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Enseñanza, Espiritualidad

El Bautismo del Señor, el mayor regalo que hemos recibido

El bautismo de Jesús por Juan el Bautista fue un evento crucial en la vida de Jesús y tuvo un profundo significado simbólico y espiritual. Representó su identificación con los pecadores, el inicio de su ministerio público y un momento de revelación divina. La Fiesta del Bautismo del Señor es el fin del tiempo litúrgico de la Navidad, pero los misterios de la vida, la muerte y la resurrección de Cristo, que constituyen nuestro propio Bautismo en la Iglesia, siguen desplegándose.

El verbo griego «bautizar» significa sumergir. El baño con el agua simboliza en varias creencias el paso de una condición a otra, es signo de purificación para un nuevo inicio. Para nosotros, los cristianos, el bautismo nos sumerge en la muerte y resurrección del Señor, haciendo morir en nosotros al hombre viejo, dominado por el pecado, para que nazca el hombre nuevo, que participa de la vida de la Santísima Trinidad.

La festividad del Bautismo del Señor se celebra el domingo siguiente a la Epifanía, con la que se culmina el ciclo de Navidad. Se conmemora el Bautismo de Jesús en el río Jordán, por parte de Juan Bautista.

Un evento bíblico significativo

El bautismo de Jesús por Juan el Bautista es un evento bíblico significativo que se menciona en los cuatro Evangelios. Según los relatos bíblicos, Jesús, siendo un hombre adulto, se acercó a Juan el Bautista, quien era un profeta y predicador en el desierto, para ser bautizado. Juan inicialmente se mostró reacio a bautizar a Jesús, ya que reconocía su propia inferioridad en comparación con él. Sin embargo, Jesús insistió en ser bautizado, diciendo: “Conviene que cumplamos así toda justicia” (Mateo 3:15).

El bautismo de Jesús no fue un simple acto ritual, sino que tuvo un profundo significado simbólico y espiritual. En primer lugar, representó la identificación de Jesús con los pecadores, ya que el bautismo era una práctica común entre los judíos para la purificación y el arrepentimiento. Al ser bautizado, Jesús se humilló a sí mismo y se puso al mismo nivel que aquellos a quienes había venido a salvar.

En segundo lugar, el bautismo de Jesús marcó el inicio de su ministerio público. Después de ser bautizado, Jesús fue llevado por el Espíritu Santo al desierto, donde fue tentado por el diablo durante 40 días. Esta experiencia preparó a Jesús para su misión de predicar el Evangelio y realizar milagros.

En tercer lugar, el bautismo de Jesús fue un momento de revelación divina. Durante el bautismo, una voz del cielo proclamó: “Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia” (Mateo 3:17). Esta declaración confirmó la identidad de Jesús como el Hijo de Dios y el Mesías prometido.

El descenso del Espíritu Santo en forma de paloma durante el bautismo

El descenso del Espíritu Santo en forma de paloma durante el bautismo de Jesús es un símbolo importante en el cristianismo. Representa la presencia y el poder de Dios, y la unión entre Dios y la humanidad.

La paloma es un símbolo de paz, amor y pureza. En la Biblia, la paloma también se utiliza para representar al Espíritu Santo. Por ejemplo, en el libro de Mateo, cuando Jesús es bautizado, el Espíritu Santo desciende sobre él en forma de paloma.

El descenso del Espíritu Santo en forma de paloma durante el bautismo de Jesús también simboliza el comienzo de su ministerio público. Después de ser bautizado, Jesús comenzó a predicar y a enseñar, y a realizar milagros, es un recordatorio de que Dios está siempre con nosotros, y de que su poder y su amor están disponibles para nosotros.

La importancia del bautismo en la fe cristiana

El bautismo es un sacramento cristiano que simboliza la entrada de una persona en la comunidad cristiana. Es un acto de fe y compromiso con Dios, y se realiza mediante la inmersión en agua o el vertido de agua sobre la cabeza.

El bautismo es importante en la fe cristiana por varias razones. En primer lugar, es un signo de la gracia de Dios. Cuando una persona es bautizada, recibe el Espíritu Santo y se convierte en miembro del cuerpo de Cristo. En segundo lugar, el bautismo es un acto de obediencia a Dios. Jesús ordenó a sus discípulos que bautizaran a todos los que creyeran en él (Mateo 28:19). En tercer lugar, el bautismo es una señal de esperanza. Simboliza la muerte al pecado y la resurrección a una nueva vida en Cristo.

El bautismo se practica en todas las principales denominaciones cristianas, aunque existen algunas diferencias en la forma en que se realiza. En algunas iglesias, el bautismo se realiza sólo a los adultos, mientras que en otras se realiza también a los niños. En algunas iglesias, el bautismo se realiza por inmersión, mientras que en otras se realiza por aspersión.

Independientemente de la forma en que se realice, el bautismo es un sacramento importante en la fe cristiana católica. Es un signo de la gracia de Dios, un acto de obediencia a Dios y una señal de esperanza.

El rito

En la Iglesia Católica, el sacerdote, diácono o, en circunstancias especiales, una persona laica administra el bautismo a través del rito de derramar o sumergir a la persona siendo bautizada. Mientras hace eso, dice, “Yo te bautizo en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”.

Eso no fue la experiencia de Jesús en la orilla del Jordán. En aquella ocasión, el bautismo significaba algo diferente. En primer lugar, no le hacía falta a Jesús ser bautizado. Era (es) Dios y no tenía pecado ninguno y, entonces, no le hacía falta ser perdonado ni “liberado del pecado”. Además, él no tenía que comprometerse ni hacer votos para participar en la misión de la Iglesia. Él era (es) el autor. Entonces, ¿Qué era ser bautizado por Juan?

El Catequismo de la Iglesia Católica explica: Jesús “Comienza su vida pública después de hacerse bautizar por san Juan el Bautista en el Jordán. … Nuestro Señor se sometió voluntariamente al Bautismo de san Juan, destinado a los pecadores, para “cumplir toda justicia”. Este gesto de Jesús es una manifestación de su “anonadamiento”. El Espíritu que se cernía sobre las aguas de la primera creación desciende entonces sobre Cristo, como preludio de la nueva creación, y el Padre manifiesta a Jesús como su “Hijo amado” (CIC 1223-1224).

Acompañando el bautismo por Juan fue su prédica. “Un bautismo por el perdón de los pecados” (Marcos 1:4). Se encuentra una explicación parecida en los otros tres Evangelios. Juan ofrecía a su audiencia judía una oportunidad para reconocer sus pecados y pedir perdón por ellos. Estaba preparando a ellos para la llegada del Mesías: “Arrepiéntanse, porque el reino de los cielos está cerca” (Mateo 3:2). Entonces, si Jesús no tenía que arrepentirse por nada, habrá otra razón de por qué ser bautizado por Juan. Cuando Juan se encontró con Jesús en el Jordán, él resistía bautizarlo. Pero, en la historia según San Mateo leemos que Jesús le dijo, “Hagámoslo como te digo, pues nos conviene cumplir con lo que es justo” (Mateo 3:15). El bautismo de Jesús tuvo un motivo simbólico.

Cuando Jesús salió del Jordán, se oyó la voz de Dios identificarlo diciendo, “Este es mi Hijo amado; estoy muy complacido con él” (Mateo 3:17; Marcos 1:11; Lucas 3:22). Su Bautismo será la segunda manifestación de su identidad como el Mesías en la historia navideña, un preludio a la misión y el ministerio que seguiría.

Jesús fue bautizado por Juan, alguien que vino para “preparar el camino”, para que Jesús pudiera empezar su misión divina de salvar de los pecados a todos con que ahora él compartía en la humanidad. La prédica de Juan y las aguas del Jordán le ofrecieron a Jesús la ocasión pública para eso. “¡Aquí tienen al Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo” (Juan 1:29)! Juan proclamó. Se oyó la voz del Padre, “Este es mi Hijo amado”, “tomando el lugar de los pecadores” (Joseph Ratzinger/el papa Benedicto XVI, “Jesús de Nazareth”).

Enseñanzas podemos extraer del bautismo del Señor para nuestra vida espiritual

El bautismo del Señor es un acontecimiento importante en la vida de Jesús y tiene un profundo significado para nuestra vida espiritual. En primer lugar, nos recuerda que Jesús es el Hijo de Dios. Cuando Juan el Bautista lo bautizó en el río Jordán, una voz del cielo dijo: “Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia”. Esto nos muestra que Jesús es el Mesías, el Salvador del mundo.

En segundo lugar, el bautismo de Jesús nos muestra que él es nuestro ejemplo. Al bautizarse, Jesús nos mostró que debemos seguir su ejemplo y ser bautizados también. El bautismo es un símbolo de nuestra unión con Cristo y de nuestra participación en su muerte y resurrección.

En tercer lugar, el bautismo de Jesús nos recuerda que tenemos el poder del Espíritu Santo. Cuando Jesús fue bautizado, el Espíritu Santo descendió sobre él en forma de paloma. Esto nos muestra que el Espíritu Santo está disponible para nosotros también. Cuando somos bautizados, recibimos el Espíritu Santo y somos empoderados para vivir una vida cristiana victoriosa.

El significado del bautismo del Señor se interpreta de varias maneras en la teología cristiana. Algunos de los significados comunes incluyen:

  1. Purificación y Ejemplo: El bautismo de Jesús simboliza su purificación y su ejemplo para la humanidad. Aunque Jesús era sin pecado, su bautismo fue un acto de obediencia y un ejemplo para sus seguidores.
  2. Identificación con la Humanidad: A través de su bautismo, Jesús se identifica con la humanidad y muestra solidaridad con las personas que buscan arrepentimiento y perdón.
  3. Inauguración del Ministerio Público: El bautismo marca el comienzo del ministerio público de Jesús, donde comenzó a predicar, enseñar y realizar milagros.
  4. Manifestación de la Trinidad: En algunos contextos teológicos, el bautismo del Señor también se considera un momento en el que la Trinidad (Padre, Hijo y Espíritu Santo) se manifiesta, ya que la voz del Padre es escuchada desde el cielo y el Espíritu Santo desciende en forma de paloma sobre Jesús.

CONCLUSIÓN

Jesús en su bautismo está pintando un cuadro hermoso. Él estaba comenzando públicamente a tomar nuestro lugar. El lugar de todos los pecadores. Jesús inició la ruta que terminaría en la Cruz. En la Cruz donde ofrecería su vida para darnos vida abundante y eterna.

Jesús es nuestro sustituto perfecto. Jesús cumplió toda justicia en nuestro lugar. Jesús pagó por nuestros pecados. Jesús es nuestro Redentor. “Dios cargó sobre Jesús el pecado de todos nosotros y el castigo que nosotros merecíamos”.

Cuando fuimos bautizados recibimos la totalidad del amor y la misericordia de Dios. Ese día milagrosamente, por la Palabra, estuvo presente el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Ese día, sin importar la edad que teníamos, recibimos, por la obra de Cristo, el perdón de los pecados, la salvación, la vida eterna y la seguridad de ir a los cielos. ¡Soli Deo Gloria! ¡Amén!

 “Juan está bautizando, y Cristo se acerca; tal vez para santificar al mismo por quien va a ser bautizado; y sin duda para sepultar en las aguas a todo el viejo Adán, santificando el Jordán antes de nosotros y por nuestra causa; y así, el Señor, que era espíritu y carne, nos consagra mediante el Espíritu y el agua”.

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