Un camino de Fe

Carlo Acutis, Enseñanza, Espiritualidad

«Los animales preferidos» de Carlo Acutis

Leyendo la biografía de Nicola Gori, y recordando «Laudato si’» del Papa Francisco, en su encíclica sobre el ecologismo, es oportuno, ofrecer una traducción de uno de los más simpáticos capítulos de dicha biografía «Carlo e i suoi animali preferiti»: leyéndolo, nos parece estar leyendo una de las páginas de las Florecillas de San Francisco, el santo, tan amigo y tan admirado por Carlo, junto al cual, en Asís, quiso ser sepultado.

«Carlo y sus animales preferidos »

La referencia bibliográfica es: «Eucaristía, la mia autopista per il cielo. Biografía de Carlo Acutis a cura di Nicola Gori» San Paolo, Milano 2007, pp 62-64.

«A Carlo le gustan mucho los animales: en su casa hay dos gatos, cuatro perros y peces rojos. Además, cada vez que encuentra algún animal abandonado, obliga a sus padres a llevárselo a casa. Uno de sus primos de Roma, con el que estaba vinculadísimo, recuerda cuánto le impresionó un episodio que acaeció durante las vacaciones de verano de 2004: «Carlo tenía mucha sensibilidad para con los animales –escribe- Me acuerdo que una vez conocimos junto al mar a unos chicos de Nápoles, y uno de ellos un día vió una lagartija indefensa y la mató con una piedra, Carlo se puso a llorar y se enfadó muchísimo, y su madre hubo de consolarlo diciéndole que ahora la lagartija estaba con Jesús, y así se serenó, pero a mí me impresionó mucho que un chico se angustiase tanto por una lagartija. Todos sabían del amor de Carlo por los animales, incluso tenía cuatro perros y dos gatos y también peces rojos»

Carlo estaba convencido de que los animales acaban todos en el cielo con el Señor, porque según él, decía, que es imposible que Dios haga terminar en la nada a los animales. El mismo Pablo VI, a un niño, que le había preguntado si habría resucitado en el cielo su perrillo recién muerto, le dijo que seguramente habría resucitado. Puesto que Carlo se fiaba tanto de los que decían los Papas, que según él estaba “directamente inspirado por el Señor”, estaba firmemente convencido de que, después de su muerte, a los animales, los acoge el Señor directamente en el cielo.

Además de para la informática, Carlo también estaba especialmente dotado para todo lo que se relacionaba con los aparatos electrónicos, y no raramente realizó pequeñas en las que protagonizadas por sus animales. Algunas veces empleó a sus perros en escenas cómicas que divertían muchísimo a sus amigos y a su familia. Todos sus amigos los invito a ver los episodios de “Stellina la gordinflona”, así llamada por Carlo a causa de su tamaño. Muchos episodios los protagonizó Briciola, su perra preferida, a la que llamaba el “perro de los siete demonios” porque siendo una doberman enana, tenía el aspecto de un perro feroz. A Chiara, el perro de su madre, la que llamaba la «jefa suprema», porque era el terror de todos los demás perros, pues, sintiéndose el jefe de la banda gruñía continuamente a quien osase sobrepasar los límites de su territorio, que consideraba la zona donde estaban las cosas de su madre.

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​Carlo se hizo famoso entre sus amigos por sus películas sobre animales. En particular muchos recuerdan el episodio en que Chiara representa el papel del “malvado comandante” de los perros que quiere conquistar el mundo de los “gatos maléficos” siempre reñidos con ellos.

Además de sus perros y sus gatos, le gustaban mucho los delfines y, durante una gira en barca con sus abuelos, le contó a su madre que había rezado a Jesús para que le permitiera verlos. Su oración surtió efecto casi inmediato, según cuenta el abuelo paterno «Pensando en los momentos felices vividos junto a Carlo, el más sorprendente fue hace tres años en Santa Margherita Ligur. Habíamos subido a altamar con la esperanza de ver algún delfín, cuando de modo imprevisto nos vimos rodeados de decenas y decenas de delfines que saltaban y corrían alrededor de la barca. Este espectáculo, absolutamente excepcional duró casi media hora. Fue un momento increíble e inolvidable, por la alegría y felicidad que nos proporcionó a todos»

Detalles para siempre recordar a Carlo

Carlo era un chico normal, vivaz, con muchos amigos y apasionado por la informática y los animales. Pero aquel ser especial tenía un nombre: Jesús, su Amigo. Se dio cuenta cuando Carlo, aún muy pequeño, al pasar por delante de las iglesias le decía: «Mamá, vamos a entrar a saludar a Jesús y le rezamos una oración». Luego descubrió que leía la vida de los santos y la Biblia. La suya era una familia corriente, que no frecuentaba a menudo la iglesia. «Pero ese “trasto” me hacía muchas preguntas profundas a las que yo no sabía responder. Me quedaba perpleja ante su devoción. Era tan pequeño como seguro. Entendía que era algo suyo, pero que también me implicaba a mí. Fue así como empecé mi camino de re-acercamiento a la fe. Le seguí». El padre Aldo Locatelli, que acompañó a su hijo, y también a ella, le dijo: «Hay niños a los que el Señor llama desde pequeños».

El 12 de octubre de 2006 moría a los 15 años de edad, por una leucemia fulminante, Carlo Acutis. Apasionado por el deporte y la informática… y luego, cada día, la misa y el Rosario. Un joven igual que los demás, pero con un acento distinto que hacía sentir amigos a todos. El padre Roberto Gazzaniga, que le tuvo como alumno en el Instituto León XIII de Milán, le recuerda así: «Era muy bueno, su talento era evidente para todo el mundo, pero sin dar pie a envidias o celos. Carlo nunca ocultó su fe e incluso en el diálogo-confrontación con sus compañeros de clase siempre mostraba respeto hacia las ideas de los demás, pero sin renunciar a la transparencia ni a decir y testimoniar los principios inspiradores de su vida cristiana». Monseñor Ennio Apeciti, responsable de la Oficina para las Causas de los Santos de la Archidiócesis de Milán, ha dicho: «su fama de santidad se ha difundido por todo el mundo, de forma misteriosa, como si Alguien quisiera darlo a conocer. En torno a su vida ha sucedido algo grande, frente a lo cual me arrodillo».

A los siete años, Carlo pidió poder recibir la Primera Comunión. Aquel Amigo se hizo entonces más cercano. A petición del padre Locatelli, monseñor Pasquale Macchi (que fue secretario de Pablo VI), después de interrogarle, garantizó la madurez y la formación cristiana del niño para recibir el sacramento. Sólo les hizo una recomendación: que la celebración se desarrollara en un lugar idóneo para el recogimiento interior, sin distracciones. El 16 de junio de 1998 recibió la Eucaristía en el silencio del monasterio de Bernaga en Perego, cerca de Lecco. La de Carlo era una vida sencilla. Con un punto firme, especial: la misa diaria porque, decía, «la Eucaristía es mi autopista hacia el Cielo. Somos más afortunados que los Apóstoles que vivieron con Jesús hace 2000 años: para encontrarnos con Él basta con que entremos en la iglesia. Jerusalén está al lado de nuestras casas». Al terminar la celebración, se quedaba para la adoración. Se confesaba con frecuencia porque «igual que para viajar en globo hay que descargar peso, también el alma para elevarse al Cielo necesita quitarse de encima esos pequeños pesos que son los pecados veniales». Son palabras sencillas, de niño. Pero cargadas de deseo de estar con ese Amigo que le estaba pidiendo que diera testimonio de Él con su vida.

Carlo tenía un carácter fuerte, decidido. Su pasión por la informática le lleva a estudiar nuevos programas. También le encantaba jugar a la play station con sus amigos. En clase – primero en el instituto de la plaza Tommaseo de las Hermanas Marcelinas y luego con los jesuitas enl Liceo León XIII – era amigo de todos, pero sobre todo de los más necesitados. Sus compañeros, incluso los no creyentes, querían estar con él. Le pedían consejo y ayuda. Le buscaban. Porque con Carlo se estaba a gusto, había algo atractivo en él. A pesar de que no le gustaban las modas. Se enfadaba cuando su madre quería comprarle un segundo par de botas. No le interesaba. Nunca escondió cuál era la fuente de su felicidad. En su habitación, tenía un gran cuadro de Jesús que estaba a la vista de todos. Invitaba a sus compañeros a ir juntos a misa, a reconciliarse con Dios. En un cuaderno escribió: «La tristeza es dirigir la mirada hacia uno mismo, la felicidad es dirigir la mirada hacia Dios. La conversión no es otra cosa que desviar la mirada desde abajo hacia lo alto. Basta un simple movimiento de ojos».

En el barrio, todos le conocían. Cuando pasaba en bicicleta se paraba a saludar a los porteros, muchos de ellos extracomunitarios de religión musulmana e hindú. Les hablaba de sí mismo, de su fe. Y ellos escuchaban a aquel chaval tan simpático y afable. A la hora de comer, guardaba la comida que sobraba en recipientes que le llevaba a las personas sin hogar que vivían en la zona. En su casa trabajaba como asistente doméstico Rajesh, un brahmán hindú. Entre él y Carlo nace una profunda amistad, hasta el punto de que Rajesh se convirtió y pidió recibir los sacramentos. Cuenta Rajesh: «Me decía que sería más feliz si me acercaba a Jesús. Pedí el Bautismo cristiano porque él me contagió y cautivó con su profunda fe, su caridad y su pureza. Siempre le consideré como alguien fuera de lo normal, porque un chico tan joven, tan guapo y tan rico normalmente prefiere llevar una vida distinta». Pero Carlo no sabía qué significa una “vida distinta”. El dinero, está convencido, no se puede malgastar. Con sus primeros ahorros compró un saco de dormir para el mendigo que veía camino de la misa en Santa Maria Segreta. También hacía donativos a los capuchinos de viale Piave, que dan de comer a los sin techo.

En 2002 acompañó a sus padres al Meeting de Rímini. Su madre iba a participar en un encuentro para presentar el Piccolo catechismo eucaristico (Pequeño catecismo eucarístico). Quedó fascinado por la gente y las exposiciones que vio. Y entonces se le ocurrió una idea: una exposición sobre los milagros eucarísticos. Cuenta Antonia Acutis: «Estaba convencido de que la gente así podría darse cuenta de que verdaderamente en la ostia y en el vino consagrado están el cuerpo y la sangre de Cristo. Que no hay nada simbólico, sino que es la posibilidad real de encontrarse con Él. En ese momento colaboraba en la catequesis y creía que este sería un modo nuevo de acercar al Misterio eucarístico».

De vuelta a Milán, se puso manos a la obra. Sus conocimientos de informática fueron de gran ayuda. Se dedicó a ello en cuerpo y alma. Se documentó, pidió a sus padres que le acompañaran en un viaje por Italia y Europa para recabar material fotográfico. Implicó a todo el mundo y “agotó” a tres ordenadores. Tres años después, la exposición estaba lista. Por un boca a boca inesperado, empezó a recibir solicitudes no sólo desde las diócesis italianas sino del mundo entero.

En el verano de 2006, durante unas vacaciones, Carlo le preguntó una noche a su madre: «¿Tú crees que debo ser sacerdote?». Ella respondió con sencillez: «Lo irás viendo tú solo. Dios mismo te lo irá desvelando».

«La libertad de Dios se mueve en la vida que ha creado, se implica a partir de personas y lugares escogidos, preferidos diríamos nosotros, pero es siempre una preferencia que está en función del todo». La especialidad de Carlo fue esta preferencia, que él amó y acogió. «Está siendo sacerdote desde el cielo», dice su madre. «Él, que no conseguía entender por qué los estadios estaban llenos de gente y las iglesias, en cambio, vacías. Siempre repetía: “Tienen que ver. Tienen que entender”».

A principios de octubre, Carlo cae enfermo. Parecía una gripe normal y corriente. Acababa de ultimar la presentación de un video con propuestas de voluntariado para los alumnos del León XIII. Un trabajo que le había llevado mucho tiempo y que le apremiaba de manera especial. La fecha de la proyección era el 4 de octubre. Pero él no pudo ir. Estaba ingresado en el Hospital San Gerardo de Monza. No era una gripe, sino una leucemia fulminante, del tipo M3, la peor. No había ninguna posibilidad. Nada más cruzar la puerta del hospital, le dijo a su madre: «De aquí ya no salgo». Más tarde le dijo a sus padres: «Ofrezco al Señor los sufrimientos que tendré que padecer por el Papa y por la Iglesia, para no tener que estar en el Purgatorio y poder ir directo al cielo». Los sufrimientos llegaron. Pero cuando la enfermera le preguntaba cómo se sentía, él respondía: «Bien. Hay gente que está peor. No despierte a mi madre, que está cansada y se preocuparía más». Pidió la unción de los enfermos y murió el 12 de octubre.

El sábado día 14 de octubre de 2006 se celebró el funeral en la parroquia “Santa Maria Segreta”, siendo tan multitudinario que la gente llenó el templo y muchísimos tuvieron que quedarse fuera y era tanta su “fama” entre la juventud italiana que los diarios más importantes del país informaron sobre su muerte. O sea, su funeral fue multitudinario acudiendo muchísimas personas desconocidas para la familia pero que eran personas necesitadas a las que Carlos había ayudado en alguna ocasión o que conocían su fama de santidad. La noticia de su muerte, no solo fue conocida en toda Italia, sino que también se extendió por internet llegando a todos los rincones del mundo, por lo que sus padres recibieron miles de muestras de condolencias.

Aunque inicialmente fue inhumado en el cementerio de Ternengo (Biella), como él había manifestado su deseo de ser sepultado en la tierra de San Francisco, sus restos mortales fueron llevados a la ciudad de Asís el 7 de enero del año siguiente, en cuyo cementerio fue sepultado y en esta ciudad aún continúa después de haber sido beatificado, aunque ahora, desde el día 6 de abril del 2019, está en el Santuario della Spogliazione.

El proceso diocesano se abrió en Milán por parte del cardenal Angelo Scola, el día 15 de febrero del año 2013 y en él se recogieron innumerable documentación y testimonios de personas que lo habían tratado; esta fase diocesana concluyó el 24 de noviembre del año 2016. El 5 de julio del año 2018, el Papa Francisco lo declaró Venerable y el 23 de enero del 2019 se exhumó su cuerpo que fue encontrado en un “𝐞𝐬𝐭𝐚𝐝𝐨 𝐝𝐞 𝐢𝐧𝐜𝐨𝐫𝐫𝐮𝐩𝐭𝐢𝐛𝐢𝐥𝐢𝐝𝐚𝐝 𝐜𝐚𝐝𝐚𝐯𝐞́𝐫𝐢𝐜𝐚 𝐛𝐢𝐞𝐧 𝐢𝐧𝐭𝐞𝐠𝐫𝐚𝐝𝐨”, o sea, no estaba incorrupto, pero tampoco descompuesto. El cardenal Agostino Vallini lo explicó diciendo:

“𝐄𝐧 𝐞𝐥 𝐚𝐜𝐭𝐨 𝐝𝐞 𝐞𝐱𝐡𝐮𝐦𝐚𝐜𝐢𝐨́𝐧 𝐞𝐧 𝐞𝐥 𝐜𝐞𝐦𝐞𝐧𝐭𝐞𝐫𝐢𝐨 𝐝𝐞 𝐀𝐬𝐢́𝐬, 𝐬𝐮 𝐜𝐮𝐞𝐫𝐩𝐨 𝐟𝐮𝐞 𝐞𝐧𝐜𝐨𝐧𝐭𝐫𝐚𝐝𝐨 𝐞𝐧 𝐞𝐥 𝐧𝐨𝐫𝐦𝐚𝐥 𝐞𝐬𝐭𝐚𝐝𝐨 𝐝𝐞 𝐭𝐫𝐚𝐧𝐬𝐟𝐨𝐫𝐦𝐚𝐜𝐢𝐨́𝐧 𝐩𝐫𝐨𝐩𝐢𝐨 𝐝𝐞 𝐥𝐚 𝐜𝐨𝐧𝐝𝐢𝐜𝐢𝐨́𝐧 “𝐩𝐨𝐬𝐭 𝐦𝐨𝐫𝐭𝐞𝐦”; 𝐞𝐥 𝐜𝐮𝐞𝐫𝐩𝐨, 𝐬𝐢 𝐛𝐢𝐞𝐧 𝐭𝐫𝐚𝐧𝐬𝐟𝐨𝐫𝐦𝐚𝐝𝐨, 𝐩𝐞𝐫𝐨 𝐜𝐨𝐧 𝐯𝐚𝐫𝐢𝐚𝐬 𝐩𝐚𝐫𝐭𝐞𝐬 𝐭𝐨𝐝𝐚𝐯𝐢́𝐚 𝐞𝐧 𝐬𝐮 𝐜𝐨𝐧𝐝𝐢𝐜𝐢𝐨́𝐧 𝐚𝐧𝐚𝐭𝐨́𝐦𝐢𝐜𝐚, 𝐟𝐮𝐞 𝐭𝐫𝐚𝐭𝐚𝐝𝐨 𝐜𝐨𝐧 𝐭𝐞́𝐜𝐧𝐢𝐜𝐚𝐬 𝐝𝐞 𝐜𝐨𝐧𝐬𝐞𝐫𝐯𝐚𝐜𝐢𝐨́𝐧 𝐲 𝐝𝐞 𝐢𝐧𝐭𝐞𝐠𝐫𝐚𝐜𝐢𝐨́𝐧 𝐧𝐨𝐫𝐦𝐚𝐥𝐦𝐞𝐧𝐭𝐞 𝐩𝐫𝐚𝐜𝐭𝐢𝐜𝐚𝐝𝐚𝐬 𝐩𝐚𝐫𝐚 𝐞𝐱𝐩𝐨𝐧𝐞𝐫 𝐜𝐨𝐧 𝐝𝐢𝐠𝐧𝐢𝐝𝐚𝐝 𝐚 𝐥𝐚 𝐯𝐞𝐧𝐞𝐫𝐚𝐜𝐢𝐨́𝐧 𝐝𝐞 𝐥𝐨𝐬 𝐟𝐢𝐞𝐥𝐞𝐬 𝐥𝐨𝐬 𝐜𝐮𝐞𝐫𝐩𝐨𝐬 𝐝𝐞 𝐥𝐨𝐬 𝐛𝐞𝐚𝐭𝐨𝐬 𝐲 𝐝𝐞 𝐥𝐨𝐬 𝐬𝐚𝐧𝐭𝐨𝐬. 𝐔𝐧𝐚 𝐨𝐩𝐞𝐫𝐚𝐜𝐢𝐨́𝐧 𝐪𝐮𝐞 𝐬𝐞 𝐥𝐥𝐞𝐯𝐨́ 𝐚 𝐜𝐚𝐛𝐨 𝐜𝐨𝐧 𝐚𝐫𝐭𝐞 𝐲 𝐚𝐦𝐨𝐫. 𝐋𝐚 𝐫𝐞𝐜𝐨𝐧𝐬𝐭𝐫𝐮𝐜𝐜𝐢𝐨́𝐧 𝐝𝐞 𝐥𝐚 𝐜𝐚𝐫𝐚 𝐜𝐨𝐧 𝐮𝐧𝐚 𝐦𝐚𝐬𝐜𝐚𝐫𝐢𝐥𝐥𝐚 𝐝𝐞 𝐬𝐢𝐥𝐢𝐜𝐨𝐧𝐚 𝐟𝐮𝐞 𝐩𝐚𝐫𝐭𝐢𝐜𝐮𝐥𝐚𝐫𝐦𝐞𝐧𝐭𝐞 𝐞𝐱𝐢𝐭𝐨𝐬𝐚”, o sea, para preservarlo, fue sometido a un proceso de embalsamamiento y su rostro fue “reconstruido”, lo que provocó cierto desconcierto porque por las redes sociales corrió la noticia de que se había encontrado intacto, cosa no totalmente cierta.

Dicho anteriormente, el 6 de abril del año 2019, después de llevarlo al Santuario de San Francisco y a la catedral de Asís, los restos de Carlos Acutis fueron depositados en el Santuario della Spogliazione y su corazón incorrupto fue puesto en un precioso relicario que quedó en la Basílica de San Francisco. Este relicario fue presentado en la ceremonia de beatificación acompañado por sus padres y sus dos hermanos pequeños. La nueva urna o tumba en el Santuario della Spogliazione se puso a la veneración de los fieles en octubre del año 2020 y, como podemos ver en las fotos, el Beato Carlos Acutis aparece vestido como un chaval de su edad y de su tiempo: con vestimenta deportiva.

El 21 de febrero del año 2020 el Papa Francisco aprobó el milagro que daba paso a la beatificación. Por la intercesión de Carlos Acutis, un niño brasileño se había curado. Este niño, que padecía de una enfermedad congénita en el páncreas, vomitaba todo lo que comía y bebía y su situación era gravísima. Cada vez estaba más débil y se le auguraba una muerte segura. El niño, acompañado de su abuelo, había ido a la parroquia de Campo Grande, en el Mato Grosso del Sur a recibir la bendición con una reliquia del Venerable Acutis y el niño, a instancias de su abuelo, pidió al futuro beato que dejara de vomitar y así le ocurrió de inmediato. La familia lo llevó al médico para que le realizaran nuevas pruebas y se descubrió que el niño estaba completamente curado. Esta curación fue revisada por una comisión de médicos recibiendo el visto bueno de la Sagrada Congregación para las Causas de los Santos.

La beatificación de Carlos Acutis se llevó a cabo en la Basílica de San Francisco en Asís, el día 10 de octubre del año 2020 y en la misma, fue presentado el relicario que contiene su corazón.

«Carlo vivió en una familia muy rica, por lo que nada le habría impedido vivir de una forma acomodada de la que podría haberse sentido orgulloso. Sin embargo, siempre mantuvo un tono de vida y pensamiento “pobre”, abierto siempre a los últimos, altruista con todos. No es poco en este “planeta” nuestro». Para muchos jóvenes se ha convertido en un ejemplo de cómo es posible vivir la fe. Algunos hablan de su propia conversión. Y luego está la exposición, que ha llegado hasta los confines de la tierra: China, Rusia, América Latina. En EEUU, gracias a la ayuda de los Caballeros de Colón, ha visitado diez mil parroquias y más de cien universidades.

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COMUNICADO DE LA POSTULAZIONE

10/01/2022   
Se han registrado varias denuncias de reliquias del beato Carlo Acutis que no cumplen con los requisitos canónicos ni con la Instrucción de la Congregación para las Causas de los Santos sobre «Las reliquias en la Iglesia: autenticidad y conservación», del 16 de diciembre de 2017.
En particular, reiteramos que para que las reliquias sean auténticas deben llevar un sello de cera y un documento de autentificación con la firma del Postulador. Hay que asegurarse de que no han sido manipuladas o falsificadas.
Nadie más está autorizado a autentificar las reliquias de Carlos Acutis, haciendo una excepción del Obispo de Asís.
Además, le recordamos que las reliquias se conceden gratuitamente, sin ninguna cantidad de dinero a cambio.
Por ello, invitamos a los pastores de la Iglesia a estar atentos al fenómeno de las falsas reliquias, y pedimos la colaboración de sacerdotes, religiosos y laicos para denunciar los casos de fraude o abuso a la Postulación.
Agradecemos a todos los que nos ayuden a frenar un fenómeno tan desafortunado.

 

Dr.Nicola Gori
Postulatore della Causa.

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