atomic-temporary-157745810.wpcomstaging.com/2023/03/14/coronilla-por-las-almas-sacerdotales-y-religiosas-2/
https://atomic-temporary-157745810.wpcomstaging.com/2023/06/02/las-reliquias-de-los-santos-en-el-culto-catolico/

Escribénos a: contactounpasoaldia@gmail.com

Nota importante: La publicidad que aparece en este portal es gestionada por Google y varía en función del país, idioma e intereses y puede relacionarse con la navegación que ha tenido el usuario en sus últimos días.

Estimado lector: ¡Gracias por seguirnos y leer nuestras publicaciones. Queremos seguir comprometidos con este apostolado y nos gustaría contar contigo, si está en tus posibilidades, apóyanos con un donativo que pueda ayudarnos a cubrir nuestros costos tecnológicos y poder así llegar cada vez a más personas. ¡Necesitamos de ti!
¡GRACIAS!

Para solicitarla, ponte en contacto con nosotros

ORIENTACIÓN PARA SOLICITAR LA PEREGRINACIÓN DE LAS RELIQUIA EN 1ER GRADO DEL BEATO CARLO ACUTIS

COMUNICADO DE LA POSTULAZIONE

10/01/2022   
Se han registrado varias denuncias de reliquias del beato Carlos Acutis que no cumplen con los requisitos canónicos ni con la Instrucción de la Congregación para las Causas de los Santos sobre “Las reliquias en la Iglesia: autenticidad y conservación”, del 16 de diciembre de 2017.
En particular, reiteramos que para que las reliquias sean auténticas deben llevar un sello de cera y un documento de autentificación con la firma del Postulador. Hay que asegurarse de que no han sido manipuladas o falsificadas.
Nadie más está autorizado a autentificar las reliquias de Carlos Acutis, haciendo una excepción del Obispo de Asís.
Además, le recordamos que las reliquias se conceden gratuitamente, sin ninguna cantidad de dinero a cambio.
Por ello, invitamos a los pastores de la Iglesia a estar atentos al fenómeno de las falsas reliquias, y pedimos la colaboración de sacerdotes, religiosos y laicos para denunciar los casos de fraude o abuso a la Postulación.
Agradecemos a todos los que nos ayuden a frenar un fenómeno tan desafortunado.

 

Dr.Nicola Gori
Postulatore della Causa.

DESCARGA, IMPRIME Y COMPARTE

Deja un comentario