Un camino de Fe

Carlo Acutis, Enseñanza, Espiritualidad

“Carlo Acutis, el niño que se enamoró de la Eucaristía y eligió estar unido a Jesús”

No hablo con palabras, sólo me recuesto sobre su pecho, como San Juan en la Cena

Carlo Acutis

Mamá del Beato Carlo Acutis cuenta detalles de la vida espiritual de su hijo

la Sra Antonia Salzano recordó que el beato acudía en forma diaria a la Misa y a la Adoración Eucarística y “vivía esta presencia constante de Dios cada día en su jornada. Él era consciente que a través de la Eucaristía se pueden dar realmente pasos de gigante en el camino de la santidad”.

¿Por qué le llamaron Carlo a su hijo?

Porque el padre de mi marido se llamaba Carlo, también el abuelo se llamaba Carlo, es un nombre de familia. Afortunadamente el nombre es común en Milán como santo, porque tenemos san Carlo Borromeo. Ahora en Milán dirán Carlo el Mayor, que es san Carlo Borromeo, Carlo el Menor, que es Carlo Acutis.

¿Cómo se vive la beatificación de un hijo?

Creo que hay pocas personas que experimentan la beatificación de un hijo en la vida. Para mí fue un gran acicate. Gracias a su vida y a su beatificación vi que es verdaderamente posible llegar a ser santos. No es una leyenda.

¿Qué significa ser la madre de un santo?

Para mí es una gran responsabilidad. Yo también estoy llamada a ser santa, todos tenemos que ser santos. Tener un hijo como Carlo me lleva a imitarlo. Carlo está ayudando a muchas personas en todo el mundo, que me llaman y me escriben. Es algo muy bonito porque ayudar a las almas es lo más importante del mundo. Se trata de ayudar a través de Carlo, que no es un fin sino un medio para acercar la gente a Jesús. Eso es lo más importante.

«Carlo nos muestra a todos que es posible ser santo»

Desde niño Carlo expresó su deseo por recibir la primera comunión. El padre Aldo Locatelli, quien lo acompañó espiritualmente, pidió autorización para que celebrara este sacramento a Monseñor Pasquale Macchi (quien fue secretario de Pablo VI). Después de interrogar a Carlo, Mons. Macchi garantizó la madurez y la formación cristiana del niño para recibir el sacramento. Sólo les hizo una recomendación a sus padres: que la celebración se desarrollara en un lugar idóneo para privilegiar el silencio y el recogimiento interior, sin distracciones.

Así fue como el 16 de Junio de 1998, a los 7 años, Carlo recibió el sacramento de la Comunión en el Monasterio de la Bernaga en Perego ​y comenzó su amor a la Eucaristía, a la que llamó “mi autopista hacia el cielo”. Diariamente asistía a Misa y rezaba el rosario, su madre (Antonia Salzano) relata que su hijo también realizaba un momento de adoración eucarística antes y después de la celebración. Sus modelos de santidad fueron san Francisco y santa Jacinta Marto, santo Domingo Savio, san Luis Gonzaga y san Tarcisio; y era muy devoto de la Virgen María, más precisamente de las advocaciones de Fátima y Lourdes.

¿De dónde le vino la fe a Carlo?
Al poco de nacer, con 3 meses, dijo su primera palabra; a los 5 meses ya hablaba. Esa precocidad también la tuvo en la vida de fe. Siempre me hacía preguntas profundas que muchas veces no sabía responder y esto me inquietaba. Cuando tenía unos 4 años y medio mi padre murió. Para mí fue una tragedia. Poco después, Carlo me dijo que su abuelo se le había aparecido diciéndole que estaba en el purgatorio y que rezara por él. Hubo también otro suceso. La providencia me puso en el camino un sacerdote que tenía el don de la introspección de los corazones. Recuerdo que la primera vez que me recibió, me confesó y me contó todos mis pecados aunque nunca antes me había visto. También predijo que Carlo tendría una misión especial para la Iglesia y que ayudaría a muchas almas. Así que no fue cosa nuestra.

Al escribir sobre su primera Comunión, Carlo reflexionó que quería “estar siempre, siempre unido a Jesús, diciendo: ‘Esta es la meta de mi vida‘”, dijo Antonia Acutis. “Y desde ese momento, fue fiel a su encuentro con Jesús cada día”.

A los 11 años, Carlo comenzó a servir como catequista, dijo.

“Estaba muy, muy preparado”, dijo Antonia Acutis. “Era un poquito como un genio… Tenía una memoria extraordinaria. Se memorizaba la Biblia (y) el Catecismo de la Iglesia Católica; era un regalo que Dios le había dado”.
Se quedaba perplejo porque mientras “había colas de gente para el concierto y el partido de fútbol”, él no “vio una fila de gente delante del sagrario”.

Para fomentar la devoción a la Eucaristía, Carlo creó una exposición de milagros eucarísticos, utilizando sus formidables habilidades de programación informática.

Sin embargo, incluso mientras investigaba y viajaba con la exposición, “siempre le preocupaba dónde estaba la iglesia más cercana al hotel”, dijo Antonia Acutis. “La visión de Carlo fue un encuentro diario con Jesús en la Eucaristía”.

Ese mismo encuentro está abierto a todos, afirmó.

“El deseo que tenía Carlo era que todos amaran la Eucaristía, que todos comprendieran la importancia de tener… a Dios con nosotros, en su Presencia Real”, dijo. “Dios prometió: ‘Estaré con vosotros hasta el fin del mundo’ (Mt 28,20). Y Jesús verdaderamente está con nosotros, en su presencia (en la Eucaristía)”.

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“Carlo toda su vida estuvo en combate y quería mejorar. Se ponía calificaciones y las escribía: cómo me comporté con mis padres, cómo me comporté con mis compañeros, cómo me comporté con mis profesores. Miren que era muy exigente. “Si me distraigo durante la oración” hacia un esfuerzo. Siempre quería complacer a Dios. Dios era el amor de su vida, era el centro de su vida. De hecho Carlo vivía ya aquella paz.”

“Carlo puede ser un ejemplo muy bueno, porque es un niño que ha vivido todo lo que ellos viven”, incluidos “los peligros como la pornografía, la droga o el alcohol”. 

Sin embargo, Antonia apunta que Carlo “pasó entre estas serpientes” sin caer, “porque tenía esta presencia de Dios en su vida”. Por eso considera que “es un ejemplo de esperanza”, una señal de que “podemos ser santos también en el tercer milenio”. 

“Carlo diría que somos mucho más afortunados que aquellos que vivieron con Jesús (hace más de 2000 años)”, dijo. “Sí, esa gente podía ver a Jesús en las calles de Palestina y hablar con él. Pero era muy, muy difícil hablar con Jesús, porque alrededor de Jesús había una multitud de gente, por lo que no siempre era posible. Y para nosotros es muy diferente… Para nosotros, es suficiente con salir de nuestra casa e ir a la iglesia más cercana”.

Carlo “llamó a la casa de Dios ‘Jerusalén'” y recordaba a los demás que “debemos visitar los tabernáculos con el mismo fervor que tenemos cuando hacemos una peregrinación a Jerusalén”, dijo.

Acutis dijo que su hijo se había “anticipado a Twitter” con sus memorables máximas para describir su espiritualidad eucarística, como “Santa Misa, santo yo” y “la Eucaristía es mi camino al cielo”.

“Sabemos que Jesús es amor”, dijo Antonia Acutis. “¿Y cuál es el propósito de nuestra vida? Es ser santificada… Cada uno de nosotros tiene una huella digital diferente, y esto significa que cada uno de nosotros es especial. Todos estamos llamados a la santidad”.

¿Cómo ha ayudado Carlo a su familia a acercarse a Dios?

A mí me ha ayudado mucho. Yo vivía en una familia laica, mi padre era editor y siempre estaba con escritores, periodistas, artistas… y nunca se hablaba de Dios. Teníamos la fe, pero no se practicaba jamás. Yo soy afortunada porque vivía en Roma, en un barrio que sólo había escuelas católicas y por eso yo fui a una escuela católica y eso me ayudó. Así, como era tradicional recibí la Primera Comunión, la Confirmación y me casé por la Iglesia. Ese era mi nivel de fe, muy pequeño. Pero el Señor escribe recto en los renglones torcidos y tras el nacimiento de Carlo mi vida cambió. Carlo era una persona muy precoz en todo, también en la fe. Hacía muchas preguntas y yo no sabía que responder, era muy profundo.
Un acontecimiento importante fue la muerte de mi padre, que no la esperábamos, ya que falleció a los 57 años, muy joven. Esto hizo que me hiciese algunas preguntas como si existía la vida eterna. Carlo un día, con cuatro años y medio, me dijo que se le había aparecido su abuelo y le había pedido que rezase por él porque estaba en el purgatorio. Y en ese momento empezó a rezar siempre por las almas del purgatorio, tenía esta particular atención. Yo después de esto encontré un sacerdote mayor, de gran fe, que me ayudó mucho. Lo primero que me dijo es que mi hijo tenía una misión especial por la Iglesia, yo no lo comprendía. Allí comenzó mi camino de conversión.
Carlo ha sido para mí un pequeño salvador, con su vida, con su testimonio, me ha hecho comprender que los sacramentos son instrumentos eficaces de la gracia de Dios. En la Eucaristía está la presencia real de Jesús. Yo antes como los protestantes solo veía símbolos. Ha sido el descubrimiento de mi vida, saber que está Dios con nosotros, en cualquier sagrario, es algo increíble saber que es la verdadera presencia de Jesucristo. Carlo vivía esto de una forma extraordinaria y lo contagiaba a todos. Era un testimonio veraz porque tenía a Jesús en el corazón.

5 minutos son suficientes para cultivar el amor por la Eucaristía

Hoy se vive “la sociedad de lo efímero, donde se es feliz si tal vez en Facebook o en las redes sociales se tienen los dedos apuntados para arriba o los dedos apuntados para abajo”, dijo la madre del Beato Carlo Acutis, al tiempo que recordó que “Carlo, un poco proféticamente nos recuerda que es necesario pensar en poner a Dios en el primer lugar en nuestra vida”.

¿Qué les diría a los jóvenes de hoy para que cultiven su amor por la Eucaristía, entre el trabajo, las preocupaciones y las malas influencias, incluso?

La primera cosa es preguntarle a Dios, porque eso nos hace amar más a la Eucaristía, porque amar a la Eucaristía es un don. Tenemos que preguntar, tenemos que rezar a Dios, “Dios te ruego hazme comprender siempre más el misterio eucarístico”. Tenemos que preguntar, entrar más en el Misterio Eucarístico, porque nada más nosotros debemos de comprender la importancia de la Eucaristía y así nada mas empezaremos a ver una vida diferente, de unión con Jesús en la Eucaristía.

Sobre todo, empezar a ir a la misa más frecuentemente y será para comprender que no es solo el domingo, como decía Carlo, también en la semana. Son bastante cinco minutos de adoración, lo importante es pensar, lo importante es que, aunque sean solo cinco minutos de tu vida, son un tiempo muy fuerte, pero tenemos con nuestra libertad que hacerlo.

Hoy se vive “la sociedad de lo efímero, donde se es feliz si tal vez en Facebook o en las redes sociales se tienen los dedos apuntados para arriba o los dedos apuntados para abajo”, dijo la madre del Beato Carlo Acutis, al tiempo que recordó que “Carlo, un poco proféticamente nos recuerda que es necesario pensar en poner a Dios en el primer lugar en nuestra vida”.

Su oración por la Iglesia y los sacerdotes

Carlo “tenía una devoción especial por la Iglesia, ha ofrecido la propia vida por el Papa y la Iglesia; y, por lo tanto, a los obispos con mayor razón Carlo los amaba profundamente, justamente porque son los sucesores de los apóstoles y son aquellos a los que les está encomendada la grey de Cristo”. 

“Carlo tenía un sentido pastoral fuerte, y rezaba siempre por los religiosos, para que a través de ellos sea siempre más manifiesto el amor de Jesús por todos nosotros, por todos los fieles, por todas las ovejitas, también por aquellas que están dispersas”, destacó.

Salzano recordó que el beato “vivía esta presencia constante de Dios cada día en su jornada. Él era consciente que a través de la Eucaristía se pueden dar realmente pasos de gigante en el camino de la santidad”.

Recostado sobre el pecho del Maestro

En una oportunidad le preguntaron sobre su manera de orar tanto tiempo en presencia de Jesús Sacramentado, y Carlo respondió: “No hablo con palabras, sólo me recuesto sobre su pecho, como San Juan en la Cena”.

La eucaristía fue el alimento que nutrió, día a día, la vida tan fecunda de Carlo. En ese espacio de encuentro en el amor con Jesús era de donde brotaba su fuerza para buscar la meta (el infinito) y sacar la mejor versión de sí mismo. Suya es la frase: “Todos nacen como originales pero muchos mueren como fotocopias”.

¿Cómo ha sido su proceso vital, desde que Carlo muere hasta el momento presente?

Mi vida ha cambiado mucho. Como mi proceso de conversión arrancó antes de que muriese Carlo, su muerte no me cogió desprevenida. El Señor ya me había formado. De hecho, he aceptado la muerte de Carlo en el año 2006 como una voluntad superior del buen Dios.

El primer milagro atribuido a Carlo se produjo el día de su funeral. Una señora tenía un tumor en un seno y no había comenzado la quimioterapia. Entonces recé a Carlo y el tumor de esa mujer desapareció. Desde entonces son incontables las veces que muchas personas me han pedido materiales sobre Carlo, porque decían que habían recibido una gracia de mi hijo.

Al tiempo, las exposiciones de Carlo empezaron a difundirse en todo el mundo, sobre todo la de los milagros eucarísticos, dado que gracias a ellas muchas personas se han acercado de nuevo a la fe, han comenzado a ir a Misa y se han producido curaciones durante las exposiciones. Han sido obras que Carlo ha realizado para ayudar a que las personas entiendan la importancia de una vida de fe, que existe una vida eterna, que existe algo más allá y que sobre todo Jesús está presente en el pan y el vino consagrados, donde se encuentra la real y verdadera presencia de Cristo.

Cuando la Hostia se convierte en carne y el vino en sangre se atestigua esta verdad de fe. La exposición sobre los milagros eucarísticos de Carlo también me ha mantenido ocupada. Tal es la devoción por Carlo que ya me la han pedido en todo el mundo y continúa visitando todos los continentes. Solo en los Estados Unidos la ha visitado más de diez mil parroquias. Sabemos que la exposición hace milagros y para mí ha sido un motivo de crecimiento en la fe. También sé que como he recibido mucho, el Señor me pedirá mi parte.

¿Su hijo Carlo fue explícito al decirle que su vida sería corta y que haría mucho bien desde que muriese, al estilo del Padre Pío?

Carlo no era como el Padre Pío, que padeció los estigmas y era un magnífico místico. Sin embargo, sí es cierto que predijo su muerte dos meses antes de morir. Fue a través de un vídeo casero. En él decía que cuando pesara 70 kilos ya estaría destinado a morir.

En este sentido, cuando de niño preguntábamos a Carlo qué quieres ser de mayor, él siempre respondía «quién sabe cuándo moriremos, ocupémonos del momento presente, porque quién sabe qué es lo que haremos o no haremos, esto lo sabe solo Dios».

Es decir, que Carlo estaba ya proyectado para la vida eterna y sobre todo era consciente de que la vida es solo un pasaje, todos somos peregrinos de este mundo, nuestra meta es el Infinito no el finito. También la persona que nos ayuda en Milán, Rajesh, nos aseguraba que Carlo le decía que él permanecería siempre joven. Rajesh era muy vanidoso, le gustaba vestirse a la moda, ser siempre joven, estar en forma y entonces parecía que Carlo se burlase de él. Le decía: «Yo seré siempre joven, tú no, tú envejecerás». De pequeñito decía que moriría por una hemorragia cerebral y de hecho fue de lo que se murió.

¿Cómo ha sido de doloroso enterrar a Carlo?

Cuando llevamos a Carlo a Asís a la sepultura que compramos, también habíamos adquirido una casa en esta ciudad francesa a la que íbamos de vacaciones. Viví ese momento con mucha fe, incluso en los días de su enfermedad cuento siempre que escuchaba en mí un pasaje del libro de Job: «El Señor me lo dio, el Señor me lo quitó; bendito sea el nombre del Señor».

Y debo decir que incluso cuando enterramos a Carlo lo viví con la misma actitud interior. Solo que el Señor ya me había preparado. Habían pasado muchos años desde que se inició mi proceso de conversión, también había comenzado mis estudios en la facultad de teología y ya me había presentado a algunos exámenes. Todo ello me ayudó a profundizar en mi fe.

Carlo y los sacramentos

La pregunta que surge a continuación es: “¿Cuál era el medio de Carlo para llegar a este objetivo? Los sacramentos”, asegura Antonia, quien al mismo tiempo explica que el beato se confesaba cada semana y pedía recibir la Unción de Enfermos cada año. “Estoy enfermo, porque mi alma está herida”, comentaba.  

Pero, por encima de todos, el sacramento de la Eucaristía, a la que Carlo llamaba “mi autopista hacia el cielo”. No en vano dedicó parte de su tiempo y habilidades informáticas a fomentar el conocimiento de los milagros eucarísticos a través de una exposición itinerante que ya ha recorrido medio mundo.

Su apostolado era muy amplio porque era un chico que pensaba primero en los demás y luego en sí mismo que veía en los demás a Cristo crucificado y resucitado, veía en cada uno de ellos el rostro de Cristo. Y así fue hasta el último momento.

Antes de morir se preocupaba si las enfermeras lo tenían que mover. Él estaba inmóvil. Aunque era delgado y medía 1,83 cm., resultaba complicado cambiarle de posición. Si le preguntaban si estaba sufriendo, respondía que había gente que sufría más que él. Nosotros ya lo sabíamos porque en casa era igual de generoso con todo con todo el mundo.

¿Cómo lo vive usted como madre, con esa fortaleza que debió de tener?

Seguramente desde la fe sabemos que no es un adiós la muerte. La muerte es el inicio de la verdadera vida, tenemos la cosa más bella que es ver a Jesús, eso esperamos, porque si vamos al purgatorio es más difícil.

Pero verdaderamente la muerte es natural, su Gólgota, decía Carlo, tenemos que cruzarlo todos, no es que uno sea inmortal y otro no, todos tenemos que salir, subir en el Monte Gólgota.

Pero sí la muerte sabemos que es solamente el inicio de la vida, no debemos de tener miedo, tenemos que vivir esta muerte así. Yo la viví así, con un abandono a Dios. Yo sabía, estaba consciente, de que Dios hace siempre las cosas por un bien mayor. Si permite la muerte de un joven, si permite dolores, es porque el fin del mundo tiene las heridas del pecado original, el resto del mundo va a pasar su tiempo, su curso.

Pero Dios, si lo permite, siempre nosotros ofrecemos este sufrimiento y si lo hicimos, si somos unidos a Jesús, es una ocasión de salvación, de redención, una ocasión de aumentar nuestra fe, nuestra esperanza, nuestra realidad, de aumentar sobre todo nuestra santidad.

Ahora, si miramos todo lo que pasa en nuestra vida por Dios, por el amor de Dios, todo va a ser transfigurado por Dios, aunque el sufrimiento va a ser una figura de santidad, de ayuda a tener muchísima paz

¿Era consciente del eco que iba a tener la vida de su hijo, antes y después de su beatificación?

Era consciente de que seguramente era un diseño especial de parte de Dios. También la apertura de la causa de Carlo fue una gran señal, pocos meses después de su muerte. Fue increíble. Decían los postuladores que ni una persona canonizada tenía esa fama de Santidad. Todo ello me ha hecho intuir que en Carlo había un diseño especial, estaba muy segura, y después la Iglesia confirmó mis intuiciones.

¿Qué cosas ha aprendido de su hijo desde que ya no está entre nosotros?

Me hizo entender que los sacramentos son signos eficaces de la gracia de Dios. Para mí ha sido el descubrimiento de la vida, pensaba que los sacramentos eran algo simbólico, no creía que en la Eucaristía estuviera la presencia real de Dios.

¿Cuándo reza por él, qué palabras dirige a su hijo?

Hablo con él como si estuviera vivo. Le pido ayuda para mi vida de fe en las cosas que hago, por las personas que encuentro, que me piden oraciones. Mi diálogo con él es continuo.

Salzano expresó: “Los santos nos vienen a ayudar para indicarnos un camino posible, como hizo Carlo con simplicidad, sin estigmas, ni cosas extraordinarias. A través de los sacramentos logró hacer este camino de santidad. Es el camino simple, como el de Teresa de Lisieux, un camino posible para todos los jóvenes, sin tener visiones o éxtasis. Un camino basado en la fe y en la oración”.

¿Un mensaje para los jóvenes que abiertamente reniegan de Cristo?

Renegar de Cristo es una cosa que si la hacemos es porque no comprendemos quién es Cristo, no sabemos bien de Él.

En fin, lo que yo pienso es que es importante estudiar, profundizar nuestra fe y escuchar también y, sobre todo, entender que hay 2000 años de santos, de mártires, de gente que ha vivido una vida de santidad haciendo y renunciando a todo. Hay que preguntarse por qué esta gente que hizo toda su vida, de repente empieza una vida religiosa, ¿cómo es posible que esta gente hace esto?

Tenemos que ser honestos, porque muchos no son honestos intelectualmente, tenemos que estar abiertos a la realidad, porque a la hora la realidad esplende sola, no tiene necesidad, porque es evidente.

Esperamos que esto de profundizar, de estudiar, de preguntar, de rezar también, de quien dice “yo no comprendo de si existe Dios”, digan “por favor Dios, hazme comprender”, les dé una razón, de que se puede dar, y si pasan cosas, puede ser que van a pasar cosas, es un intento que se puede hacer.

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COMUNICADO DE LA POSTULAZIONE

10/01/2022   
Se han registrado varias denuncias de reliquias del beato Carlo Acutis que no cumplen con los requisitos canónicos ni con la Instrucción de la Congregación para las Causas de los Santos sobre «Las reliquias en la Iglesia: autenticidad y conservación», del 16 de diciembre de 2017.
En particular, reiteramos que para que las reliquias sean auténticas deben llevar un sello de cera y un documento de autentificación con la firma del Postulador. Hay que asegurarse de que no han sido manipuladas o falsificadas.
Nadie más está autorizado a autentificar las reliquias de Carlos Acutis, haciendo una excepción del Obispo de Asís.
Además, le recordamos que las reliquias se conceden gratuitamente, sin ninguna cantidad de dinero a cambio.
Por ello, invitamos a los pastores de la Iglesia a estar atentos al fenómeno de las falsas reliquias, y pedimos la colaboración de sacerdotes, religiosos y laicos para denunciar los casos de fraude o abuso a la Postulación.
Agradecemos a todos los que nos ayuden a frenar un fenómeno tan desafortunado.

 

Dr.Nicola Gori
Postulatore della Causa.

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