Un camino de Fe

SANTORAL, Santos

Santa María de Guadalupe, una historia de amor

Era el solsticio de invierno a finales de 1531, entre los días 9 y 12 de diciembre, cuando en el cerro del Tepeyac, sitio de un antiguo santuario dedicado a Tonantzin Cihuacóatl, diosa madre de los mexicas, se apareció rodeada del sol, vestida de estrellas, oro y color de jade, con la luna menguante a sus pies, una joven y bonita señora de facciones europeas y la tez morena del amerindio. Testigo ocular de este acontecimiento, fue el indígena macehual de 57 años de edad, originario de Tlayácac, barrio de Cuautitlán, de nombre Juan Diego o Cuauhtlatóatzin que significa“águila que habla”. En lengua mexicana, la señora del cielo le dijo ser la siempre Inmaculada María, madre del (nelly teótl), del dios verdadero. Le pidió ir con el Arzobispo Juan de Zumárraga para pedirle que se le construyera en ese sitio una casa sagrada en su nombre donde ella pudiera escuchar y dar consuelo a todos sus hijos de estas tierras mexicanas.

Como prueba de su visita nos dejó cubierta de rosas, su imagen impresa en la tilma de ayate de Juan Diego. Este breve relato del gran suceso o huey tlamahuizoltica, nos es dado a conocer en lengua náhuatl clásica, en el documento que se conoce como: Nican Mopohua cuyo significado corresponde con las palabras de su primer versículo: “aquí se cuenta”. Se trata del documento escrito más antiguo de la aparición de Guadalupe, considerado como una obra literaria que narra las cuatro apariciones de la Virgen, el diálogo que sostiene con Juan Diego y el mensaje de paz y amor del cual es portadora.

Síntesis

La imagen de Nuestra Señora de Guadalupe quedó impresa en un tosco tejido hecho con fibras de maguey. Se trata del ayate, usado por los indios para acarrear cosas y no de una tilma, que usualmente era de tejido más fino de algodón. La trama del ayate es tan burda y sencilla, que se puede ver claramente a través de ella, y la fibra del maguey es un material tan inadecuado que ningún pintor lo hubiera escogido para pintar sobre él.

La imagen de Nuestra Señora de Guadalupe es una maravillosa síntesis cultural, una obra maestra que presentó la nueva fe de manera tal que pudo ser entendida y aceptada inmediatamente por los indios mexicanos. Es imposible de describir aquí la rica y complicada simbología que contiene este cuadro-códice porque cada detalle de color y de forma es portador de un mensaje teológico.

El rostro impreso en el ayate es el de una joven mestiza; una anticipación, pues en aquel momento todavía no habían mestizos de esa edad en México.

María asume así el dolor de miles de niños, los primeros de una nueva raza, rechazados entonces tanto por los indios como por los conquistadores.

El cuadro que se conserva en la moderna Basílica del Tepeyac mide aproximadamente 66 pulgadas de alto y 41 pulgadas de ancho y la imagen de la Virgen ocupa unas 56 pulgadas del mismo. La Virgen está de pie y su rostro se inclina delicadamente recordando un poco las tradicionales “Inmaculadas”. Esta oportuna inclinación evita que el empate que une las dos piezas del tejido caiga dentro de la faz de la Virgen.

El manto azul salpicado de estrellas es la “Tilma de Turquesa” con que se revestían los grandes señores, e indica la nobleza y la importancia del portador. Los rayos del sol circundan totalmente a la Guadalupana como para indicar que ésta es su aurora.

La joven doncella mexicana está embarazada de pocos meses, así lo indican el lazo negro que ajusta su cintura, el ligero abultamiento debajo de este y la intensidad de los resplandores solares que aumenta a la altura del vientre. Su pie está apoyado sobre una luna negra, (símbolo del mal) y el ángel que la sostiene con gesto severo, lleva abiertas sus alas de águila.

La Virgen de Guadalupe se presentó ante sus hijos como la Madre del Creador y conservador de todo el universo; que viene a su pueblo porque quiere acogerlos a todos, indios y españoles, con un mismo amor de Madre.

Con la prodigiosa impresión en el ayate comenzaba un nuevo mundo, la aurora del sexto sol que esperaban los mexicanos. El cuadro de la Virgen de Guadalupe estuvo 116 años expuesto a las inclemencias del ambiente, sin protección alguna contra el polvo, la humedad, el calor, el humo de las velas y el continuo roce de miles y miles de objetos que fueron tocados a la venerada imagen, además del constante contacto de manos y besos de innumerables peregrinos.

Se ha comprobado que el tejido de maguey es de muy fácil descomposición; cualquier tejido de esta fibra vegetal no puede conservarse más allá de veinte años y sin embargo el ayate de Juan Diego ha resistido mucho más de cuatro siglos en perfecto estado de conservación.

DATOS SIGNIFICATIVOS DE LA FECHA DE LAS APARARICIONES DE LA VIRGEN

Los indígenas eran hombres religiosos por excelencia,vivían atentos a la palabra de Dios, quien les enviaba mensajes en el cielo y en la tierra. El 12 de diciembre de 1531, día de la estampación de la imagen de la Virgen de Guadalupe en el ayate de Juan Diego, se reunieron en el cielo cuatro grandes símbolos para los indígenas:

a).-El renacimiento del sol: En ese día los indígenas pudieron observar un fenómeno que sólo se puede apreciar un día del año: el nacimiento del nuevo sol en el solsticio de invierno. El sol moribundo que vuelve a cobrar vigor significaba el retorna de la vida, el resurgimiento de la luz, un nuevo sol.

b).-El regreso de Venus: El planeta Venus solamente cada ocho años retorna junto con el sol. Los indígenas lo interpretaban como el regreso de Quetzalcoátl, el Dios-hombre, representado por Venus. Su aparición marcaba el retorno de la luz, de la religión y de la cultura.

c).-Conjunción Sol-Venus: Esta da origen al símbolo de la plenitud, el Nahui Ollin. Tanto Venus-Quetzalcoatl como Sol-Tonatiuh eran símbolos de Dios. Al conjuntarse ambos en el cielo ese día, podía observarse una plenitud de simbolismos divinos.

d).-La aparición del cometa Halley: El día 12 de diciembre de 1531 el cometa Halley iba llegando a la cima del cielo, al cenit.

EL AYATE DE JUAN DIEGO ANTE LA CIENCIA

La Virgen de Guadalupe deslumbra con su prodigiosa variedad de significados simbólicos, pero su pintura (impresa en el ayate) parece esconder aún otras maravillas, cuya revelación, posiblemente. Dios reserva para varios siglos después: precisamente para ésta época de incredulidad como preludiando una nueva y más prodigiosa conversión…

Los primeros exámenes científicos a que la tilma fue sometida, en 1666 y en 1787, concluyeron que la pintura no era obra de pincel ni otro medio humano conocido, y que su conservación era humanamente inexplicable (la fibra de maguey no dura más de 20 años).

-Estas conclusiones fueron confirmadas en 1954 por el profesor español Francisco Camps Ribera, autoridad europea y mundial en técnicas pictóricas, quien observó que la burda tela absolutamente no ofrecía condiciones para pintar trazos tan delicados sobre ella.

-Pero lo más asombroso es que ¡tampoco hay pintura!. En 1936 el profesor de química de la Universidad de Heidelberg Richard Kuhn, Premio Nobel de Química 1938, dictaminó que en el diseño de la imagen no existe ningún colorante conocido, ni animal, ni vegetal, ni mineral. Es materia desconocida.

Las fotografías con rayos infrarojos obtenidas en 1979 por los científicos de la NASA Jody Brand Smith y Philip S.Callaghan concluyeron que «la técnica empleada es desconocida en la historia de la pintura. Es inusual, incomprensible e irrepetible».

Pero hay más. En 1929 el fotógrafo Alfonso Marcué había descubierto que en el ojo derecho de la imagen se refleja el busto de un hombre, posiblemente Juan Diego o el Obispo Zumárraga. La persecución anticatólica que se vivía entonces en México impidió llevar adelante las investigaciones. Pero en 1951 el dibujante Carlos Salinas, examinando fotografías ampliadas, reconoció esa misma figura reflejada en las córneas de ambos ojos. Esto fue confirmado por un a comisión de 20 oculistas, químicos optometristas y diseñadores tras 8 años de investigaciones.

Tres destacados oftalmólogos, los doctores Rafael Torija Lavoignet, Enrique Graue Díaz-Gonzalez, y Amado Jorge Kuri, examinaron separadamente los ojos de la imagen con instrumentos de mucha precisión y llegaron a una misma conclusión, que parecen «ojos vivos».

Las sorpresas no paran ahí: en diciembre de 1981 los astrónomos del observatorio Laplace de México, P. Mario Rojas, y el Dr.Juan Homero Illescas verificaron que las estrellas que aparecen en la pintura corresponden a la posición de las constelaciones en el cielo de México en la madrugada del propio día de la aparición, 12 de diciembre de 1531.

-Además, al acercarse a ver la tela a menos de 10 centímetros, no se ve nada más que las fibras del manto, los colores ya no son visibles, desaparecen. Es imprescindible alejarse para ver la imagen de María. Los científicos de la NASA descubren también que al pasar un rayo láser por la tela, colocándola de costado, el mismo pasa sin tocar la pintura ni la tela. De este modo comprueban que la pintura está suspendida en el aire, por tres décimas de milímetros.

En la filosofía náhuatl, el Dios Ometéotl (Dios de la dualidad) era para los antiguos el principio supremo, origen de todo lo que existe e inventor de los hombres que recibía todas las oraciones, ofrendas y sacrificios, dirigidos a través de las demás deidades que ellos veneraban. La Virgen de Guadalupe fue reconocida por ellos como la Madre del Dios Dual, porque en ella había:

ENCARNACIÓN Y MUERTE:
Aparece embarazada en tiempo de adviento a 13 días de la Natividad, llevando en su cuello un broche con cruz, símbolo de la Pasión y Muerte de su Hijo, que en cada Misa se ofrenda para el perdón de nuestros pecados y ella busca dar a Luz a Jesús en los corazones de los nuevos hombres.
TRISTEZA Y FELICIDAD:
La carita de tez morena, mejillas sonrosadas y faz angelical, tiene la dualidad en su expresión. Si cubrimos su medio rostro izquierdo, tiene el ojo oscuro y gesto triste, solidaria con su pueblo. Si tapamos su lado derecho, tiene boca sonriente y ojo claro, en alegría con su pueblo evangelizado.
VIRGEN Y MADRE:
Las indígenas manifestaban su estado civil a través del peinado. Las vírgenes usaban cabello suelto con raya en medio y las casadas, trenzado. La Madre Virgen lleva pelo suelto color ébano, está a punto de dar a luz y en su vientre lleva la Nahui-Ollin, el trébol símbolo sagrado máximo de la divinidad azteca, que representa al Hijo del Sol, Verdad Absoluta, Dios del movimiento que domina los cuatro elementos: Viento, tierra, fuego y agua; poder de la vida del universo y toda la creación.
ESCLAVA Y EMPERATRIZ:
El Arcángel Gabriel al anunciarle su Maternidad Divina, ella abaja la mirada y da el “Sí”: “He aquí la esclava del Señor, Hágase en Mí” (Lc.1,26-38). Esa misma mirada tiene en el ayate y viene a servirnos en humildad sagrada, luciendo elegante y majestuosa con su manto de tonalidad azul-verde, color que solo era exclusivo de los emperadores aztecas. María es la Emperatriz de México.
DIA Y NOCHE:
Viene enmarcada con nubes; vestida del sol del amanecer, como el fuego que envuelve al cometa cuando entra a la tierra. La noche se extiende en su manto bordado de 46 estrellas, comprimiendo la bóveda celeste del cielo Mexicano y pisando la luna creciente que ha elegido como pedestal.
CIELO Y TIERRA:
Los astros celestes que posan en su vestido, se unen con las montañas de la tierra, representadas en nueve hojas grandes que adornan su túnica rosa. Estos jeroglíficos se llaman TEPETL (CERRO), rodeados de flores con raíces que vienen del cielo. Los mares se resguardan bajo su manto.
GRANDEZA Y HUMILDAD:
El ayate está unido por dos piezas de hilo de maguey tejido; su rostro libró esas costuras al abajar su mirada. Su grandeza se manifiesta en el poder que tiene de Reinar en el mundo y el universo que trae consigo y mientras más la engrandece Dios, más se refugia en la humildad, porque siendo Reina se hace esclava. En su retrato no posa con orgullo, porque todos los elogios los ha guardado en su corazón. No hay cosa que arroje tan lejos al demonio, como su humildad sagrada.
LUZ Y SOMBRAS:
La parte más iluminada es su Vientre donde está Jesús. Del lado izquierdo hay más claridad, pues recibe directamente la Luz del Padre y el lado derecho está oscurecida la tonalidad del vestido. María dirige su mirada con compasión y protección a sus pequeños hijos que caminan en la incierta noche oscura de la fe; lleva nuestras oraciones a las almas del purgatorio.
ANTIGUO Y NUEVO TESTAMENTO:
El pliegue final del vestido y la costura central que une el ayate, forman un libro abierto a la mitad, representando las Sagradas Escrituras; las sostiene un ángel con su mano derecha por ser la Palabra de Dios. También representa “El Libro de la Vida” donde están escritos nuestros nombres.
QUIETUD Y MOVIMIENTO:
Aunque María se ve inmóvil, con paz y elegancia espiritual; viene descendiendo del cielo con un paso hacia delante, flexionando su rodilla izquierda y caminando desde la eternidad hacia nosotros para alentarnos en el cansancio y abrazarnos como niños dependientes de sus atenciones maternas.
CIENCIA Y FE:
Por algunos incrédulos, el ayate ha tenido varios estudios científicos a través del tiempo, dejando a los estudiosos sin explicación alguna y mientras la ciencia cuestiona, la fe en el corazón del pueblo Mexicano, sin necesidad de averiguar nada, le confía el alma, la vida, la familia y a toda la Nación.
VESTIDO:
Su vestuario corte imperio, lleva tres atuendos:
Fondo blanco que sobresale de sus puños, ajustado en las muñecas y deshilado el extremo.
Traje color rosa amanecer, viene vestida de sol, con puños y cuello de armiño (animal no existente en México pero si en Europa, cuya piel era usada en las casas reales).
Gasa transparente con arabescos de oro con los símbolos sagrados aztecas que lograron evangelizar por convicción a más de ocho millones de indígenas en aquel tiempo.
LA CINTA:
El vestido tiene un listón morado (color que simboliza mortificación) con tres dobleces de cada lado, sumando seis. El tres representa la Santísima Trinidad que es la Divinidad y el seis, la humanidad porque fue creada el 6º. Día. Por lo tanto, el lazo revela al HOMBRE-DIOS.
LAS HOJAS DEL VESTIDO:
El brocado de la túnica transparente, representa la orografía de Anáhuac y las hojas, son cerros “Tépetl”. Descubrieron que al colocar horizontalmente su Imagen en tamaño original, sobre un mapa reducido a la escala 1:1,000,000, los volcanes que atraviesan transversalmente la República Mexicana, concuerdan perfectamente con la postura de estos símbolos, acomodándose entre sus puños los volcanes: Popocatépetl e Iztaccíhuatl y en su pecho El Nevado de Toluca.
LAS FLORES:
El pueblo azteca tenía tres vías para comunicarse con sus dioses: poesía, flor y canto, símbolos de la verdad. La gasa de su vestido, lleva florecillas con raíces que vienen del cielo, brotan del manto y rodean los cerros. La flor principal de cuatro pétalos: Nahui Ollin, está en el centro de su Vientre que indica la Presencia del Hijo de Dios. Las demás flores tienen ocho pétalos, número que para los aztecas representaba el infinito, principio y fin, nuestra verdad de fe: nuestro Credo: “Dios de Dios”, “Luz de Luz”, “Dios verdadero de Dios Verdadero”, “Rey de Reyes” y “Señor de Señores”.
MANTO:
El manto de estrellas le sienta perfectamente de la cabeza a los pies sin cubrir su rostro, con un doblez por debajo de su brazo izquierdo, como muestra del abrigo que da en la noche fría de la vida, a quien se hace como un niño. Una franja ancha dorada lo contorna, mostrando su Linaje Real.
LOS OJOS:


En 1929, el fotógrafo Alfonso Marcué González fue el primero en observar una silueta humana en sus ojos. En 1951, el dibujante Carlos Salinas Chávez encontró en ambos ojos, el busto de Juan Diego, visto con la distorsión óptica natural. El Dr. Enrique Graue observó que las figuras humanas están además en la cara anterior de la córnea y en el cristalino, como los ojos de una persona viva. Estudios oftalmológicos del Doctor Wahlig detectaron que sus ojos tienen profundidad y brillo, redes sanguíneas en sus párpados y estructura ocular con nervios ópticos que al acercarles luz, la pupila se contrae y al retirar la luz, se vuelve a dilatar como ocurre en el ojo humano. En febrero de 1979, tras dos años de investigación, el peruano Dr. José Aste Tonsmann, del Centro de Investigaciones IBM y especialista en computación, realizó estudios en ambos ojos por medio de sofisticadas computadoras; logrando ampliaciones hasta 2,500 veces más del tamaño original. El resultado fue sorprendente, porque descubrió personajes y escenas nunca imaginadas, como el reflejo de todo un grupo que observó este histórico y maravilloso suceso, destacándose la figura del Obispo Juan de Zumárraga, un sirviente semidesnudo, un anciano, el traductor Fray Juan González, Juan Diego, una mujer negra que era sirvienta del obispo, un español barbado y una familia integrada por padre, madre y sus tres hijos, además de dos adultos más.
Los Ojos poseen la imagen tridimensional conocida como Teoría de Purkinje y Samson, reflejándose las figuras en la concavidad de sus córneas. El diámetro de cada iris, es de tan sólo 7 u 8 milímetros, y seguimos enfatizando que, el material de ixtle con el que está elaborada la Imagen es tan burdo, que es imposible pintar imágenes tan diminutas, con detalles tan minuciosos.
SUS MANOS:
De aspecto terso y delicado, las lleva juntas en actitud de oración perpetua, en armonía con su cabeza inclinada, haciendo reverencia a su Hijo Todopoderoso. Discretamente entreabiertas, para recibir nuestras peticiones e interceder continuamente por sus hijos; unidas con fe y a la vez relajadas, las recarga sobre su vientre, apresurando con su intercesión el tiempo de los milagros como lo hizo en las Bodas de Cana, depositando toda su confianza en Jesús, quien sana, libera y acaba con todo mal. Una mano es blanca y la otra morena, uniendo en su oración a todas las razas.
LOS RAYOS:
Rodeada por 129 rayos de sol, de los cuales, doce coronan su cabeza. Algunos están reverberando y otros son rectos, en representación del pensamiento y el alma. Dispuestos alternativamente, 62 del lado derecho y 77 del izquierdo, tienen la forma de “La Palma de Oro”, que enmarca a la “Reina” en símbolo de victoria y a la vez, abriga con sus rayos al servidor que está a sus plantas, para enriquecerlo y glorificarlo, como le promete a Juan Diego. Recordemos que Cristo “Rey” fue aclamado con palmas, al entrar a Jerusalén en un burrito (Mt. 21, 1-11).
LA LUNA:
Pisa la luna en cuarto creciente, porque la Mujer Águila del Apocalipsis con su Hijo, es más poderosa que el imperio de Quetzalcóatl, el dios serpiente. MEXICO significa: “En el ombligo de la luna” y ella pisa el centro de México para bendecirlo con sus benditas plantas. El ombligo es el cordón vital que nutre al embrión en el seno materno y este país guarda las células madre de la evangelización para el mundo entero, como lo reconoció SS Juan Pablo II en su primer viaje en enero de 1979, a los pies de la morenita: De México al mundo, saldrá la Nueva Evangelización.
ALHAJAS:
Luce en su cuello un medallón dorado con una cruz en el centro, cruz que vio la princesa Papantzin en un sueño, en los barcos de Hernán Cortés y que también venía estampada en las velas de las Carabelas de Cristóbal Colón, cuyos nombres fueron un presagio: Se “Pinta”, la “Niña” “Santa María”. En sus puños lleva dos esclavas doradas, pulseras utilizadas en las mujeres del Siglo I, en señal de esclavitud en el pueblo judío y María siendo la favorita del cielo, se hizo esclava del Señor.
PIE DERECHO:
Con un paso adelante y en señal de descenso, muestra el zapatito derecho color beige que confirma su presencia entre nosotros y bendice con sus plantas nuestro suelo Mexicano.
EL ÁNGEL:
Representa a Juan Diego, al servidor que Dios llama y al caballero águila que ofrenda los corazones al sol. Tiene cara de niño y entradas del cabello como adulto, porque el que sirve si no se hace como niño, no entra al Reino; tiene ojos y orejas grandes para “Ver, escuchar y admirar” el mensaje; está equipado con “alas de águila”, símbolo de diligencia y elocuencia como lo dice el profeta Isaías: Los que confían en el Señor, les saldrán alas de águila, volarán sin cansarse (Is.40, 31). Las alas llevan plumaje de aves sagradas: Quetzal-Verde, Garza-Blanco y Guacamaya-Rojo, predestinándose la bandera mexicana a los pies de la Reina. La Virgen lo viste de amanecer y él toma equilibradamente en sus manos el cielo y la tierra a través del manto y el vestido, resaltando la misión que le han encomendado como Representante Celestial: “Tú eres mi embajador, muy digno de confianza”. Sostiene el Libro de la Palabra, respaldando el mensaje que transmite y recibe una parcela de cielo para admi¬nistrarla en la tierra donde dirige su mirada, guardando en el corazón mandamiento de Jesús: “Amar a Dios por sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo”.

Códice Guadalupano

Explicación

Para un debido acercamiento y una auténtica interpretación de lo que nos ofrece esta Imagen se deben eliminar toda imaginación fantasiosa y toda interpretación sin fundamento, pues es necesario tener en cuenta la convergencia y coherencia de diversos aspectos entre los que destacan la mentalidad indígena, especialmente de los grandes sabios tlamatinime y la manera de plasmar sus conceptos en los códices, así como los aspectos de diversas ciencias y, sobre todo, tener muy en cuenta la teología que nos da la Palabra de Dios y el Magisterio de la Iglesia. La imagen de Santa María de Guadalupe manifiesta la inculturación perfecta del Evangelio. Esta portentosa Imagen está plasmada en la humilde tilma de san Juan Diego hecha de fibras vegetales de izótl, que es una palma agavácea.

Santa María de Guadalupe toma lo bueno y verdadero, las “semillas del Verbo”, y las lleva a la plenitud en Jesucristo Nuestro Señor, es una verdadera “inculturación del Evangelio”, es decir, Ella sabe distinguir estas semillas en el corazón de todo ser humano, dentro de toda cultura, más allá de tradiciones y costumbres, y es ahí en donde pone a su amado hijo Jesucristo, Salvador y Redentor. En esta Imagen se ofrece un verdadero mensaje del amor de Dios tanto para los indígenas como para cualquier cultura; cuya fuente iconográfica y teológica es lo que nos proclama el libro del Apocalipsis, en el capítulo 12,1-2 “Una gran señal apareció en el cielo: una Mujer, vestida de sol, con la luna bajo sus pies, (…) está en cinta”. O también en el capítulo 21, 2-4: “Vi la Ciudad Santa, la nueva Jerusalén, que bajaba del cielo, de junto a Dios engalanada como una novia ataviada para su esposo. Y oí una fuerte voz que decía desde el trono: «Esta es la morada de Dios con los hombres. Pondrá su morada entre ellos y ellos serán su pueblo y Él, Dios-con-ellos, será su Dios. Y enjugará toda lágrima de sus ojos, y no habrá ya muerte ni habrá llanto, ni gritos, ni fatigas, porque el mundo viejo ha pasado»”.

El Rostro

El rostro mestizo de Santa María de Guadalupe es de una jovencita de gran belleza, en él se manifiesta ternura, compasión, misericordia, consuelo y amor; está inclinado en signo de humildad, como lo expresan los indígenas: “es importante esta Mujer, porque se para frente al sol, pisa la luna y se viste con las estrellas, pero su rostro nos dice que hay alguien mayor que Ella, porque está inclinada en signo de respeto.” Pero es sorprendente que dicha inclinación coincide con los mismos grados de inclinación de la tierra. Su rostro es mestizo, lo que significa que Ella es madre de todos los seres humanos; como se lo dijo a Juan Diego: “«Porque, en verdad, yo me honro en ser tu madre compasiva, tuya y de todos los hombres que vivís juntos en esta tierra, y también de todas las demás variadas estirpes de hombres, los que me amen” (Nican Mopohua, vv. 29-31). En Ella se identifican todas las razas y, al mismo tiempo, Ella ha tomado de nosotros su identidad, como dice la tradición indígena de Zozocolco, Veracruz: “Su rostro no es ni de ellos (los españoles) ni de nosotros (indígenas) sino de ambos…” Por ello, se le llama con cariño la “Morenita”, Madre de todos los pueblos. Su nariz recta y perfecta, su boca muy hermosa y bien proporcionada; en su labio inferior, por “casualidad”, cae un nudo de los hilos de la tilma, resaltando su belleza y su gracia.

Los rayos del Sol

Santa María de Guadalupe se para frente al sol y es rodeada por rayos de oro, intercalándose los de forma recta con los serpenteantes, y está integrando una figura de “nimbo” de forma de almendra (mandorla) en toda la figura, lo que significa divinidad; que si bien, recuerda las imágenes de la Inmaculada Concepción europeas, al mismo tiempo manifiesta que Ella porta al verdadero Sol de Justicia que viene a superar y a darle plenitud a todo lo creado. Mensaje que de igual forma los indígenas entendieron; la tradición oral de los pobladores de Zozocolco, Veracruz, nos ayudan a entender lo que los indígenas comprendían, ellos decían: “una Mujer con gran importancia, más que los mismos emperadores, que a pesar de ser mujer, su poderío es tal que se para frente al sol, nuestro dador de vida, y pisa la luna, que es nuestra guía en la lucha por la luz y se viste con las estrellas, que son las que rigen nuestra existencia y nos dicen cuándo debemos sembrar, doblar o cosechar”.

Los Ojos

Los preciosos ojos de Santa María de Guadalupe manifiestan misericordia y compasión; y también encierran algunos aspectos que, gracias a varias ciencias, podemos ir conociendo más. En sus ojos se descubre que tiene reflejos como en cualquier ojo humano, según las leyes de las ciencias; y lo que hace confirmar que no se trata de adaptaciones fantasiosas es el hecho de que las mismas imágenes se encuentran en los dos ojos, teniendo en cuenta sus distintas posiciones, sus proporciones y su correlación científica. Esto sigue sorprendiendo a tantos científicos, quienes usando su instrumental, según su ciencia, han llegado a concluir en los mismos resultados: hay imágenes reflejadas en los dos ojos de la imagen de la Virgen de Guadalupe en conformidad con su posición, su proporción y leyes que rigen, y dichas figuras empalman perfectamente.

La Boca

Tiene labios muy hermosos y el inferior coincidentemente quedó impreso sobre un nudo de la tilma lo que brinda una leve y tierna sonrisa.

Las Manos

Santa María de Guadalupe es una mujer en oración, lo que se puede apreciar perfectamente al ver cómo junta sus manos, semejante a la usanza europea; y, al mismo tiempo, tomando en cuenta que también para los indígenas Ella está en oración a su modo y usanza. Pues los indígenas la veían como todo un códice plano, pues ellos nunca dibujaban o pintaban con una tercera dimensión, es decir, ellos no tomaban en cuenta la profundidad, la luz y la sombra; de esta manera podemos perfectamente entender que la flor-cerro-corazón dorada que se encuentra en su vestido a la altura de su pecho, está incluida dentro de estas manos; y si tomamos en cuenta el “paso de danza” de la Virgen de Guadalupe; podemos comprender que los indígenas inmediatamente captaron que Ella está en oración a su usanza. Los indígenas, contemplando a la Virgen de Guadalupe, decían: “Nuestros mayores ofrecían corazones a Dios, para que hubiera armonía en la vida. Esta Mujer dice que, sin arrancarlos, le pongamos los nuestros entre sus manos, para que Ella los presente al verdadero Dios.”

La cinta oscura

La cinta oscura anudada en la parte superior del vientre anuncia su maternidad, es una mujer “en cinta”, es una mujer “de espera”, es una mujer de “Adviento”. Ella es la madre de Dios, “Arca viviente de la Alianza” como dijo el Papa Benedicto XVI.

La Flor – Cerro – Corazón

Todas estas flores extrañas son un cúmulo de mensajes. Mientras que para los españoles simplemente eran “arabescos” o adornos, para los indígenas eran todo un mensaje, tan claro y perceptible que dichos “glifos” no siguen los pliegues de la túnica, sino que están encima de los pliegues, todas las flores tienen su “raíz en el cielo”, representado por el manto azul-verdoso lleno de estrellas, lo que significa que esta flor tiene su fundamento en lo celestial. La flor tiene la figura de cerro, mientras que su tallo tiene la figura de agua; este monte termina en punta, lo que para los indígenas es Tepeyac, pues significa “cerro punta”. Hay que tomar en cuenta que para los indígenas “flor y agua” significa “civilización”, por lo tanto, representa una civilización enraizada en lo celeste. En la flor-cerro se observan pequeñas flores entorno, lo que significa que es xochitlalpan o tierra de las flores, es decir, la plenitud de la verdad. Ahora bien, si ponemos de cabeza esta flor-cerro, como también los indígenas veían los códices desde diferentes ángulos, podemos comprobar por sus mismos códices que esta flor-cerro es también corazón, sangre y arterias, por lo tanto el sustento de la divinidad. Si volvemos a su posición original, dentro de esta flor-cerro-corazón se observa un rostro, para los indígenas ser sabio significa “poner un rostro humano en el corazón ajeno”, por lo que se entiende que esta flor-cerro-corazón significa que está llena de la sabiduría divina. De esta manera, podemos concluir que esta flor de la verdad de Dios es una nueva civilización que surge del cielo y está llena de la verdad y la sabiduría divina.Esto concuerda perfectamente con lo que es el centro del mensaje de Santa María de Guadalupe, quien mucho desea se le construya una “casita sagrada” lo que significa una nueva civilización del amor y de la sabiduría de Dios.

El Manto

El manto azul-verdoso que cubre de pies a cabeza la figura de Santa María de Guadalupe, manifiesta que Ella es una emperatriz, pues para la cultura indígena, sólo el emperador o tlatoani podía portarlo; azul, por el azul del cielo; verde, por la vida. En este manto se encuentran 46 estrellas, que científicamente se ha comprobado que corresponden al orden de las constelaciones en el solsticio de invierno de 1531.

La Túnica de la Virgen

La túnica es de color rosa salmonado con sombras entre marrón y carmesí y representa a la tierra ya que en ella están estos “adornos” o “glifos” que representan montes y agua. Su doblez inferior evoca la representación que los indígenas hacían de las mantas en los códices de tributos.

Las Nubes

La imagen de esta hermosa Doncella-Madre rodeada de nubes significa la manifestación divina de su figura. Para los europeos, Ella es una imagen que viene entre nubes del cielo. Para los indígenas era muy importante la frase: “entre nieblas y nubes” que tiene tres significados; el primero, “venir del lugar a todos desconocido”; así como saludó el emperador Moctezuma a Hernán Cortés; segundo, significa “abrir un cofre de tesoros espirituales”; y tercero, “el ser ojos, oído y boca de aquél ser invisible y espiritual que –en esa persona que venía entre nieblas y nubes– se hacía visible”. Así que la Virgen de Guadalupe entre nubes significaría: «La que viene del lugar a todos desconocido, Ella abre un cofre de las riquezas espirituales y Ella es ojos, oído y boca de aquél invisible y espiritual, en Ella se manifiesta visible».

El Angelito

El angelito es una figura muy importante en toda la imagen de la Virgen de Guadalupe pues, de alguna manera, es por quien se identifica claramente a la Virgen del Tepeyac. Este ángel es un cuauhtlatoatzin, que significa: águila que habla cosas divinas o preciosas, pues tiene alas de águila. Es un ángel que ni está “cargándola” ni está “colgándose” de Ella, sino que la está presentando y, con Ella, a quien es el centro de esta Imagen que es Jesucristo en su inmaculado vientre. El angelito con su mano derecha toma la punta del manto azul–verdoso lleno de estrellas que significa el universo y con la mano izquierda mantiene sujeta la punta de la túnica rosa, que significa la tierra; él une en armonía el cielo y la tierra; exactamente como eran representadas las águilas en los códices. La alas del angelito tienen tres colores: azul, blanco y rojo, que se unen en su significado al color negro de la luna; ya que estos son los colores de los cuatro rumbos del universo: el negro simboliza al Norte; el azul, al Sur; el blanco, al Oeste; y el rojo, al Este. El rostro del ángel es muy hermoso, especialmente según las categorías estéticas indígenas, pues tiene una cierta calva, que para los indígenas significaba ancianidad, es decir, sabiduría, autoridad, raíz de la verdad cultural. Él también lleva un medallón de color oro que se relaciona con el medallón que porta la Santísima Virgen de Guadalupe

La Luna Negra

La luna está en cuarto creciente y es negra porque está en contra luz con el sol, su color complementa, como ya decía, con el color de las alas del ángel, los cuatro rumbos del universo. La Virgen de Guadalupe está de pie apoyando su cuerpo en “paso de danza” u “oración”, a la usanza indígena, en el centro de la luna.Si tomamos en cuenta los códices y la mentalidad indígena estamos ante uno de los puntos importantes de su mensaje; ya que la expresión “Me-xi-co” significa: “en el centro de la luna” o “en el ombligo de la luna” lo que a su vez significa “en el hogar de la divinidad omnipotente”, “en el centro creador del universo”, “en el lugar donde surgen los cuatro rumbos del universo”. Lo que nos ayuda a entender que esta mujer “en cinta” portando al verdaderísimo Dios por quien se vive en su inmaculado vientre, viene en el centro de la luna, es decir, a la casa de Dios Omnipotente, centro de la creación del universo, de donde surgen los cuatro rumbos del universo. Ella viene con el verdadero Sol de Justicia en su inmaculado vientre, eclipsando y superando absolutamente todo.Dios en María es el Ser Supremo por excelencia y viene a su “hogar”, centro de su “casita sagrada”, centro de su Iglesia.

La Flor de los cuatro pétalos

La flor de cuatro pétalos, única en toda la túnica de la Virgen de Guadalupe y que se encuentra a la altura de su inmaculado vientre de la Virgen de Guadalupe, representa el Nahui Ollin y que significa: El verdaderísimo Dios por quien se vive. Así que los indígenas captaron que el Ser que se encuentra en el vientre era nada menos que Dios mismo, el Creador del Universo; es Jesucristo el centro, tanto del mensaje como de esta hermosa y portentosa Imagen en la tilma del humilde macehual San Juan Diego; Santa María de Guadalupe es el tabernáculo sagrado de Jesús Eucaristía.Él es el único y eterno sacrificio, quien ofrece su cuerpo, su sangre, su corazón y todo su Ser. Él es quien nos sustenta para la vida eterna.

El Zapato

El zapato apoyado en el centro de la luna negra forma parte de lo que se llama “paso de danza”. Sin embargo, un punto por demás interesante es que este zapato no tiene color, sino lo que se observa es el color de la tilma, por lo que se ven claramente las tramas del hilo de la tilma lo que nos ayuda, comparativamente, a confirmar que la tela de la tilma no tiene una preparación. Una tela semejante, porosa, llena de agujeros, con una costura visible en medio, rasgaduras, nudos por el amarre de los hilos, no es útil para recibir color sino que se necesitaría una preparación con una pasta que cubriera todas las imperfecciones y, así mismo, hacer que el color se conservara hacia enfrente de la obra. Este es un punto por demás sorprendente pues en este zapato se ve claramente que la tela no tiene ningún tipo de preparación y que tiene varias imperfecciones, pero la Virgen de Guadalupe las ha “aprovechado” para su belleza.

El Pelo

En la sociedad indígena cuando una mujer estaba casada tenía que hacerse un trenzado especial con sus cabellos y subirlo hacia los lados a manera de “cuernitos”.La imagen de la Virgen de Guadalupe tiene el pelo partido a la mitad y bien peinado hacia abajo, lo que significa, para los indígenas, virginidad.

El Broche

El broche en forma de óvalo con una cruz al centro, para los españoles es un broche que manifiesta el amor misericordioso de Jesús expresado en la cruz central que porta, signo de su sacrificio máximo por amor. Hay que tomar en cuenta, que los indígenas hacían una perforación entre el cuello y el pecho en algunos de sus ídolos de piedra, colocando una piedra semipreciosa verde, que para ellos significaba su corazón, la cual pulían hasta convertirla en un espejo a la que denominaban: el corazón de la divinidad; los indígenas se veían reflejados en este “corazón de piedra verde”; así podemos entender que los indígenas al ver a Santa María de Guadalupe y observar este broche con la cruz central, ellos se veían reflejados en el sacrificio máximo del amor de Dios. Una cruz, que si bien en sus códices también usaban, pero en esta posición adquiría un valor insospechado, pues contemplaban el verdadero corazón divino que en su amor le daba vida a la Santísima Virgen y, por medio de Ella, a cada uno que la contemplaba como madre, pues fue en el suplicio en esa cruz cuando Jesús nos la entregó precisamente como madre.

EL ácido derramado

La imagen de la Virgen de Guadalupe en la tilma de Juan Diego se ha preservado durante siglos; ha estado expuesta a humedad, salitre, caricias y besos devotos, agua bendita, cera, humo de candelas y se ha preservado durante todos estos años. Recordemos, además, que estuvo 116 años sin ningún tipo de protección, ni madera, ni tela, ni vidrio; sino que permaneció en su ermita todos esos años pegada a la pared húmeda y salitrosa. Pero además en el año de 1784, por un descuido del platero que limpiaba su marco, accidentalmente derramó hacia el lado derecho de la Imagen el ácido con el que efectuaba su labor. Esto podría haber provocado un ruinoso agujero en toda la zona afectada; sin embargo, la Imagen soportó esto sin ser dañada, salvo una sutil mancha a manera de testimonio del hecho. Además, el 14 de noviembre de 1921, la imagen sufrió un terrible atentado, ya que personas anticatólicas pusieron una bomba a los pies de la Imagen que, al explotar, destruyó varios objetos a su alrededor y, sin embargo, a la sagrada Imagen no le pasó absolutamente nada.

El nombre “SANTA MARÍA DE GUADALUPE”

Su nombre no es “Tequatlanopeuh” o “Tequantlaxopeuh”, como equivocadamente supuso Luis Becerra Tanco en el año de 1675, quien fue el primero que cometió este error que tantos y tantos han copiado y han continuado en este camino equivocado.No hay un solo documento ni autor que llamara a la Virgen de Guadalupe con este nombre o algo semejante sustituyendo al de “Guadalupe”; lo que sí se usaba era el ponderarla con el título de “Tonanztin”, que significa “Nuestra madrecita” y lo unían a su nombre “Tonanztin Guadalupe”, que podríamos traducir como: “Nuestra venerable Madre Guadalupe”. La Virgen quiso llamarse “Santa María de Guadalupe”, nombre compuesto: “María”, de origen judío y “Guadalupe” de origen árabe. “María” significa: “la escogida por Dios”, “la preferida de Dios”, “la más Hermosa” o la “Iluminadora”; y “Guadalupe” “Wadi al Lub” puede traducirse como: “Río de grava negra” o “la cama del río” o “el cauce del río”; La Madre de Dios, se presentó con este nombre: “Santa María de Guadalupe”, lo que podríamos traducir como “el santo cauce del río que porta el Agua viva y la Luz verdadera”. Ella no es la Luz, sino quien ilumina mediante la Luz; Ella no es el Agua, sino quien conduce el Agua. La Luz y el Agua viva es Jesús.

Con el nombre, Santa María de Guadalupe está tomado a las dos más importantes raíces culturales del mundo, los judíos y los árabes, que siempre están en conflicto constante, que siempre están en guerra; pero, en Santa María de Guadalupe están en armonía, en unidad, son su identidad y, al mismo tiempo, al entregar su nombre a Juan Bernardino, el tío anciano de Juan Diego, Ella se entrega al pueblo, pues el anciano representaba la raíz, la verdad, la sabiduría y la autoridad del pueblo indígena; con ello, nos entrega a su hijo Jesucristo. Por ello, es muy importante su nombre: “bien así se le nombrara: La Perfecta Virgen Santa María de Guadalupe”, pues en él, está su identidad y su misión. El texto completo y su ratificación judicial, se encuentra en la Sagrada Congregación para las Causas de los Santos, Archivo para la Causa de Canonización de Juan Diego.

Lo que caracteriza estos hallazgos realizados en el siglo XX es que ninguno de ellos tiene explicación científica. ¿Estamos, pues, delante de un milagro ocurrido hace cinco siglos, que continúa desdoblándose hasta hoy, en nuevos y prodigiosos sub-milagros?

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ORIENTACIÓN PARA SOLICITAR LA PEREGRINACIÓN DE LAS RELIQUIA EN 1ER GRADO DEL BEATO CARLO ACUTIS

COMUNICADO DE LA POSTULAZIONE

10/01/2022   
Se han registrado varias denuncias de reliquias del beato Carlos Acutis que no cumplen con los requisitos canónicos ni con la Instrucción de la Congregación para las Causas de los Santos sobre “Las reliquias en la Iglesia: autenticidad y conservación”, del 16 de diciembre de 2017.
En particular, reiteramos que para que las reliquias sean auténticas deben llevar un sello de cera y un documento de autentificación con la firma del Postulador. Hay que asegurarse de que no han sido manipuladas o falsificadas.
Nadie más está autorizado a autentificar las reliquias de Carlos Acutis, haciendo una excepción del Obispo de Asís.
Además, le recordamos que las reliquias se conceden gratuitamente, sin ninguna cantidad de dinero a cambio.
Por ello, invitamos a los pastores de la Iglesia a estar atentos al fenómeno de las falsas reliquias, y pedimos la colaboración de sacerdotes, religiosos y laicos para denunciar los casos de fraude o abuso a la Postulación.
Agradecemos a todos los que nos ayuden a frenar un fenómeno tan desafortunado.

 

Dr.Nicola Gori
Postulatore della Causa.

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